La oreja pegada al piso
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Pemán preguntó un día a Lorca qué hacía Domecq, su pariente, en el entierro del Camborio (“detrás va Pedro Domecq / con dos sultanes de Persia”), y el poeta le explicó que en todas las juergas flamencas había botellas de Domecq.
Alrededor de una botella de Domecq ha firmado Obama un acuerdo nuclear (si no puedes con tu enemigo, únete a él) con los ayatolás persas que pone el mundo del revés.
––Olvídense de la separación Iglesia-Estado. Necesitamos una separación Hollywood-Estado.
Cuando Obama, Mary Beard, que regenta en Cambridge una chamarilería de clásicos, no perdió la ocasión de compararlo con Septimio Severo, el africano que llegó a emperador de Roma, de quien nos dice Gibbon que “la posteridad, viendo las aciagas resultas de sus máximas y su ejemplo, fundadamente lo graduó de autor principal en la decadencia del imperio romano”. O sea que la siempre despeinada Mary Beard, sin quererlo, lo clavó.
Incensar a Obama por este acuerdo es no haberse leído el “Librillo Verde” de Jomeini.
Pero Obama, que es un Zetapé con más dinero (¡cómo olvidar aquel Desayuno de Oración de los Zapatero en la Casa Blanca!), tiene sus Manolos del Bombo para, con la ruidajera, tapar que Obama ha cerrado en Persia el círculo de Carter.
En España el primer obamista fue Fraga, y después vinieron Pepiño Blanco, quien famosamente se abstuvo de decirlo “para no influir en la votación”, y Carmen Calvo, la consejera de Cultura que no soltaba cuartos para las ruinas de Itálica (“estos campos que ven aquí fueron un día de doña Soledad Mustio Collado”, decía un guía) “porque los romanos eran unos fachas”, que achacó el tirón electoral de Obama… a “su perfil femenino”.
Hoy el gran triunfador (¡el estadista!) es Pablemos, avanzadilla (dicen que por dos “riales”) de Obama con su “Tuerka” en la teocracia persa.
La verdad es que Obama fue reelegido por el apoyo de Pitbull, el rapero de “Culo”, frente a Clint Eastwood, el cineasta de “Sin perdón”, que apoyó a Romney.