Y la Embajada de España no contribuyó precisamente a tranquilizarle. Más bien al contrario. Acudió a ella ese mismo día. Le condujeron hasta una oficina y le entregaron una cuartilla de papel para que la rellenara escribiendo lo que le había sucedido. «Así lo hice; traté de entrevistarme con alguien, no pedía con el embajador, pero con alguien, quizás el cónsul, el vicecónsul o el último en el escalafón; pero no vino nadie», se lamenta. Le dijeron que el personal «tenía mucho trabajo» y que nadie podía recibirle. «No sé cuántos casos de este tipo llegan a la Embajada, pero espero que no sea muy frecuente que la Policía de allí reduzca a una persona de 74 años para pedirle la documentación», señala. Hay que recordar que Juan José sufrió heridas en el brazo y hubieron de atenderle de un fuerte dolor en el hombro en un centro médico. Los agentes de la Policía política que fueron a por él lo agarraron por detrás, le cogieron por las axilas y le estamparon contra un muro, antes de introducirle en un coche. Al más puro estilo de Berlín Este en los años setenta y ochenta.