El Senau
(Colección Look de Té)
Jorge Bustos
Del legado político de Zapatero nos acordamos a diario, pero nos acordamos especialmente en días como ayer en que se celebró un pleno del Senado. Zapatero fue una vez al Senado y lo vio tan tristemente hueco que quiso llenarlo de contenido, y pudiendo llenar aquel vacío con las motos acrobáticas de Red-Bull o los animosos leones marinos del Zoo Aquarium, eligió llenar la Cámara Alta de provectos senadores cabreándose a lo largo de prolongadísimas sesiones parlamentarias convenientemente televisadas, a ver si así los tertulianos dejaban de cacarear que el Senado no sirve para nada y que hay que suprimirlo, con el dramático coste que tan bárbara decisión depararía a las arcas del Estado, obligado a subvenir los internamientos de sus senatoriales señorías en lujosos asilos repartidos por las 17 autonomías. Porque en algún sitio habrá que meter a los senadores si el Senado chapa, oigan.
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