DOMINGO, 9 DE JUNIO
En aquel tiempo iba Jesús de camino a una ciudad llamada Naím, e iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, a la que acompañaba mucha gente de la ciudad. Al verla el Señor, tuvo compasión de ella, y le dijo:
-No llores.
Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon, y él dijo:
-Joven, a ti te digo: Levántate.
El muerto se incorporó y se puso a hablar, y él se lo dio a su madre. El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: "Un gran profeta se ha levantado entre nosotros, y Dios ha visitado a su pueblo." Y lo que se decía de Él, se propagó por toda Judea y por toda la región circunvecina.
Lucas 7, 11-17