miércoles, 1 de abril de 2015

Gémulas



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

El mundo cambiando de camisa (“¡la geopolítica, imbéciles!”), y nosotros hablando de Rosa Díez, la Mrs. Danvers de la partidocracia española, que se niega a entregar las llaves de Manderley a Joan Fontaine, que es Albert Rivera.
¿Qué trama Obama en el grande mercado persa?

Para nosotros no hay más persas que los del manifiesto de Fernando VII y, si acaso, los dos sultanes que van detrás de Pedro Domecq en el entierro del Camborio. ¿Qué ha de importarnos el futuro volando en la alfombra persa de Obama, teniendo aquí a Rosa Díez dispuesta a morir en su chiringuito como doña Manolita en su mostrador?

Las bolitas de Díez murmuran de las bolitas de Rivera: el premio gordo de una cartera, el segundo premio de una subsecretaría, la aproximación a un político llamado a gobernar…

“¡La democracia!”, te dicen.

Se compran una planta del dinero y la ponen en la ventana; entonces viene Montoro y se la deja sin hojas…

¡La democracia!

La verdad es que uno no ha conocido a un solo politólogo español (profesor, político o periodista) que supiera qué es la democracia formal. No digo que no exista; digo que no lo conozco. La necesidad de hacerse pasar por franquistas (más la necesidad, a la vez, de hacerse pasar por antifranquistas), con la consiguiente elevación de unos pocos sobre la ruina de muchos, impidió esa curiosidad que llevó al único pueblo libre, el americano, a inventar el juego de Rubik de la representación y la separación de poderes.

Sé de algunos que aquí, cuando la Santa Transición, lo fiaron todo a esta generación, pero la Generación Más Preparada de la Historia, que nació vieja, nos ha salido pancera y, desde luego, tonta, pues abreva en el Ortega que escribió “gémula iridiscente”.

Rafaelito, ¿tú crees que se puede escribir “gémula iridiscente”? –preguntaba a Ferlosio su padre Sánchez Mazas, que transmitió al hijo la manía a Ortega.
En España todo lo que se ventila es quién será el Jack Lang iridiscente de la gémula de Rivera.