Baulismo triunfante
Ahora que Pepe y Sergio Ramos dirigen un seminario sobre el recibimiento al Madrid en los campos de España, hay que decir que en los toros, al contrario que en el fútbol, lo importante no es el recibimiento, sino la despedida.
Al contrario que el Real Madrid, Curro Romero llevaba la penitencia en las despedidas. Una vez, en Valladolid, la tuvo tremenda. Bajo las almohadillas voladoras, al pasar junto a su apoderado, Manuel Cano, le comentó:
Por estar casado con su hija, Conchín (amadrinada, ay, por Evita Perón), Curro era yerno de doña Concha Piquer, cuyo baúl daría origen a un “baulismo” primitivo, el del baúl de la Piquer, en boca de todos los piperos viajados, que tiene su versión contemporánea en el “baulismo” de Raúl González Blanco, un “ismo” del que Jarroson sería su André Breton.
Raúl reniega de los galácticos, aunque gracias a las camisetas que ellos vendían el club pudo pagarle a él su acendrado madridismo. (Hay un madridismo acendrado, que es el de los que se hacen ricos con él, y un madridismo fetén, que es el de Bernabéu, que trabajaba de balde, y Zidane, que renunció a un año de contrato.)
En el Madrid de Raúl, pues, no habría galácticos. Guardiola (¡el Pep!) sería el amigo. Los responsables de Valores, Valdano y Del Bosque (“el hombre al que quiso conocer Martín Patino”, en greguería de Hughes). Y el señorío descansaría sobre los hombros de Casillas y Ramos, el Cary y el Grant de la situación. Con eso, el Madrid sería como el Córdoba, es decir, querido por todas las adiciones de España.
¿Por dónde tiraría la falta un baulista?
Lo de ayer en el Bernabéu fue una capea para turistas resuelta por Bale, el jugador más poderoso (y antipipero) de este Madrid, y dramatizada por James, que en su regreso siguió mostrando su cara de novio de telenovela latinosa recién dejado. Con el gol de pesado de Bale y la asistencia de tobillo de James en el primero de Cristiano se acabó un partido que en boxeo, deporte con bastantes más valores que el fútbol, se hubiera zanjado con el recio Abel lanzando la toalla desde el banquillo. Cómo sería la cosa que salió hasta Chicharito, cuyo ego, por lo que ha dicho en México, no parece estar lo cuidado que presumen los chistularis del Administrado de Egos, que ayer, con ese tiquitaca chicloso que se trae en la boca, tuvo el valor de celebrar los goles con los puñitos apretadicos, como si Abel fuera Simeone.
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Ahora que Pepe y Sergio Ramos dirigen un seminario sobre el recibimiento al Madrid en los campos de España, hay que decir que en los toros, al contrario que en el fútbol, lo importante no es el recibimiento, sino la despedida.
Al contrario que el Real Madrid, Curro Romero llevaba la penitencia en las despedidas. Una vez, en Valladolid, la tuvo tremenda. Bajo las almohadillas voladoras, al pasar junto a su apoderado, Manuel Cano, le comentó:
–Oye, Manolo, ¿pero esto [Valladolid] no estaba tomado?
Prebaulismo, o baulismo pensante
Por estar casado con su hija, Conchín (amadrinada, ay, por Evita Perón), Curro era yerno de doña Concha Piquer, cuyo baúl daría origen a un “baulismo” primitivo, el del baúl de la Piquer, en boca de todos los piperos viajados, que tiene su versión contemporánea en el “baulismo” de Raúl González Blanco, un “ismo” del que Jarroson sería su André Breton.
Como el de la Piquer, el baúl de Raúl (“el baúl azul de Raúl”, cantaba Alberto Pérez, cundo hacía bolos con Krahe y Sabina) tiene muchos años, ha dado muchos tumbos y es objeto de la veneración pipera.
Baulismo prisante
En el baúl de Raúl está el programa de un Madrid alternativo y pipero que sería como el sector ruso de Berlín.
Raúl reniega de los galácticos, aunque gracias a las camisetas que ellos vendían el club pudo pagarle a él su acendrado madridismo. (Hay un madridismo acendrado, que es el de los que se hacen ricos con él, y un madridismo fetén, que es el de Bernabéu, que trabajaba de balde, y Zidane, que renunció a un año de contrato.)
Baulismo tomatero
En el Madrid de Raúl, pues, no habría galácticos. Guardiola (¡el Pep!) sería el amigo. Los responsables de Valores, Valdano y Del Bosque (“el hombre al que quiso conocer Martín Patino”, en greguería de Hughes). Y el señorío descansaría sobre los hombros de Casillas y Ramos, el Cary y el Grant de la situación. Con eso, el Madrid sería como el Córdoba, es decir, querido por todas las adiciones de España.
En ese baúl de Raúl uno sólo echa en falta a Milla,
que habla como jugaba y dice frases de pase corto, como “conjunto
nazarí” (creo que llamaba así al Granada, que vino al Bernabéu sin baúl
para llevarse los goles), “cambiar el rol”, “no pone las manos duras”, y
sobre todo, “vuelvo a repetir”: “vuelvo a repetir de nuevo”, “vuelvo a
repetir otra vez”, y así.
¿Por dónde tiraría la falta un baulista?
Baulismo madridista
Será la Mejor Liga del Mundo, pero no
sé si eso justifica venir de Granada a que el Madrid te meta nueve
goles y que Milla te llame “conjunto nazarí”.
Lo de ayer en el Bernabéu fue una capea para turistas resuelta por Bale, el jugador más poderoso (y antipipero) de este Madrid, y dramatizada por James, que en su regreso siguió mostrando su cara de novio de telenovela latinosa recién dejado. Con el gol de pesado de Bale y la asistencia de tobillo de James en el primero de Cristiano se acabó un partido que en boxeo, deporte con bastantes más valores que el fútbol, se hubiera zanjado con el recio Abel lanzando la toalla desde el banquillo. Cómo sería la cosa que salió hasta Chicharito, cuyo ego, por lo que ha dicho en México, no parece estar lo cuidado que presumen los chistularis del Administrado de Egos, que ayer, con ese tiquitaca chicloso que se trae en la boca, tuvo el valor de celebrar los goles con los puñitos apretadicos, como si Abel fuera Simeone.
El secreto del baulismo
MORANTE EN LA CAPEA
Morante, que no se dejó ver en Las Ventas el Domingo de Ramos (ya suponemos que por si acaso, teniendo en cuenta el ganado que se anunciaba), pasó por el Bernabéu el Domingo de Resurrección, una capea futbolera (“capear el temporal”, decían los radiofonistas) de las que le gustan y que disfrutó mucho. No intercedió por Chicharito, su compadre mexicano, pero dijo que Ramos e Isco hacen un arte como el suyo, y, si él lo dice, no seré yo quien se lo discuta. Morante se pasa la temporada despachando juampedros, que es como si el Madrid jugara cada jornada contra el Granada, “porque se nos da bien”. Cosas del arte.
MORANTE EN LA CAPEA
Morante, que no se dejó ver en Las Ventas el Domingo de Ramos (ya suponemos que por si acaso, teniendo en cuenta el ganado que se anunciaba), pasó por el Bernabéu el Domingo de Resurrección, una capea futbolera (“capear el temporal”, decían los radiofonistas) de las que le gustan y que disfrutó mucho. No intercedió por Chicharito, su compadre mexicano, pero dijo que Ramos e Isco hacen un arte como el suyo, y, si él lo dice, no seré yo quien se lo discuta. Morante se pasa la temporada despachando juampedros, que es como si el Madrid jugara cada jornada contra el Granada, “porque se nos da bien”. Cosas del arte.
Baulismo imperial