Noche de rock’n roll con fuertes raíces y más fuerte juventud todavía la que nos esperaba en la céntrica sala madrileña que desde buen tiempo antes de abrir sus puertas tenía varios grupos de personas rondando la entrada para disfrutar del concierto. Los que conocíamos de antemano la obra de los cabezas de cartel no nos extrañamos de la acogida para un grupo que recoge toda la tradición del rock de los setenta, desde el más guitarrero hasta el más psicodélico y experimental, de hecho éste principalmente, y nos lo planta en toda la cara con frescura y un toque distinto que hace pensar que estás ante algo nuevo de alguna manera y no, como un tremendo saco de bandas del estilo, ante la copia de la copia de alguien grande. Y esto se hace rompiendo una de las dudas que me planteaba al escuchar su último trabajo, ‘IV’, cómo llevar ese sonido al directo entre solo tres tíos, pues lo hacen, dejándote pasmado cada uno de ellos, especialmente, quizá por lo inhabitual, su teclista, quien tras un Hammond de museo crea toda una orquesta.
Pero antes de disfrutar de los holandeses teníamos a los jóvenes madrileños Vucaque. Cuatro jóvenes músicos cargados de actitud y embriagados del espíritu más clásico y místico del rock’n roll. La banda supo exprimir su tiempo y a un público que disfrutó tanto de los temas propios como de las bastante lucidas versiones que se marcaron, a destacar las de Led Zeppelin, banda de referencia evidente miraras donde miraras y escucharas como escucharas. Una actuación divertida con las dosis necesarias de calidad en cada uno de los miembros aunque voz y guitarra centren la atención, también por esa palabra, actitud, tan necesaria en estos tiempos en los que cualquiera cree ser músico y que en esta banda caía a chorros por el escenario… aunque siempre hay quien no le va el dogma de “Casi Famosos” que tanto me vino a la cabeza en la actuación, aquello del cantante carismático, el guitarrista misterioso, etc.
Pero antes de disfrutar de los holandeses teníamos a los jóvenes madrileños Vucaque. Cuatro jóvenes músicos cargados de actitud y embriagados del espíritu más clásico y místico del rock’n roll. La banda supo exprimir su tiempo y a un público que disfrutó tanto de los temas propios como de las bastante lucidas versiones que se marcaron, a destacar las de Led Zeppelin, banda de referencia evidente miraras donde miraras y escucharas como escucharas. Una actuación divertida con las dosis necesarias de calidad en cada uno de los miembros aunque voz y guitarra centren la atención, también por esa palabra, actitud, tan necesaria en estos tiempos en los que cualquiera cree ser músico y que en esta banda caía a chorros por el escenario… aunque siempre hay quien no le va el dogma de “Casi Famosos” que tanto me vino a la cabeza en la actuación, aquello del cantante carismático, el guitarrista misterioso, etc.
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