lunes, 1 de agosto de 2011

Los procesos moscovitas de la Uefa



Ignacio Ruiz Quintano

Abc

Manda huevos que a la vuelta de las vacaciones (hablamos del fútbol) haya profesionales obligados a perder su tiempo en los procesos moscovitas de la Uefa.

Digo Uefa y veo a Platini comiendo mejillones con mantequilla, que es una cosa que comen mucho los franceses como este Tartarín de la Uefa: comen mejillones con mantequilla, beben vino y tienen una condecoración, que en el caso de Platini es aquella Eurocopa que ganó por debajo de las medias blancas de Arconada.

Hace dos años, por estas fechas, el orondo Platini andaba por los medios denunciando “la indecencia” de que Cristiano Ronaldo costara cien millones de euros, aunque calló como un tuso cuando los catalanes pagaron más o menos los mismos millones por Ibrahimovic, ese pájaro carpintero que acabaría picoteando astillas en la cocorota del Gandhi de Sampedor.

¿Cuántos años han pasado desde que García nos arengara cada noche contra la dictadura feudal de la Unión Especuladora...?

Bueno, pues hoy dices Uefa y se te aparecen el turco de la Unicef, el Gaspart de “senyor Amunik”, el Stark de “Sin perdón” y ese Villar que parece incapaz de encontrar una oración en la Biblia y cuya única misión consiste en pensar lo mismo que Blatter y que Platini, sólo que después.

En el siglo veintiuno, el fútbol es él único ámbito social que consiente organizaciones tan antidemocráticas como la Fifa o la Uefa.

Desde el punto de vista disciplinario, la Uefa es una mezcla de Inquisición en lo solemne y de Gran Purga moscovita en lo funcional, con la obediencia, cuando no el aplauso, de los súbditos de esa Reina de Corazones que es Platini.

Tomemos el caso Mourinho, que en el Moscú de los procesos hubiera sido un derechista, un trotskista, un... Lo que él hubiera querido. Porque el procedimiento es idéntico: primero, la sentencia, y después, si te pones chulo, el juicio. El delito es lo de menos. Lo que cuenta es la representación, la dramatización: es lo que amedrenta. Y en los periódicos se aconseja con la mayor naturalidad a Mourinho que acepte la sentencia por un delito que él ignora, pues ir a juicio es peor, porque, en venganza, te mandan luego unos árbitros que te parten en dos.

Levantas la vista del papel, te tomas el café y caes en la cuenta de que te están contando “Los Soprano”, pero con el glamour de un reloj de cuco suizo...

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LA OTRA CASA BLANCA

Mala semana para el Gandhi de Sampedor: su íntimo amigo Zetapé pone fecha a su propia defunción política y San Obama no le deja entrenar el tiqui-taca (invento, por cierto, de Marcel Domingo desarrollado por Luis Aragonés) en la parcela de la Casa Blanca. ¡Con la ilusión que le hacía a Pep verse en la banda con Obama hablando de las Desdémonas de Verdi, que es como el WSJ describió en su día el fútbol del Barcelona.
Ni “entreno”, como dicen los catalanes, en el jardín ni encuentro con Obama, que no quiso encontrarse con Busi y que le dijera: “Morro, morro... Que tienes mucho morro”.

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