jueves, 19 de mayo de 2011

Toros por Internet un 19 de Mayo de 2011

Ética para Amador*


UNA METÁFORA DE LOS TIEMPOS PRESENTES,

LOS DE LA PIERNA ATRÁS


Pepe Campos

Kaohsiung (Taiwán)

Gracias a internet estoy viendo -hasta que corten el grifo, no sé de qué depende- la Feria de San Isidro 2011: la Puerta Grande de ayer de Manzanares responde al triunfo final de una estrategia largamente planteada para la Plaza de Las Ventas: deshacerse de los aficionados, poco a poco, para llenarla, durante los días de feria, de público de aluvión, de famosos, y de ignorantes respecto al torear.

¿Cómo se ha ido echando a la afición? Muy fácil, quitándole contenido a los carteles de temporada, sobre todo en verano, que fue siempre la época ideal de crear nuevos aficionados y de reivindicación de toreros que atesoraban valor y torería. Antes -para no ir muy lejos, años ochenta- había una fantástica programación de corridas de toros serias durante los veranos. Ahora -por ejemplo 2010- todo ha quedado en novilladas nocturnas de horario imposible con aspirantes desconocidos o pasados de edad, ante novillos comerciales, y, para justificarse ante los poquísimos aficionados que acuden, todavía, como recuerdo de lo que fue, alguna corrida de toros, pero con ganado descastado y toreros que formaron o pretenden formar parte del circuito de las ferias. Además, de las novilladas nocturnas, con ‘entrada general’, sale que los aficionados que todo el año mantienen una localidad y una relación de abonados, se les sugiere el abandono de su lugar, y se ven sentados de pronto entre la vorágine. Se corta otro vínculo.

Es algo que he observado y estudiado bien porque todos los años acudo a los festejos de verano de Madrid. Y prácticamente ya no encuentro a ningún aficionado. Como diría un amigo, sólo unos poquitos. A ello se une que ya no asiste ese público tan festivo cuando San Isidro -no vuelven más: San Isidro no crea afición-. Y, ante tan malos carteles y pésima programación, la plaza se va quedando vacía -de aficionados- a lo largo del verano, algo que está muy pensado. No nos extrañe que dentro de dos o tres temporadas se cierre la Plaza desde mediados de junio hasta mediados de septiembre, que es lo que persiguen los empresarios y para ello cuentan con el apoyo de la dueña de la plaza -la Comunidad de Madrid-. Veremos.

¿Qué consecuencias tiene esta política taurina? Muy sencillo, eliminar al aficionado de Madrid -último bastión de lo que fue la fiesta de los toros- para que no exista criterio ni exigencia en la plaza en las fechas estratégicamente marcadas en el calendario para los eventos exitosos -con ganado bobalicón- que serán rentables económicamente en la temporada de verano -principalmente- y en todo el orbe taurino.

Manzanares ayer: perseverancia, siendo consciente que unos cuantos muletazos ‘limpios’ pueden servir para cortar las orejas, de ahí que la faena fuera tan larga a pesar de que no tomaba vuelo; muletazos largos desplazando al toro por las afueras, sin rematar los pases, más bien, levantando la muleta al final del pase para llevarlo lejos desde donde ligarle con comodidad un segundo pase -no más- de la misma traza que permita el pase de pecho ‘circular’ que por su desarrollo tapa la ausencia de contenido en cada una de las tandas; nada de acoplamiento, toreo despegado, con mucho hueco; sin reunión; ni comienzo ni final de faena. Ni toreo natural, de mayor riesgo. Sólo alguna trincherilla o adorno. Mucho conocimiento de público. Un momento radiante tapa las carencias. De ahí la constancia y el tesón, y el dar pases. La finalidad, las orejas.

Una vez muerto el toro -cierto que la estocada fue fantástica, extraordinaria- el mismo público que no ha entrado, ni se ha emocionado durante la faena, entra en la nueva suerte -aunque no es nueva-: la suerte del pañuelo -en algunas plazas la almohadilla- para pedir las orejas. Da igual lo que haya ocurrido antes. La petición de oreja es un acto en sí mismo. Un interludio en la corrida. Se piden para justificar el evento, sin tener en cuenta el toro, la lidia, la faena ni la espada, ni el arte, ni la ética. La neo-tauromaquia es así y es una realidad.Una metáfora de los tiempos presentes, los de la pierna atrás.
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*Amador, sobrero en la corrida de El Ventorrillo, es el nombre del Ortigao que abrió plaza en el cartel estrella de la Primera Plaza del Mundo