domingo, 21 de junio de 2009

ELOGIO DE CURRO DÍAZ





José Ramón Márquez


La frase manida, atribuida al Pasmo de Triana, asegura que se torea como se es. Suponemos que eso significa que los buenos toreros torean como los buenos toreros, y los otros, no. Pero ahí faltan cosas: la naturalidad, la personalidad, la verdad. El domingo, 21, en Las Ventas, Curro Díaz explicó a medias, pero con nitidez, lo que es ser un torero, con su verdad, con su inspiración, con su miedo. Frente a la clara e imperfecta explicación de lesa torería que dictó en su segundo, nos vienen a la cabeza las imposturas con que nos tratan de adoctrinar. Crucemos de una vez las espadas entre la actitud forzada, la impostura jaleada como si fuese oro puro, la crispación y la tensión de Morante de la Puebla, y la levedad, la alegría, la profundidad de la antigua escuela sevillana, practicadas por un torero de Linares a quien le basta la filigrana de un adorno para recordarnos que este espectáculo es (y siempre debería ser) una fiesta.