domingo, 23 de junio de 2024

Los intelectuales de la División Azul


Luis García-Berlanga


Martín-Miguel Rubio Esteban


Del mismo modo que en las Brigadas Internacionales que vinieron a luchar contra los nacionales en nuestra Guerra Civil, organizadas por la Komintern, encontramos algunos grandes intelectuales disueltos entre una canalla ignara y criminal de truhanes y gazapina, también en las tropas extranjeras que fueron a luchar contra la Rusia comunista en la IIª Guerra Mundial (fineses, húngaros, rumanos, búlgaros, italianos, noruegos, franceses, estonianos, letones, lituanos, polacos, búlgaros, suecos, daneses, eslovacos, yugoslavos y españoles) encontramos muchos grandes intelectuales europeos. En nuestra misma División Azul se encuentra un gran número de intelectuales, como cosa propia de un ejército que había nacido principalmente a propuesta del falangista Sindicato Español Universitario (SEU). Sólo con citar aquí parte de la nómina de los jóvenes intelectuales y universitarios que fueron a combatir al comunismo en Rusia sería suficiente prueba: José Manuel Castañón, escritor, Fernando María Castiella y Maiz, historiador y ensayista, Luis Ciges Martínez, actor, Álvaro de Laiglesia, escritor, José Díaz de Villegas y Bustamante, militar, escritor y gran geógrafo, Luis García-Berlanga Martí, director de cines, Gerardo Oroquieta Arbiol, escritor y memorialista, José Miguel Guitarte  —precisamente Jefe Nacional del SEU—, Antonio José Hernández Navarro, escritor y periodista, David Jato Miranda, ensayista y crítico de literatura, Víctor José Jiménez y Malo de Molina, escritor, Francisco Labadíe Otermín, escritor y economista, Pedro Lazaga Sabater, director de cine y guionista, Antonio de Mastaza Rodríguez, canónigo, teólogo e historiador, Armando Muñoz Calero, Presidente de la Organización Médica Colegial de España y Presidente de la Real Federación Española de Fútbol —cuando aún no brotaban rubiales—, Teodoro Palacios Cueto, escritor con la colaboración de Torcuato Luca de Tena, Silverio Palafox Marqués, médico e historiador, Pedro Pimentel Zayas, Director del Museo del Ejército, José Luis Pinillos Díaz, el mayor pensador de psicología de su tiempo, Dionisio Ridruejo, escritor y poeta, Rodrigo Royo Masía, escritor, Ángel Ruiz Ayúcar, escritor, Tomás Salvador Espeso, escritor, Víctor de la Serna Gutiérrez-Répide, nieto de Concha Espina y uno de los más grandes directores de periódico de los años cuarenta y cincuenta, Enrique Sotomayor Gippini, tan admirado por Ramiro Ledesma Ramos por su pasión de justicia social y que murió combatiendo en Rusia, Director de la revista Haz y de FE, y Secretario General del SEU, José Lisardo Suárez Sánchez, grandísimo actor, Miguel Javier Urmeneta Ajarnaute, humanista y gran mecenas, Ricardo Villalba Rubio, estudioso de la guerra, o el gran poeta Antonio de Zubiarre Martínez, son buena muestra, entre otros miles de universitarios, de que una gran parte de la juventud mejor formada de España fue a luchar contra el comunismo, y muchos de ellos a morir bajo la sagrada nieve de Rusia, nación de la que todos vinieron prendados de amor por la bondad innata de aquel desafortunado pueblo y el misterio melancólico de su paisaje inabarcable que festonea el alma triste de la bella Rusia “iustissima tellus”. Por otro lado, en 1941, cuando se inicia la historia de la División Azul, a partir de una intención programática pergeñada por tres amigos, Serrano Suñer, Dionisio Ridruejo y Manuel Mora-Figueroa, estaba muy vivo aún el recuerdo de los italianos y alemanes que habían luchado junto al bando nacional en la Guerra Civil. En realidad, ya desde la Guerra Civil los falangistas venían proponiendo la idea de lanzar una gran “cruzada” multinacional contra el comunismo. Uno de los intelectuales falangistas, Federico de Urrutia, lo había expresado con meridiana claridad en su libro El nacionalsindicalismo es así, una obra de 1939: “El día en que el perfil imponente de cien millones de bayonetas de todos los pueblos unidos avance sobre Moscú (…), ese día el Imperio del Mal se vendrá abajo. Y la humanidad, santificada en redención, podrá otra vez vivir para el espíritu en los tiempos de Dios y de la Cultura. El dilema, pues, está claro. O con la Bestia rusa o contra Ella.” El aplauso que recibió la acción alemana de atacar a Rusia por parte de muchos europeos le permitió a Alemania presentarse como campeona de un frente europeo contra el comunismo, y el Pacto Antikomintern, del que no se hablaba desde septiembre de 1939 por motivos obvios, volvió a reaparecer en escena, y hasta amplió sus firmantes con la adhesión de Rumanía, Finlandia, Bulgaria, Eslovaquia, Croacia, Dinamarca y el gobierno chino projaponés de Nanking. Lord Moran, el médico de Winston Churchill, nos cuenta que aquella noche del 22 de junio de 1941 Churchill durmió, por primera vez en casi un año, siete horas seguidas por tres razones buenas para él: el ataque al comunismo en sí, la aniquilación del pacto germano-soviético-japonés que se podía comer al mundo fácilmente, y la entrada en una hura de la que Alemania no saldría viva. Tres razones para despertar el Primer Ministro en plena forma y con sentido del humor. Serrano Suñer visitó a Franco el mismo día del ataque a fin de convencerle de la conveniencia de enviar una unidad de voluntarios falangistas en apoyo de Alemania en su lucha contra el comunismo. Con esas dos premisas combatiría España: un ejército de voluntarios y sólo para luchar contra el comunismo. Franco diferenciaría muy bien ante Hitler la guerra en el Oeste contra Gran Bretaña, de la que no quería saber nada, y esta nueva campaña contra el comunismo. Autorizó a su cuñado para que formase esa unidad de falangistas, y hay quien ha pensado que Franco prefería a la Falange luchando en el frente ruso que haciendo una revolución antiburguesa en aquella España exhausta de revoluciones. Desde el inicio del ataque, Alemania contó con el Ejército Rumano y el finlandés, y después se sumaron los ejércitos de Eslovaquia, Italia y Hungría. El martes 24 de junio los activistas del SEU organizaron en Madrid una entusiasta manifestación, que pronto fue masiva —tenemos fotos de la misma— para pedir el envío de “voluntarios falangistas contra Rusia”, según se leía en las pancartas. Se veía a los estudiantes falangistas de todas las facultades portando banderas de Falange y de España. En el 70% de las capitales de provincia y en los pueblos más importantes se repitieron las entusiastas manifestaciones en el mismo sentido. El no poder lucir en sus uniformes falangistas condecoraciones ganadas en la Guerra Civil era un auténtico trauma, y por eso para quienes no podían hacerlo por haber estado presos o por ser demasiado jóvenes la División Azul iba a ser la ocasión que esperaban. A la hora de entrar tuvieron preferencia los falangistas que sobrevivieron presos de la Guerra Civil. Como miembros entusiastas del SEU hubo centenares de soldados con la estrellita blanca de seis puntos sobre fondo negro que representaba a los famosos alféreces provisionales que con tanto valor lucharon y dieron sus jóvenes vidas en la Guerra Civil, y que en las tierras de Rusia mostraron el mismo heroísmo, impulsados por su ferviente ideología nacionalsindicalista y su oposición cerrada al comunismo. La izquierda nacional entraba en combate épico y feroz contra la izquierda internacional pilotada por el imperio comunista desnacionalizador. Ya en Rusia Dionisio Ridruejo escribía: “El reverso del horror de la guerra es una cierta exultación entregada en la que el nosotros vence y arrastra al yo”. El yo individual se entregaba a los ideales del colectivo falangista en aras de un imperio cultural, la Hispanidad. En seguida se escribió un himno oficial de la División Azul, que compusieron al alimón José María Alfaro y Agustín de Foxá, con música de Juan Tellería. Es curioso que Falange siempre pergeñó sus himnos a través de la labor colectiva de sus intelectuales (cfr. el “Cara al sol”). Dionisio Ridruejo también escribió un bellísimo himno alternativo, pero definitivamente triunfó el de Alfaro-Foxá. Nunca hay que dejar de subrayar que la guerra de la División Azul en Rusia fue ante todo y solamente un fenómeno ideológico; en donde la cultura política falangista es tan fuerte que en realidad tenía razón José Antonio cuando afirmaba que los camaradas de Falange debía ser mitad monjes, mitad soldados. La Falange antes de ser un movimiento político fue sobre todo un movimiento cultural para remover la conciencia de la patria, algo así como lo que hacía Sócrates en Atenas. También tenemos que reconocer, empero, que muchos divisionarios marcharon a Rusia por asuntos más personales, como los que habían perdido a sus familiares asesinados cobardemente por los rojos en las checas de Madrid. Padres asesinados, hermanos asesinados e hijos asesinados. El propio Dionisio Ridruejo y Enrique Errando recuerdan en sus memorias el caso de un camarada mayor, arquitecto vanguardista de gran prestigio, al que habían asesinado a su hijo y que hizo la durísima campaña de Rusia. O casos más curiosos, como el del comunista José Robles Pazos, buen conocedor del ruso, profesor de literatura americana y el gran traductor de Dos Passos, asesinado durante una de las purgas de Stalin en Rusia, y que su hermano falangista “vengó” alistándose a la División Azul. Por cierto, cuando Dos Passos se enteró del asesinato de su traductor, el comunismo se convirtió para él en una bestia del Averno, se convirtió en un intelectual ultraconservador nacionalista, mitificó los orígenes de los EEUU y cortó relaciones para siempre con Hemingway por no importarle a éste las víctimas que generaba el comunismo, manteniendo cariñosas relaciones vitalicias con el hermano divisionario. Los divisionarios que marchaban a Rusia lo hacía como los antiguos cruzados que marchaban a Tierra Santa, y no se paraban en Constantinopla, claro. Junto a los estudiantes falangistas del SEU también había muchos falangistas de los pueblos de Castilla, y es que el falangismo no perderá jamás un hondo espíritu campesinista, fundamentado en los ciclos de la naturaleza revelado en fiestas y tradiciones, incompatible con el comunismo. Pero a la División Azul también se incorporaron, contra el criterio de “las buenas gentes”, gentes de la izquierda vencida en la Guerra Civil, y es que el falangismo, como izquierda nacional, siempre quiso atraerse a sus filas a antiguos izquierdistas, con quienes compartían el deseo de justicia social. Así, Nicolás Miranda Marín, o más conocido por sus pseudónimos, Joe Sheridan y Cameron Jones, autor de novelas del oeste, con la calidad de las de Zane Grey, aunque partidario del Frente Popular, no sólo se alistó en la División Azul, sino que llevó a cabo hazañas heroicas que lo mutilaron. Otras veces, antiguos comunistas, como Óscar Pérez Solís, acabaron siendo falangistas y lucharon en el duro frente ruso. Obviamente también hubo cambios en dirección contraria, como el del joven falangista Luis García Berlanga, el que llegaría a ser uno de nuestros mejores directores de cine, que participó con pasión y valor en esta campaña de Rusia, falangista entonces hasta la médula si leemos sus encendidos textos. Los falangistas hacían quinielas sobre quién pilotaría la división expedicionaria. Unos apostaban que Ramón Serrano Suñer, quien aunque no había sido falangista de las primeras horas, era entonces una de las mejores cabezas de Falange. Otros que José Antonio Girón de Velasco, otro falangista, además de la Falange de las primeras horas, que concitaba mucha simpatía, y otros, finalmente, aventuraban que el general Juan Yagüe, el general más cercano a Falange. Pero ocurría a la sazón que Franco estaba muy enfadado con Yagüe, la antítesis del adulador, y, por otra parte, pensaba que hacer piloto de la División Azul a su cuñadísimo Ramón Serrano Suñer era darle un poder demasiado peligroso, sobre todo en su vuelta de Rusia. Al final optó por Agustín Muñoz Grandes, que entonces se dedicaba a elaborar planes militares para reconquistar Gibraltar. La decisión de Franco no fue errónea; sin ser falangista, Muñoz Grandes sentía la pasión por la justicia social como un falangista. Hitler, que consideraba que la guerra de Rusia terminaría en el invierno de 1941/42, pensaba que dado el clima que tenía España enviaría a la División Azul, como Spanische Korps, a guardar los territorios del Cáucaso. Pero la guerra salió de otra manera. Ya Eneas aprendió una máxima que transmitió a la posteridad: “Cede deo!”, ¡cede ante un dios! Si descubres que un dios está contra ti, ¡cede! Serrano Suñer se despidió de la División con poética falangista: “El heroísmo de esta División Azul hará florecer en los campos torturados de Rusia las cinco rosas de nuestra anunciada y esperada primavera”. Hoy España no podría mandar a Rusia, la Madre Rusia, ni la décima parte de jóvenes talentosos que componían la División Azul. Como mucho un pelotón de gramáticos de primera tonsura. Tampoco hoy hay razones para atacar a Rusia. 


Leer en La Gaceta de la Iberosfera

Domingo, 23 de Junio

 



Precaución Salvages

Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!»

DOMINGO, 23 DE JUNIO


Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:


-Vamos a la otra orilla.


Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre su cabezal.


Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:


-¡Silencio, enmudece!.


El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo:


-¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?


Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y el mar le obedecen!».


Marcos 4, 35-41 

sábado, 22 de junio de 2024

El drógulus




Ignacio Ruiz Quintano
Abc


    Si la partidocracia no es tonta, el pastel ya estará cocinado: una España federal (?), y que vean en el mundo lo que somos capaces de hacer en una lonja con el Derecho.


    Una España federal (¿a lo Proudhon, a lo Hamilton o a lo Cebrián?) en que “federal” no será sino la palabra mágica para disimular la exención fiscal de Cataluña a cambio de que otra generación de Resto de Españoles siga jugando con el Barça.


    En un debate sobre lógica en la BBC entre el padre Copleston y el filósofo Ayer, cuya lectura recomiendo porque no vamos a discutir de otra cosa en mucho tiempo, mareado por los juegos de palabras del padre, explota el filósofo:


    –Suponga, padre, que digo “Hay un drógulus allí”, y usted dice “¿Qué?”, y yo replico “Drógulus”, y usted pregunta “¿Qué es un drógulus?”. Bueno, digo yo, no puedo describir lo que es un drógulus porque no es la clase de cosa que usted pueda ver ni tocar, no tiene efectos físicos de ninguna clase, sino que es un ser incorpóreo. Y usted dice “Bien, ¿cómo puedo decir si está allí o no?” y le contesto “No hay forma de decirlo. Todo sigue justo igual esté allí o no. Pero el caso es que está allí. Hay un drógulus justo detrás de usted, espiritualmente detrás de usted.” ¿Tiene eso sentido?

    
El drógulus de España será “lo federal”, ya aceptado que en 1714 la Legión de Millán Astray interrumpió un rondo que los abuelos de Guardiola estaban jugando en La Masía.


    Este drógulus nos lo traen las peñas del “derecho a decidir” lo indecidible: las del derecho lo tienen los catalanes y las del derecho lo tienen, juntos, todos los españoles, pero sin explicar por qué.

    
Prodigios del drógulus: la fiscalía pasa de cautelas con el chico de los Pujol (no ha tenido ni que guarecerse en el garaje de Gallardón) y el jefe de la Esquerra llama a saltarse la ley cuando el juez no puede hincarle el diente, ocupado con la canilla de Aguirre, rea de desobediencia… a un agente de movilidad.

    –Hay un drógulus justo detrás de usted.


Septiembre, 2014

Cómo sobrevivir a una guerra nuclear





Javier Bilbao


La historia la cuenta con todo detalle Martin J. Sherwin en Gambling with Armageddon y la atribuye a la «plain dumb luck», pura y simple suerte: el 27 de octubre de 1962 uno de los cuatro submarinos soviéticos desplegados en torno a Cuba fue detectado por la flota estadounidense que, según la orden dada por Kennedy cinco días antes, estaba encargada de bloquear la isla. Su tripulación no pasaba por su mejor momento, pues siendo un submarino diseñado para navegar las frías aguas del Atlántico Norte e imposibilitado de salir a superficie, debían afrontar niveles muy altos de CO2 y temperaturas de más de 45 grados, lo que les provocaba frecuentes desmayos. Además, ahora, tras varios días de persecución y huida en un ambiente prebélico, estaban bajo un fuego enemigo que era lanzado como señal de aviso, aunque ellos lo interpretaron como un ataque. Lo cual suponía un problema, dado que la nave estaba equipada con un arma nuclear de una potencia equivalente a las bombas lanzadas sobre Japón, y se había acordado entre los cuatro submarinos rusos que ante la falta de comunicación directa con Moscú si uno la usaba, los otros tres también lo harían.


El capitán, según describió un miembro de la tripulación, tenía ya por entonces los nervios destrozados, gritando a todo el mundo en un estado de paranoia, ordenó preparar el torpedo nuclear y proclamó que «puede que la guerra haya empezado ahí fuera, ahora vamos a aplastarlos. Moriremos, pero los hundiremos a todos. No seremos la vergüenza de la flota». Un momento, habíamos comenzado hablando de suerte y es ahora cuando entra en escena de la mano de un oficial, segundo al mando, llamado Vasily Arkhipov. Quiso la casualidad que el año anterior estuviera destinado en el célebre submarino K-19, cuya historia sobre el escape radioactivo que sufrió fue llevada al cine hace unos años en una cinta protagonizada por Harrison Ford (el papel inspirado en Vasily lo interpretó Liam Neeson). Según su viuda, el hecho de haber visto morir por intoxicación radioactiva a varios de sus compañeros le hizo particularmente sensible a la amenaza de una guerra nuclear y eso le llevó a oponerse al capitán del submarino. Supo interpretar, correctamente, que los disparos contra la nave fueron sólo de advertencia y por tanto no debían reaccionar lanzando el torpedo nuclear. Logró persuadir al capitán y ésa es la decisión que finalmente se tomó… como podemos constatar por el hecho de que sigamos dando vueltas por este mundo. Eso es un final feliz y no lo de las peluquerías chinas.


Hubo otros episodios en los que se bordeó el abismo durante la crisis de los misiles de Cuba, como el derribo no autorizado por Moscú del avión U2 —que daría nombre a la banda irlandesa— o el envío por error a la base militar de Okinawa de un mensaje de lanzamiento de misiles contra objetivos rusos y chinos. También en el conjunto de la Guerra Fría se vivieron momentos límite como el llamado «Incidente del equinoccio de otoño», el 26 de septiembre de 1983 (el documental The Man Who Saved the World ofrece una recreación dramatizada a partir de aquí), cuando un error informático en un radar alertó del lanzamiento de misiles balísticos contra la URSS. Décadas después de todos aquellos eventos podemos discutir pausadamente la atribución de errores y señalar causas, pero quienes los protagonizaron debían actuar en caliente, a partir de la escasa información disponible y sin marcha atrás. Por cada error técnico, malentendido, orden no acatada o reacción emocional, hubo también personas en diferentes posiciones que supieron actuar con sangre fría y prudencia para contrarrestar todo lo anterior. ¿Y si en algún momento dejaba de haberlas?


La posibilidad de que se desatara el apocalipsis era estremecedoramente factible, aun cuando ninguno de los contendientes lo deseara, y la lógica inherente desde los comienzos de la carrera armamentística planteaba que, de producirse, el enfrentamiento debía ser definitivo. Conceptos estratégicos como Overkill o MAD  (Mutually Assured Destruction) exigían que el ataque debía ser tan devastador que sobrepasase cualquier posibilidad defensiva —aunque eso supusiera bombardear varias veces el mismo objetivo— y disipara en la mente del rival la tentación de recurrir a esta guerra pensando en que las pérdidas fueran asimilables. ¿Por qué entonces abundaron a partir de los años cincuenta los programas de instrucción cívica sobre cómo sobrevivir a un holocausto nuclear?


Si uno piensa en qué posibilidades hay de sobrevivir a: 1º) la explosión de miles de misiles con ojivas múltiples, 2º) la radiación, 3º) el invierno nuclear, 4º) la falta de recursos como alimentos, energía, sanidad…, 5º) el colapso del orden social y la autoridad estatal, etc… Entonces recibir recomendaciones al respecto es algo así como que te expliquen la mejor postura en la que aterrizar si caes desde una décima planta. La respuesta está, en parte, en la ilusión de seguridad que creaba en la población, aunque, principalmente, en hacer creer al enemigo que todo un país valoraba seriamente ese escenario y estaba tan decidido —o desquiciado— que llegado el momento usaría su arsenal. Nixon lo llamaba «Teoría del loco». Tan importante en su efecto disuasorio es tener un arma como mostrarse dispuesto a utilizarla, sean cuales fueren las consecuencias.


Así que, en la propaganda de la época, tal como vemos en el vídeo de la tortuga Bert, se recomendaba que ante una sirena de alarma o un brillo cegador en el cielo uno dejara cualquier cosa que estuviera haciendo y procediera a agazaparse junto a un muro o bajo una mesa, cubriéndose la cabeza con las manos. Bien ¿Y luego? Tampoco va más allá. Habrá que esperar unos años para encontrar instrucciones algo más precisas sobre qué hacer a continuación, por ejemplo, para protegerse frente al polvo radioactivo que provoque la explosión. En el documental de 1955 Fallout  contaban que tras una explosión nuclear convenía mirar el cielo para comprobar si llovía polvo radioactivo, en caso de que fuera de día y, si era de noche, entonces poner un plato 15 minutos fuera de casa para comprobar si caía algo sobre él. En tal caso había que refugiarse lejos de puertas y ventanas o, a ser posible, en un sótano, tras sacos de arena o bien pilas de libros y revistas. Si, además, contaba con alimentos, linternas y una radio para escuchar instrucciones de las autoridades, entonces ya podía uno estar tranquilo… Aunque ahora que contamos con la experiencia de la pandemia y de aquello que nos recomendaron esos días, cabe pensar si no será mejor dejarla apagada.


Una década después, en 1965, en Radioactive Fallout And Shelter  nos encontramos un estilo más adulto y científico, con especificaciones sobre diferentes tipos de radiaciones, así como un desconcertante detallismo en explicaciones sobre la manera en que abrir un paquete de pan de molde cuyo envoltorio pudiera tener radiación ¡La diferencia entre la vida y la muerte! Mientras que a partir de los años 70 los anuncios de Protect&Survive por su tono desangelado y por consejos sobre cómo lidiar con los cadáveres de tu familia —no hay que tenerlos más de cinco días guardados— nos revelan su origen genuinamente británico. Llegados los 80 con Reagan se recrudeció la Guerra Fría, pero era también la edad dorada de la cultura pop y las referencias a la hecatombe nuclear ya sólo podían ser irónicas, alegres o apocalípticas, no se podía seguir fingiendo que un buen ciudadano podría solventar el asunto tomando precauciones.



Lamentablemente, más allá del ámbito tecnocientífico no existe tal cosa como el progreso, así que desde aquel punto álgido de fascinantes distopías madmaxianas, Spitting Image y temas pegadizos hemos vuelto a la misma incertidumbre, aunque en el ámbito cultural se ha ido claramente a peor. Los negros augurios sobre una calamidad de esta naturaleza han regresado con fuerza en estos últimos tiempos al calor de los conflictos geopolíticos en Ucrania, Oriente Medio, Taiwán y el Mar de China (está por ver si seguirá habiendo gente con nervios templados que tome decisiones prudentes), pero ahora los avisos, como este anuncio del Servicio de Emergencias de Nueva York, acordes al espíritu de la época, han sustituido a los hombres blancos por mujeres racializadas y los dibujos animados por infografías. Eso sí, los consejos mantienen la candidez de antaño: no hay que salir de casa y conviene cerrar las ventanas en caso de catástrofe atómica. Claro que, suponiendo que el edificio se mantenga en pie y quedasen ventanas por cerrar, lo que está claro es que ya no habrá electricidad ni agua corriente y de los envíos de Amazon despidámonos. ¿Cuántos días puede alguien en tales condiciones permanecer encerrado en su pisito? ¿Qué encontrará afuera el día que salga a ese nuevo mundo radioactivo, sin recursos ni forma de hacer cumplir las leyes? Está claro que sobrevivir a una guerra nuclear será, de nuevo, una cuestión de pura y simple suerte… Aunque no sabemos si buena o mala, pues el que aguante unos días más quizá termine envidiando a los que cayeron primero. 


Leer en La Gaceta de la Iberosfera 


Sábado, 22 de Junio

 


El bíblico jardín

viernes, 21 de junio de 2024

Sansones




Francisco Javier Gómez Izquierdo


        No sé cómo anda el nivel supersticioso de los españoles -habrá que preguntar a los Tezanos del asunto-, pero cuando la Gloria del 2010 en Sudáfrica se empezó perdiendo contra Suiza y el susto se arregló con un "los gitanos no quieren buenos principios para sus hijos". He leído que Luis de la Fuente le reza al Cachorro trianero, un Cristo con cara de gitano agónico al que acompaña leyenda muy conocida, por lo que es posible que tenga autorización divina para ser brillante en los trabajos que comienza. A mí me cae bien Luis de la Fuente. Los tribuletes que escriben y peroran le quieren mandar al agujero negro de esa Federación en la que un tal Rocha tiene más agarraderas que los que mandan en las naciones. Creo que a De la Fuente le contrataron "in ello tempore" para llevar a las promesas de nuestro fútbol y el hombre hizo su trabajo con una calificación de sobresaliente. Como todo buen empleado ha merecido prosperidad y con la responsabilidad de un tipo serio se ha atrevido a cambiar de sistema y ahí está con "perfil bajo" pero con más conocimientos de su profesión que todos los que opinamos sobre su selección.


       De la Fuente se ha atrevido a cambiar el sistema tiquitaquero ya obsoleto al que ya no le quedaban pelos de los que agarrarse y como se nota que ha leído la Biblia tiene por cierta la historia de Sansón y para derribar las más firmes fortalezas ha echado mano de cabelleras rebeldes que además de intimidar, doblan rodillas rivales. Lo primero que se le ve a Nico Williams son unas rastas como guerreras (las pacíficas que veo por Córdoba caen lacias y huelen a jachís) que a mi modesto parecer, conforme pasan los meses, es mucho más airoso y determinante su cimbrear y temible agitación. Progresa mucho y bien Nico y es cosa que nos alegra a todos, como progresa el juvenil Yamine Lamal, de tupé a modo de boina al que muchos entrenadores no se atreverían a poner de titular -Menotti no llamó a... ¡¡¡ Maradona!!! con dos años más que Yamine para el mundial del 78- en Campeonatos de tanta categoría. La cabellera más llamativa sin duda es la de Cucurella de la que no me viene a la cabeza nada semejante a su calibre y frondosidad en nuestra liga ni en ninguna otra. Más parece músico arbolariado que futbolista defensivo pero el caso es que ha estado sensacional los dos partidos y a su abuela, si aún vive, no se le escapará detalle de nieto tan portentoso. Le oí decir al bueno de Marc que lo de su extravagante pelambrera venía por su abuela, porque no le distinguía en la tele cuando jugaba en la cantera del Barça. Prometió que se haría inconfundible. En este nuevo sistema, a mi parecer, las claves para bien y para mal están en los dos extremos, Nico y Yamine, en los dos medios puros, Rodrigo y Fabián, muy a propósito sus nombres como de caballeros, y en defensa, los dos laterales más que los dos centrales. Ya pusimos que es el sistema del Córdoba y el Córdoba me ha dado muchos sustos pero ha llegado a nuestra particular finalísima que se jugará el domingo en El Arcángel.


      El resto, pues Alemania, con quien tendríamos que cruzarnos en cuartos si todo va conforma a la lógica esperada, camina firme como España. De Inglaterra no entiendo la mala colocación en el centro de Rice y Alexander-Arnold, ocurrencia sorprendente que resta mucho a un equipo en el que el que más me está gustando es Walker que anduvo listísimo para propiciar el gol de Kane que quedaría contrarrestado con otro golazo del danés Hjulmand, un medio de pelo largo. Otro dos, el esloveno Karnicnik -un tío fichable- puso contra las cuerdas a Serbia a la que se le apareció Jovic fuera casi de tiempo para mantener la esperanza de pasar. Serbios o eslovenos serían peligrosos terceros.

Abstenerse ¿para qué?



Masaccio


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


La abstención española en las europeas, aunque algo lejos del glorioso ochenta por ciento croata, superó el cincuenta por ciento, cerca ya de las honorables cotas de nuestra gloriosa Restauración, cuando la España oficial consistía, según Ortega, en “una especie de partidos fantasmas que defienden los fantasmas de unas ideas y que, apoyados por las sombras de unos periódicos, hacen marchar unos Ministerios de alucinación”. Medio país viviendo del otro medio.


Estos datos colmarían mi orgullo de abstencionario si no supiera que el español se abstiene, en general, por pereza, no por dignidad. ¿Votar en blanco o abstenerse? Al decir de mi ensayista, entre estos dos derechos existe la misma distancia espiritual que separa el agnosticismo del puro ateísmo: “Perplejo, paralizado ante la duda metafísica, el agnóstico admite la posibilidad de la existencia de Dios. El ateo la niega porque piensa que es ilegítimo pedir que se pruebe la no existencia de Dios”.


La abstención (no el voto en blanco, cuya única utilidad es culminar el fraude electoral de rellenarlo antes del recuento) “es la bicha de todos los partidos” en este paraíso de Adán Alvise y Eva Ayuso, los Pimpinela del Régimen, del cual sólo serán expulsados como en la pintura de Masaccio cuando la masa descubra la única dimensión política que a la Duras, en conversación con Ullán, le parecía seria seria: “¡La indiferencia!”


Con una “indiferencia” del cincuenta por ciento, puede decirse que vivimos en un Régimen muerto, si nos atenemos a la teoría del hombre que lo ideó, Leibholz, que elimina la representación política para, en su lugar, imponer la integración de las masas en el Estado, un motor de dos tiempos que son dos consensos: el normativo, dominado por el cinismo, y el expeditivo, dominado por la hipocresía.


Por el consenso normativo, los partidos transfieren al partido en el gobierno “el derecho de no oponerse” a su acción legislativa. Y por el consenso expeditivo, la oposición comunica al gobierno su intención de no trabar los decretos que no merezcan su conformidad pública.


Es lo que la gente llama “estar en el ajo” todos, lo que aprovechan los listos para equiparar la abstención anglosajona, con partidos de representación, y la nuestra, con partidos de integración, ya que, en resumidas cuentas, la doctrina de Leibholz se limita a dar rienda suelta al ideal fascista de la integración de las masas en el Estado mediante partidos políticos constituidos en órganos estatales que viven del Estado. Visto así, si la participación cae por debajo del cincuenta por ciento del censo electoral, el potencial integrador de los partidos se desvanece: entonces los partidos dejan de ser, no legítimos, cualidad que nunca tuvieron, sino necesarios al Estado, “y devienen enemigos mortales de la Sociedad”. Por eso nos llevan de la oreja a la guerra.


El puño que sostiene la cadena que apresa al cuerpo social es el de Pluto. Pluto y su pandilla.


[Viernes,  14 de Junio]

Viernes, 21 de Junio

 


Verano azul

jueves, 20 de junio de 2024

Malas calles


Alberto Guillén


Ignacio Ruiz Quintano
Abc


Pablemos es un pícaro latinoché –picar, morder– que se aburre en su escaño y habla –“talk is cheap”– de echarse a la calle, que en Madrid es el parque del Retiro, para dar la chapa con el comunismo a los novios y parados de larga duración.


¿Para qué queríamos más? En menos de lo que tarda en persignarse un cura loco, sobre Pablemos han saltado, como Cato, el asistente chino del inspector Clouseau, todos los titanes del Consenso (pompón, charanga y guantes blancos) en defensa de lo único que une, en el Parlamento o en la Academia, a un español con otro:


¡A mí que no me toquen el cocido!

En la Academia, institución que cada vez recuerda más a “La linterna de Diógenes” del indio Alberto Guillén, andan ahora poniéndose como chupa de dómine por los derechos de autor… del Quijote, que, al decir de Pérez Reverte, reclama Paco Rico, el marido de Victoria Camps (no confundir con Victoria Ocampo), que ha puesto un estanco que despacha federalismo.


Y en el Parlamento, institución que paga bien y en sus fechas (“después de mí, las instituciones”, dicen que decía el General), los jefes de la partidocracia han puesto orejas de mistolobo al oír a Pablemos decir que en el Parlamento no se muerde.


Es difícil morder y hablar a la vez –dice el Psoe, que, con abstenerse, se anima como Hong Kong en fiestas.


Aquí se puede hacer pedagogía para la ciudadanía –dice la Esquerra, con su nómina del Estado monárquico petada de trienios en el bolsillo.


Si se sabe hacer, de aquí se puede sacar mucho –dice el PNV, y no hay que decir más.


Para hacer política están las instituciones, en la calle sólo se hace en las dictaduras –dice Ciudadanos, cosa, ay, que siempre la oyó uno decir, por no salirnos de la lengua, a la gente del General en España y a la gente del Comandante en Cuba.

Y es que en ninguna de las tres naciones occidentales con sistema representativo (Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia) sería concebible esta discusión con aforismos de panceta.


Octubre, 2016 

Jueves, 20 de Junio


 Inmanencia

miércoles, 19 de junio de 2024

Reencuentros


Paco Grande



  N'Golo Kanté


Francisco Javier Gómez Izquierdo


           Completada la primera jornada en todos los grupos, los encuentros de la Eurocopa han resultado flojos. Aprueban por llevar ese complemento infalible que son las inyecciones de emoción, pero el fútbol ha resultado espeso. Por contra, hemos visto goles sensacionales, goles que tras certeros y potentes disparo caían como liebres que le saltan al cazador de camino a casa y que le alegran el día. Para servidor las dos selecciones mas aparentes han sido Alemania y España, de las que no tengo claro si además de virtudes propias han destacado por vicios ajenos.


        Como uno no pasa de aficionado, veterano éso sí, me atrevo a dejar constancia de lo que más ha gustado a servidor de esta primera jornada. De lo más agradable, escuchar a Paco Grande a dúo con el hijo de Rafael Marañón, que a pesar del Rafael no es cordobés, sino navarro, transmitir y hablar de fútbol como creo nos gusta a casi todos. El Gaitu y servidor echamos de menos que en sus recuerdos sobre el fútbol rumano no mentara a Gavril Pelé Balint, pero se lo perdonamos y no dejamos de admirar la excelente memoria que conserva. El Ucrania-Rumania resultó una pesadilla para Lunin y las dos estrellas gerundenses: Dovbyk y Tsigankov, a los que no esperábamos que llegaran tan cansados. 


      Al reencuentro con Paco Grande añadimos otro inesperado y es el de N'Golo Kanté, al que pensábamos jubilado, pues es creencia admitida que a Arabía se va a ganar dinero con la prejubilación. Para mí, fue el mejor jugador francés ante Austria, cosa que no deja de ser un poco extraño cuando entre los elegibles andan Mbappé, Griezmann, Dembelé... pero lo que es más llamativo es que Deschamps lo haya preferido de titular por delante de Camavinga y Tchouameni. Espero mucho más de Francia, la verdad. También me ha gustado Eslovaquia, no sólo por ganar a una Bélgica caótica de extravagante central y con un Doku que pareció iba a arreglar las deficiencias belgas fabricando algún gol a base de regates y lo que hizo es meterse en la zona de los cimientos defensivos para acabar destrozando un plantel a las órdenes de un discutido entrenador que a mí me parece que tiene el nombre más sonoro de toda la Euro: Doménico Tedesco. Al seleccionador portugués Roberto Martínez le tengo fe. Entiendo que no puede prescindir de Cristiano, pero de Pepe... No me gustó nada Portugal. El Chapi Ferrer se sorprendía de ver a Pepe, Días y Mendes juntos (¿tres centrales para que pueda jugar Pepe?) y la ininteligible posición de Joao Cancelo y creo que tenía razón. Portugal tiene muy buenos peloteros y Roberto Martínez es seguro que lo sabe. Creo que veremos otro Portugal ante Turquía, selección ésta que nos emocionó con un golazo asombroso de Arda Güler, ése al que Ancelotti llama extraordinario. 

Camba y la ley de Prensa sanchista / La libertad de expresión. Lo que se puede decir y no se puede decir (ayer como hoy en España)


Rafael el Gallo, Jacinto Benavente, Joselito Gallo,
 María Guerrero y Margarita Xirgú



LO QUE SE PUEDE DECIR Y NO SE PUEDE DECIR

 
Por Julio Camba


¡Dichoso el señor Benavente, que en pleno régimen de excepción puede decir todo lo que quiere! Claro que, en último término, una libertad análoga está al alcance de cualquiera. Si todo lo que yo quisiera decir, en efecto, fuese lo mismo que dice el señor Benavente, esto es, si yo quisiera decir que puedo decir todo lo que quiero decir, ¿qué duda cabe de que podría decirlo?


Y lo curioso es que, según el señor Benavente, yo no quiero decir mucho más que eso. Don Jacinto sostiene que sería absurdo el concedernos una mayor libertad de expresión, no porque suponga que tengamos muchas y muy terribles cosas que expresar, sino, al contrario, porque opina que no tenemos que expresar ninguna. Es como si propusiera el desarme de todos los hombres pacíficos, diciendo:


¡Si fueran a asesinar a alguien! Pero incapaces como son de matar a una mosca, ¿para qué se les va a dejar que usen cuchillos ni revólveres?


Por mi parte, si en vista de que Fulano es un charlatán, veo que se le niega mañana el derecho a la palabra, consideraré quizá esta medida como desprovista de espíritu liberal, pero no como exenta de lógica. En cambio, si se le impide hablar a Zutano so pretexto de que es mudo, ya no serán mis principios ideológicos los que se sientan heridos, sino más bien mi dignidad de ser pensante; mi orgullo de ciudadano antropomórfico dotado de raciocinio.


¡Dichoso el señor Benavente! ¡Dichoso este ilustre don Jacinto, que no sólo puede decir que tiene libertad para decir todo lo que quiere decir, sino que, de un modo práctico, demuestra tenerla haciendo esas comedias tan finas y tan espirituales que parece talmente como si las hubiesen fabricado en el propio bulevar de la Madeleine!

 
Porque ya no se trata de la previa censura ni de nada parecido. Se trata del drama íntimo de todo escritor, que cuanto más se eleva en su arte y cuanta más conciencia artística adquiere, tanta mayor dificultad encuentra para volcar su alma en el molde grosero de la palabra. Uno es bien poca cosa, después de todo, ilustre don Jacinto. No ha escrito uno La Malquerida, cosa lamentable –el no haberla escrito, se entiende–, ni la ha cobrado, lo que también es bastante de lamentar. No pertenece uno a la Academia, ni hay probabilidad de que llegue a pertenecer nunca. No le han dado a uno el premio Nobel, y si es uno hijo de un pueblo, porque en alguna parte ha tenido que nacer uno, lo es al igual de todos los otros hijos del mismo pueblo y no de esa manera extraordinaria como usted es hijo de Madrid. En resumen, don Jacinto, que no tiene uno categoría, y no teniendo categoría tampoco tiene responsabilidad. Nuestra misión de escritores es bien pequeña, y, sin embargo, nunca consideramos haberla cumplido debidamente. No tenemos apenas nada que decir, como usted afirma con gran acierto; pero, aun sin previa censura, jamás logramos decir todo lo que queremos.
 
 
Y he aquí que usted –académico, premio Nobel, hijo predilecto de Madrid, Intereses creados y Malquerida–, usted, cuyos grandes pensamientos tienen forzosamente que superar en mucho a los nuestros, no halla el menor obstáculo para expresarlos. La previa censura no merma en nada su libertad de escritor. La censura propia o autocensura, tampoco. Está usted satisfecho de los censores oficiales y, sobre todo, está usted satisfecho de sí mismo. ¡Dichoso usted! En cuanto a su libertad para decir lo que quiere, mientras lo que usted quiera decir sea que tiene usted esa libertad, ¿a asunto de qué va usted a decírnoslo?


No se moleste usted, señor Benavente. No vale la pena...


(Del libro Maneras de ser español, de Luca de Tena Ediciones) 

Satyagraha


Gandhi, creador de la satyagraha



Ignacio Ruiz Quintano

  
Me viene un vecino indignado (o un indignado que es vecino) porque el ministro del Interior habla de tipificar como atentado a la autoridad la resistencia pasiva.


    –¡Esto es cargarse la “satyagraha”! ¿Qué será lo siguiente? ¿Recuperar la ley de vagos y maleantes?

    
La de vagos y maleantes es una ley de la segunda república, pero eso no lo sabe mi vecino, que no se peina y va en bici por la acera para ejercitar la “satyagraha”, una especie de tiqui-taca pacifista puesto en marcha por Gandhi, cuya rencarnación para nuestra España mediática sería Pep Guardiola.


    Para Russell, que dedicó algún tiempo a estudiarla, la esencia de la “satyagraha” consiste en negarse a hacer cosas que las autoridades quieren que se hagan.


    –Si se puede provocar la brutalidad policial, mejor, pero sus receptores han de someterse al tratamiento con pasividad absoluta.

    
Para Gandhi, la “satyagraha” tenía un aspecto religioso, pero si funcionó para el independentismo indio fue porque los ingleses no eran nazis alemanes o comunistas rusos.


    ¿Y en la España de Jorge Fernández?


    España pertenece a la cultura de la mansedumbre evangélica que prescribe “poner la otra mejilla”. ¿Hasta cuándo?


    Mi ensayista cree que, con el texto evangélico en la mano, el pacifismo del receptor de bofetadas se agota en el número dos, puesto que no hay tercera mejilla que ofrecer. Y a tomar viento la “satyagraha”, como hace Pepe, que, siendo el futbolista que más cobra, con eso de que tiene cara de cascabel pisado, ya ven.


    En lo que nos intervienen o no los alemanes del IV Reich, que es un Reich económico y matriarcal, el de la “satygraha” me parece el mejor debate nacional.
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Abril, 2012

Breve Antología del Insulto




Alberto Salcedo Ramos
elheraldo.com


Dime a quién insultas y de qué manera lo haces, y te diré quién eres. Los seres humanos suelen ser despiadados a la hora de referirse a los demás, especialmente cuando se trata de sus colegas. Woody Allen lo dijo de manera brillante: “Los poetas son como los mafiosos: sólo se matan entre ellos”. Las ofensas a veces retratan a la persona agredida y, casi siempre, a la persona que insulta. Los insultos son un género decadente de la maledicencia. En los foros virtuales de los medios de comunicación, amparados en el anonimato que da el hecho de estar escondido con un seudónimo detrás de una pantalla, los lectores de hoy se vuelven francotiradores vulgares. Pero hubo un tiempo en que los insultos eran casi un arte, como se ve en esta breve antología:


Truman Capote (escritor) contra Mick Jagger (músico)


“Es tan sexy como un sapo orinando”.


Joan Rivers (actriz) contra Madonna (cantante)


“Es tan peluda. Cuando alzó sus brazos me pregunté si estaba Tina Turner en sus axilas”.


Otto Preminger (director de cine) contra Marilyn Monroe (actriz)


“Un vacío con pezones”.


George Bernard Shaw (escritor) contra Johannes Brahms (músico)


“Hay ciertos sacrificios que no deberían pedirse dos veces a ningún hombre, y uno de ellos es escuchar el Réquiem de Brahms”.


Rex Reed (crítico de cine) contra Marlon Brando (actor)


“La mayor parte del tiempo habla como si tuviera la boca llena de papel higiénico húmedo”.


Tom Greenhalgh (compositor) contra Bono (músico)


“Si se es una de las neuronas del cerebro de Bono, se está muy solo”.


Víctor de Balabin (crítico) contra Honoré de Balzac (escritor)


“Una persona gorda y bastante fofa con la cara de un panadero, la ropa de un zapatero remendón, el tamaño de un barrilero, las maneras de un vendedor de medias ambulantes y el comportamiento de un posadero”.


Arnold Bennet (escritor) contra David Lloyd George (político británico)


“Lloyd George habló durante ciento diecisiete minutos, periodo en el cual solamente fue pillado una vez utilizando un argumento”.


George Clemenceau (político francés) contra David Lloyd George (político británico)


“¡Ay, si yo pudiera orinar como él habla!”


Lyndon B. Johnson (ex presidente de Estados Unidos) contra John Edgar Hoover (ex director del FBI)


“Es mejor tener a ese individuo dentro de mi tienda meando hacia fuera, que fuera de mi tienda meando hacia dentro”.


Mark Twain (escritor) contra Jane Austen (escritora)


“Cada vez que leo Orgullo y prejuicio, me entran ganas de desenterrarla y golpearle el cráneo con su propia tibia”.


Zsa Zsa Gabor (actriz) contra Cary Grant (actor)


“Ahora intentan demostrar que era un gran amante, pero nunca me lo podrán demostrar a mí”.


Mort Sahl (comediante) contra Richard Nixon (ex presidente de E.U.)


“¿Te atreverías a comprarle un carro de segunda mano a ese tipo?”


Joan Rivers (actriz) contra Yoko Ono (segunda esposa de John Lenon)


“Si la encontrara flotando en mi piscina, regañaría a mi perro”.


Ronald Reagan (ex presidente de E.U.) contra Jimmy Carter (ex presidente de E.U.)


“Depresión es cuando estás sin trabajo. Recesión es cuando un vecino está sin trabajo. Recuperación es cuando Jimmy Carter está sin trabajo”.


[Vía Ricardo Bada. A esta colección puede añadirse un insulto sutil de Jacinto Benavente, quien descubrió que el mejor anagrama de la palabra "argentino" es "ignorante". Nota del transcriptor. Vale]


"¡Ay, si yo pudiera orinar como él habla!"
(Clemenceau, centro, de Lloyd George, izquierda)
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Miércoles, 19 de Junio

 

Gente Valiente

martes, 18 de junio de 2024

El miedo político


Antonio García-Trevijano

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


En septiembre del 76 el gobierno de Suárez aprobó el plan fundacional de un Régimen para España tan delirante que ya anda por Alvise, y el presidente lo celebró con una morcilla de Roosevelt que Ónega le coló en el discurso:


–No hay que tener miedo a nada. El único miedo racional que nos debe asaltar es el miedo al miedo mismo.


Así arrancaba la Santa Transición, que carecía de originalidad, como repetía García-Trevijano: el proceso liberalizador de un régimen autoritario de poder personal acometido por un reducido grupo de personas está tipificado en el proceso de termidor, que pone fin a la dictadura de Robespierre y funda el Estado liberal del Directorio contra el miedo cerval que sentía la clase política a la participación ciudadana en la política.


La causa motriz del consenso entre los hombres de la dictadura y de la democracia, estuvo compuesta, como en España, por dos elementos pasionales: el gran miedo de los gobernantes a las libertades populares y su desnuda ambición de perpetuarse, como clase política, en el disfrute personal del poder.


Del temor a la libre competencia nace el deseo de asegurare una posición futura de poder mediante el consenso entre poderosos, que es el guardia de la circulación de las elites.


Los sentimientos implícitos en el consenso político son: el miedo a la incertidumbre de un futuro que se desea asegurar eternizando el instante con el sistema proporcional, y el miedo a la enemistad de un pasado que se quiere suprimir con un armisticio de reparto y de disfrute del presente. Y tras de esas dos preocupaciones se esconde, insidioso, el terror a la causa que las produce: la libertad política del pueblo.


Del miedo del pueblo a la Autoridad al miedo de la Autoridad al pueblo, con la toma de la Bastilla como mito fundador. El miedo, para Montesquieu factor del gobierno despótico, y para Robespierre, factor del gobierno revolucionario, deja de ser patrimonio exclusivo de los pobres y se apodera de la mentalidad de las clases dirigentes. La consigna: frenar el acceso del pueblo a los parlamentos para evitar un gobierno de los pobres. El primer tipo de seguridad constitucional contra el miedo de la izquierda al pueblo es el francés (miedo político); el segundo tipo, de los ricos contra la participación política de los pobres, es el inglés (miedo social); y el tercer tipo, un miedo económico, es el estadounidense, que hace que todos, ricos y pobres, pidan al viejo Leviatán que sea el monstruo protector de sus intereses.


El resumen de los tres miedos es la Unión Europea, una patocracia burocrática (copia perfeccionada de la que fraguó la Unión Soviética) donde “el eje Berlín-París ha sido suplantado por un eje Londres-Varsovia-Kiev dirigido desde Washington” (Todd) por un presidente con demencia senil que, camino de la Tercera Guerra Mundial y mientras los europeos votaban quién sabe qué, confundía Ucrania con Iraq.


[Martes, 11 de Junio] 

Martes, 17 de Junio

 


Alcorque con fresas

lunes, 17 de junio de 2024

La ida en Barcelona


Cordobesistas en el córner del Johan Cruyff



Cordobesistas recibiendo al equipo en El Arcángel


Francisco Javier Gómez Izquierdo


          A la caída de la tarde de ayer en Córdoba las terrazas de los bares estaban abarrotadas con gente hipnotizada ante los televisores. Córdoba entera acudía a la llamada de su equipo y a los más fanáticos se les invitó a acudir al Pabellón de Vista Alegre como si el Córdoba CF fuera el Real Madrid de la Champions. Lo vi en casa recogido como fraile en celda y al acabar la primera parte me sentí, pongamos complacido. El Barcelona B, como es tradición en el sistema de juego en que suele formar a sus mozos, pone uno de esos medios centros que instituyó Cruyff y que empezó con Milla, luego Guardiola, Celades..., hasta el Busquets de antier al que Xavi -el más ilustre de todos- quiso reemplazar con Oriol Romeu. El medio centro que don Laporta quiere que sea la reencarnación de Xavi se llama Marc Casadó, lleva el 6 y es el capitán del filial azulgrana. Nuestro entrenador Iván Ania lo sometió a una estrecha vigilancia sobre todo en la primera parte. A mí Casadó solo se me parece a Xavi en el físico por lo bajito, flaco y protestón. Zalazar, que ayer ayudó mucho, lo tuvo casi todo el partido controlado. Todos los de arriba ayudaron, la verdad. Más de lo que suelen, dejación que me ha tenido toda la temporada soliviantado. Se marcó pronto, a los 9 minutos. En la segunda mitad apretaron los jóvenes del Barça, pero nuestra defensa estuvo seria, acertada y sobre todo concentrada. El alma del Córdoba está en Isma Ruiz y Diarrá, dos pilares imprescindibles sin los cuales el equipo se desmorona, pero ayer Adrián Lapeña, el jefe de la defensa, estuvo sensacional. Ania hizo cambios para dar oxígeno con muy buen criterio pero Márquez, uno de los relevos, quizás el de más clase del equipo, saltó con ánimo de enredar e incomodar a las promesas azulgranas con el "otro fútbol" y generó un desconcierto que descentró y perjudicó al equipo hasta el punto de que por estar a lo que no se debe se perdió un balón que llevó un tal Pocho al 1-1 en el minuto 88. Ese verlo venir es lo que me fastidió al acabar el partido, pero ¡bueno!, no es mal resultado y tampoco el Barcelona B me pareció tan temible. Quedamos a la espera de la vuelta y todo cordobés está dispuesto a celebrar el domingo a los pies del caballo del gran Capitán en las Tendillas.


      Pasé a ver a Inglaterra a las diez, la segunda parte, pero vi más intensa y rocosa a Serbia, selección ésta que va a ser muy difícil superar si sigue en semejante forma física. Holanda sufrió porque a mi parecer adolece de sustituto para ese medio centro -De Jong- tan del gusto de la escuela holandesa. No me gustó la selección de Koeman.  El Dinamarca-Eslovenia resultó partido pesadete, pero ¡claro! la monotonía se suple con la incertidumbre e importancia del resultado que si se mantiene incierto durante los 90 minutos convierte en emocionante cualquier partido del campeonato.


     Hasta ahora, la selección que más me ha gustado ha sido la nuestra.