domingo, 28 de abril de 2024

El alterne

 


Frida Kahlo

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Los novelistas de ahora no pueden con Proust, que noveló la traición, y el sanchismo va a distraer un millón de euros del contribuyente europeo para costearles dos meses de alterne en el extranjero por ver si se les ocurre algo.


    –Basta con abrir un manual griego o latino para constatar que las bellas épocas literarias duran medio siglo, mientras que las decadencias duran seis siglos –avisa el autor de “La traición de los clérigos” (en España, “intelectuales”).
    

Bueno, pues así se explica que España no haya dado un solo novelista extraordinario desde Cervantes ni un solo novelista ordinario desde Cela.
    

Los estudiosos sostienen que los editores del 76 otearon el mercado y vieron tres grupos de consumidores: el de lectores cultos, pequeñín, e inmune a la propaganda, que no les valía; el de los analfabetos, inservibles hasta que se descubriera cómo hacer comprar libros para no leerlos, que se descubrió en seguida; y el de aquellos que no habían leído nunca y satisfacían su necesidad de fabulación con el cine y la TV, “y decidieron conquistarlo”, mediante la misma confusión de poderes del sistema político, descrita por un crítico ferino:
    

El legislativo es el editor, que dicta al autor lo que tiene que escribir. El ejecutivo también es el editor, que asimismo ejerce el poder de juzgar, pues las sentencias las despachan críticos a su servicio en medios de su propiedad.
    

Como la marquesa de “Los Santos Inocentes”, Iceta repartirá en la cola diez mil euros a cada paniaguado para una vida de alterne, beber benjamines (“crecimiento personal” y “reflexión artística”), en el extranjero, donde las “soritas” les dirán que tienen novio, y al volver nos lo contarán.


    –Pero estos artistas ¿cuándo trabajan? –se le escapó decir en Madrid a Rufino Tamayo en los 80.
    

En los 30, en París, su paisana Frida Kahlo dijo cosas con peores humos: “Viven como parásitos, a costa del montón de perras ricas que admiran la ‘genialidad’ de los ‘artistas’: mierda y sólo mierda, eso es lo que son”.


Septiembre, 2021 

De la Revolución


Luis XVI



Martín-Miguel Rubio Esteban

Doctor en Filología Clásica


Con motivo de la presentación de una nueva versión y notas de la obra de Tocqueville, El antiguo régimen y la Revolución, llevada a cabo por mi amigo Fernando Caro, he pasado unos días repensando en la Revolución Francesa y expongo aquí, sucintamente, mis humildes reflexiones. La Revolución estuvo precedida durante sesenta años de una literatura política, casi alucinante, de pensadores políticos de baja estofa –no todos eran Diderot o Rousseau, con ser estos inmorales y de sensibilidad morbosa, como Morelly, d'Holbach o La Mettrie, que no tenían ninguna experiencia política y cuyas obras kioskeras fueron envenenando al pueblo francés con monstruosas quimeras que se oponían a toda realidad y al mínimo sentido común. Es por ello que Voltaire cuando en 1764 entra en contacto con algún literato de revoluciones alucinantes, llega a escribir: “A mi modo de ver creo que el rey tiene razón, y ya que es preciso obedecer creo que más vale hacerlo bajo un león de buena casa, y nacido mucho más fuerte que yo, que bajo doscientas ratas de mi calaña”. Diríase que el gran escritor francés presentía las barbaridades revolucionarias de los años 1793 y 1794 si esa literatura se convertía en vademécum de la acción de gobierno. También nuestra IIª Repúplica vino al mundo tras ser engendrada por una demagógica literatura de quiosco que ya venía del siglo XIX (Ayguals de Izco, etc.). En el siglo XVIII algunos salones de grandes casas pilotadas por mujeres audaces llegaron a ser verdaderas “bolsas de ideas”. Los dos salones más famosos fueron los de madame Geoffrin y el de la marquesa de Du Deffand. La primera atrajo a su reino de la rue Saint-Honoré, con magnífico chocolate y licores sublimes, a Fontenelle, Montesquieu, D'Alembert y Galiani. De hecho, la Enciclopedia se realizó en gran parte en su casa. Y aunque prohibida teóricamente, cuando el rey Luis XV buscaba un dato acerca de la composición de la pólvora o del carmín para pintarse los labios, madame de Pompadour le hacía traer un ejemplar de la obra prohibida. Madame du Deffand, sabia joven libertina, al final, vieja y ciega, descubrió finalmente el amor y se aferró desesperadamente al inglés Horace Walpole, el gran autor del Castillo de Otranto, y el más grande escritor de cartas de la literatura inglesa, al decir de Churchill, que le inspiraron. Voltaire era la principal columna de la casa de Du Deffand. En tiempos de Luis XV estos salones filosóficos representaban una oposición amable y tolerada. Bajo Luis XVI, con madame Necker, amante del gran historiador Gibbon, se convertirán en la cámara del poder. Gibbon llevó a su amante la pasión por la República Romana –de la que el inglés no escribió, prefiriendo la decadencia agónica de Roma– y esta pasión se convirtió en una manía entre todas las grandes damas letradas. La pobre madame Roland lloraba a los doce años porque no era ni romana de la época republicana ni espartana. La República Romana y Esparta fueron los dos grandes referentes históricos para la Revolución Francesa. Sólo razones de índole moral o espiritual trajeron el morbo maldito de la Revolución. En los colegios, los jóvenes se formaban con influencias de Rousseau –todo un pervertido muy bien descrito por David Hume, que lo protegió en Inglaterra y luego abominó de él; en “Luis el Grande”, estudiaron Robespierre y Camilo Desmoulins; en el Colegio de Troyes, Danton y Buzot; Saint-Just en los “Oratoriens”, de Soisons. Durante el reinado de Luis XVI Francia era el reino más feliz de Europa. El Rey había suprimido los impuestos inventados por Luis XIV, como el de la capitación y el de la veintena para robar más al Tercer Estado, y contra el impuesto de la corvea, trece años antes de la Revolución, tuvo palabras más duras que las de un girondino a la hora de abolirla: “Al forzar sólo al pobre a mantenerla, obligándole a entregar su tiempo y su trabajo sin retribución, se le sustrae el único recurso del que dispone contra la miseria y el hambre para hacerle trabajar en beneficio de los ricos”. Sólo quedó el impuesto de la talla, y lo mejoró. Los franceses vivían económicamente bien, y después de la revolución tuvieron que pasar cuarenta años para que Francia volviese a tener la prosperidad de la época de Luis XVI. El reino estaba gobernado por liberales, como Malesherbes, Turgot, Calonne, Necker y Lomènie de Brienne, que iniciaron proyectos terminados en los dos primeros años de la Revolución. El 1787 el Rey acometió la reforma municipal. Los vecinos sólo podían elegir al Tercer Estado para formar las corporaciones, quedando los curas y los nobles secluidos de los Ayuntamientos. Todo un adelanto de lo que va a ser la Asamblea Nacional en 1789, de acuerdo a las ideas de Mirabeau, y según la voluntad del Rey. Francia siempre había tenido a sus reyes, fieles a su misión histórica, como los verdaderos guías o caudillos hacia la conquista de la libertad. Luis XI había domado a las dinastías señoriales; Luis XII había sido el “Padre del pueblo”; Enrique IV se había impuesto sobre los partidos religiosos; Luis XIII cortó las alas a los príncipes de la sangre; Luis XIV controló a los Parlamentos de notables –“not able”, incapaces, dirá en su día La Fayette, jugando con las palabras, y se esperaba que Luis XVI terminase con los últimos privilegios en una monarquía constitucional con división de poderes. La Revolución Francesa no empezó por un tumulto, sino por un idilio. Al anunciar Necker el 1º de enero de 1789 que el rey convocaba los Estados Generales, concediendo al Tercer Estado una doble representación, la noticia fue acogida con entusiasmo enternecido, la bondad del bueno de Luis XVI –que lo era– hizo verter torrentes de lágrimas de gratitud al pueblo. El propio Robespierre hablaba entonces del rey como de un hombre providencial, predestinado por el cielo para dar cima a una revolución “que habían intentado Enrique IV y Carlomagno, más que en los tiempos en que estos reyes vivieron no era todavía posible”. El día en que se aprobó la Constitución Talleyrand dijo la misa; La Fayette juró, en nombre de los federados, sostener la Constitución; finalmente el rey prestó juramento, siendo aclamado por todo el pueblo. Desgraciadamente, el rey tenía dos muy malos consejeros para con la constitución de una Francia moderna, su mujer y el Papa Pío VI. María Antonieta exigía al rey continuamente que hiciera uso de su poder de veto a toda medida progresista del gobierno. Por su parte el Papa Pío VI condenó la constitución civil del clero. ¿Y qué podía hacer Luis? Era muy piadoso, y le importaba su salvación eterna más que su trono. A partir de aquel momento el rey se convirtió en un traidor a la Revolución. La huida a Varennes, de la que en un principio el gobierno mintió al pueblo, inventando la historia de un rapto de la familia real –comenzaban las mentiras de la máquina del Estado moderno– y el descubrimiento en un armario de hierro de las Tullerías de ciertas cartas comprometedoras que demostraban cómo el rey estaba preparando un golpe de Estado, acabaron con la posibilidad de una monarquía constitucional y con la vida del propio rey, que era, con todo, un hombre bueno. Después de los horrores de la Revolución –que el propio rey provocó en parte, vino Napoleón. El destino había elegido en un principio al rey Luis XVI para cumplir una misión histórica, pero incapaz éste de llevarla a cabo, suscitando años de terror, lo sustituyó Napoleón. La familia Orleans no tenía posibilidades, después de haber votado el jefe de la casa en la Convención la muerte del rey, cosa que se le echaría en cara hasta la época de Mac Mahon, época en que Francia estuvo a punto de volver a la monarquía. 


[El Imparcial]

Domingo, 28 de Abril

 


Valle de Esteban

Esparteras

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada

DOMINGO, 28 DE ABRIL


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:


-Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.

 Juan 15, 1-8 

sábado, 27 de abril de 2024

Hughes. Real Sociedad, 0-Real Madrid, 1. Gulería, gulería...


@realmadrid



HUGHES

Pura Golosina Deportiva

 

La Real Sociedad se jugaba la Europa League, que, cierto es, tampoco es para suicidarse estadio abajo como hacían los de Maracaná, pero sorprendía la poquita fuerza y garra, y en general, dramatismo de los locales ante un Madrid que parecía ganar sin desearlo mucho.


Equipo con suplentes, y Guler entre ellos, gran interés del partido para un viernes noche en el que hay muchas cosas mejores que hacer como ir a un restaurante, el que sea, a ser desvalijado con alguna excusa gastroconceptual.


La Real le daba a Silva un pequeño homenaje y ya la noche quedó noche de bajitos: Guler, Brahim, Kubo, Modric...


Guler se escribe Güler, pero tengo prisa , aunque tengo comprobada la fugacidad de las diéresis. A Ozil fue irse y dejar de ponérselas... Son una cortesía. Volveré al Güler.


El partido era de una amabilidad ya de final de temporada. La Liga está ganada y ya aparece el verano en la pérdida de 'intensidad' de algunos partidos. En el fútbol el verano se nos manifiesta como una tristeza.


Era tan flojo el partido que se hablaba del césped o de la lluvia insistente. De los elementos. Hubo un primer plano a la lluvia, que sigue cayendo desde arriba. ¿Habrá críticos de lluvia? Era como un tapiz elegante, una lluvia densa, fina, consistente. Lo suficiente para que el locutor dijera lo de "jarrea".


El partido era tan amable que este locutor, de inequívoco soniquete exclamativo, sonaba como un clásico de la BBC.


De estos desvaríos nos sacó un gran cambio de juego de Militao, que era titular. Uno de esos pases con los que llegar a Vinicius, muy echados de menos. Militao pareció fino y en forma, con ese paso suyo propio y alegre. La pareja con Yoro puede ser un escándalo estético, lo digo con todas las letras: un deleite estético, y no me refiero a las pintas, condenables. Militao ha vuelto del retiro con un peinado de trenzas con el que parece solemnizar un trauma, un nuevo yo.


Advertimos a Militao y, en nada, el gol, el único gol: pase a la banda de Tchouamèni (otra cortesía ortográfica), y asistencia a primer toque de Carvajal con remate de llegador de Güler. El gol estaba compuesto de tres grandes acciones. Carvajal acomodó su cuerpo de un modo característico para recibir la pelota y, a la vez, alargarla hasta el compañero. La disposición de su cuerpo era perfecta; quizás el lateral derecho deba ser bajito. Al atravesar todas las partes del campo, ha de tener una funcionalidad adaptativa. Pero lo sorprendente fue que Güler, al que hacíamos en la derecha, llegara por la izquierda. Su zurda es de altísima fiabilidad y el gol contenía un caño al portero.


Hizo otro más, en una jugada enrevesada por la banda. El caño se ha generalizado entre los más técnicos. Se "tiran" muchos, tan rápidos y buenos que a veces ni los percibimos.


Güler lo volvió a celebrar como un Elegido. El Elegido. Se quedó quieto, una mano la llevó al corazón y la otra, alargando el índice, la dirigió al cielo. La cara, mientras tanto, muy seria, con esos ojos suyos picassianamente tristes, picassianos de ser él Picasso.


Hay en el Madrid dos facciones claras: los que celebran bailando y los que celebran con algún tipo de solemne gesto de reivindicación egocéntrica.


Hubo una pequeña reacción de la Real cristalizada en el gol anulado a Kubo. Venía de una falta muy clara a Tchouamèni que el árbitro tuvo que descubrir en el VAR. Muy rápido y técnico el gesto de Take Kubo, amplificado por su flequillo, igual que a un violinista el flequillo le subraya el virtuosismo.


Se enfadaron los de la Real con la anulación, pero poco. La presión duró tres minutos.


La Real tuvo algún acercamiento peligroso de Oyarzabal y poco más. Kepa, también titular, hizo una gran parada a inicios de la segunda parte. Dio buena impresión. La verdad es que todo en el Madrid sale bien. No es triunfalismo, oficialismo ni forofismo. No es ningún ismo, es que el equipo está atrapado en un círculo virtuoso que se ha hecho bucle.


Hasta Modric parecía joven. Sus pómulos tienen una tensión cadavérica. Tiene pómulos de Rolling Stone.


Güler demostró ser fuerte en el cuerpo a cuerpo y nos enseñó otro atributo además de la zurda: su culo. Es peleón de culo, fuerte de caderas, y eso lleva a pensar que pueda tener un futuro en el centro del campo, por el que puede transitar sin ser barrido. Su juego deslumbró por los controles. Casi todo lo que hizo, por no decir todo, nacía de un primer control cualitativo y pensado. Sus controles contienen la jugada siguiente y son extremadamente técnicos. De ahí nace con una ventaja (de tiempo-espacio, diría Xavi). Sus controles son sintéticos a priori kantianos. Hubo una acción especial; un balón más en el centro de campo lo ganó con un toque que era, a la vez, un taconazo o espuela, un sombrero y un autopase. El balón venía de Modric, que no es cualquier cosa, y parecía vulgar por comparación.


Güler no regateó en carrera, a la Vinicius, sino por gulerías, con controles. Entre la cordillera de Tchouaménis y la desembocadura de los brasileños y Mbappé, Arda está en un intermedio transfigurador donde el curso de la jugada ha de coger velocidad y eso que llamamos magia.


El MVP se lo dieron a él, pero se lo podían haber dado a Tchouamèni, que estuvo muy bien de mediocentro. Fue casi divertida su frustración cuando interpretaron como falta un tackling perfecto. Era un gesto de gran técnica que no tiene a veces ni la consideración ni, por supuesto, la protección. Tchoua, por abreviar, mandó y sorprendió (o ya menos) con pases finísimos que firmaría un Xabi Alonso, especialmente uno, sorpresivo y muy recto, cerrado, dirigido al área. El jugador está aprovechando los partidos ligueros fuera de casa para confirmar su estatus con exhibiciones. No es casualidad que estén siendo ese tipo de partidos. En ese nivel de incomodidad/dificultad, en una escarpadura que no es la del Bernabéu, está siendo fácilmente el mejor.


Salió Vinicius y los de la Real ni le pitaron, como ajenos al antimadridismo. Esto entristecía, paradójicamente, porque, en cierto modo, confirmaba la singularidad de esa gente. Guipúzcoa vota lo que vota, lo vota masivamente, y ver la falta de inquina con Vinicius parecía la confirmación de una falta de españolidad.


El Madrid tiene una gran relación con ese club y ese estadio, que inauguró. A veces parece el primer campo europeo, como jugar en Champions, como si la grada, al menos mucha parte de ella, estuviera ya ajena a la animosidad españolísima del antimadridismo.


Con los cambios, el equipo se fue llenando de titulares. Cuando el árbitro pitó, el equipo ya estaba en Múnich. 

Primos




Ignacio Ruiz Quintano

Abc


En un artículo de la NZZ (Neue Zürcher Zeitung), el periódico que leen los que dan el dinero, se habla de España como “Estado fallido”, es decir, poco de fiar para préstamos, que es lo que necesitamos para pagar nóminas y alargar otro par de generaciones el Mejor Período de Nuestra Historia.


Para compensar la impresión de la NZZ, los de Libres e Iguales, o liberalios de meñique levantado (“izándose en la falangita del meñique”, que diría Vallejo), le han arrancado a Rajoy un video gritando “¡Viva el Rey!” que no servirá a la causa republicana porque ahora mismo muy pocos españoles saben razonar la diferencia entre monarquía y república.


En el “viva” mariano se nota la mala “mili” de Rajoy, que recuerda en sus maneras al Fernando (luego Fernando VII) que obligó a Napoleón a escribir a su ministro Talleyrand la siguiente nota:


El príncipe Fernando me llama su primo al escribirme. Trate de hacer comprender al duque de San Carlos que eso es ridículo y que debe llamarme simplemente Señor.


Los Napoleones odiaban a los primos. El Príncipe Napoleón, o Plon-Plon, era primo de Napoleón III, y tan tonto, que decía no tener que ver con Napoleón I. “Sí, ¡tu familia!”, le decía el Tercero. Pero Plon-Plon, que iba de anticlerical, insistía en hacer el primo comiendo salchichón el Viernes Santo y hablando bien de Proudhon.


Somos un pueblo de arreón y, si no nos llegan los dineros, acabará llegándonos el valor, pero cuando sólo necesitemos de la resignación, porque somos un Estado, más que “fallido”, constitucionalmente “deconstruido”, donde los gobiernos aplican los decretos de alarma antes de publicarlos llenos de solecismos que los hacen nulos de pleno derecho sin que los damnificados los demanden por daños y perjuicios, desaparecido aquel “vivaz espíritu jurídico” que Albornoz atribuía a los españoles por el roce con el invasor romano, que dónde estará.


 Sólo sabemos que seremos sancionados “con arreglo a las leyes”. ¿Qué leyes? ¡Ah! Las del barullo constituyente.


Octubre, 2020 

El mito del Estado de Derecho y el nihilismo jurídico (III)


Macron


Dalmacio Negro


17.- La disputa con el positivismo jurídico, cuando sus leyes contradicen a las leyes naturales, es muy antigua en la civilización occidental. Es célebre el relato de Sófocles (491-406 a.C.) en Antígona del diálogo entre la protagonista, Antígona, que quería enterrar a su hermano Polinices, y Creonte, Rey de Tebas, que había prohibido darle sepultura. A la pregunta de Creonte, “¿te atreviste a transgredir estas leyes?”, respondió Antígona: “No fue Zeus… el que decretó esto, ni la Justicia que cohabita con las divinidades… No pensaba yo que tus proclamas… siendo mortal, pudieran pasar por encima de las leyes no escritas y firmes de los dioses”.  Cicerón (106-43 a. C.) afirmaba  en De Republica: “La verdadera ley es una recta razón congruente con la naturaleza, general para todos, constante, perdurable, que impulsa con sus preceptos a cumplir el deber, y aparta del mal con sus prohibiciones…”.  San Pablo escribió en el capítulo 2º de la Carta a los Romanos: “Siempre que los gentiles que no tienen la ley cumplen los preceptos de la ley, son ley para sí mismos, ya que demuestran que tienen escrita en sus corazones la norma de conducta puesta en la ley, teniendo por testigo su conciencia”.


18.- San Agustín (354-430) llamaba ley eterna en Contra Faustum (XXII, 27) a “la razón divina o voluntad de Dios, que manda conservar el orden natural y prohíbe perturbarlo” y se llama ley natural desde santo Tomás de Aquino “la participación de la ley eterna en la criatura racional” (Summa theológica. 1ª. 2ª, q. 91, a. 2). Romano Guardini decía, que lo que constituye la esencia del cristianismo, como lo peculiar y exclusivo de él, que no se da en ninguna otra religión, es la distinción entre la «razón natural» y la «razón creyente». Formas de la razón  que no son opuestas sino complementarias. El hombre es un ser religioso por naturaleza y la razón creyente perfecciona el Derecho conocido por el sentido común de la razón natural.


      La moralidad utilitarista dominante, acentuada por la mentalidad economicista, es en cambio un problema, pues el utilitarismo es de suyo enemigo del Derecho, que impone limitaciones al poder. Escribe John Breuilly: «Si las limitaciones fueran producto de la utilidad y/o de circunstancias históricas determinadas, no se las podría defender como principios y dejarían de tener vigencia en cuanto cambiaran el cálculo utilitario o las circunstancias. Por el contrario, si la limitación era una cuestión de principios, surge el problema de definir e imponer los principios al Estado sin menoscabar por ello su soberanía».[1] Como ideal, el Estado de Derecho recordaba, y sigue haciéndolo como una ficción útil, que el poder tiene que ser limitado. Después de la Gran Guerra de 1914 dejó de ser un ideal, transformándose tras la siguiente en un típico mito político. La libertad, que no garantiza ya el Derecho, bien por nacionalismo exclusivista, bien por cosmopolitismo, bien por economicismo, bien por el auge del nihilismo y, con él, de la voluntad de poder, es hoy el gran problema existencial.


19.- Resumía Álvaro d’Ors: «El pensamiento estatal moderno, la teoría “política”, que depende fundamentalmente de la griega, ha sentido siempre repugnancia ante una autoridad que no se confunda de algún modo con la potestad».[2] La revolución sustituyó la religión tradicional por el culto deísta al Ser Supremo o la Razón y atribuyó al pueblo —en realidad a la Nación Política, una fracción de la Histórica—, representado por el Parlamento, en tanto depositario de la Razón Universal, la auctoritas eclesiástica como si fuese la Rational Will de Michael Oakeshott.[3] El Parlamento como portavoz de la voluntad general de Rousseau, se consideró la fuente de la Justicia y el Derecho según la verdad del orden estatal  y se instituyó la República de derecho divino: «Republicanos franceses, ¿no ha sido el Ser Supremo, decía su apóstol Robespierre, el que decretó la República desde el comienzo de los tiempos?». 


 La Republique en que se confunden la autoridad y el poder, sacralizó la potencia de la Ley emanada de la supuesta opinión pública y comenzó la destrucción del sentido común mediante la Legislación. Había escrito el marqués de Sade: «La ley sólo existe para los pobres; los ricos y los poderosos la desobedecen cuando quieren, y lo hacen sin recibir castigo porque no hay juez en el mundo que no pueda comprarse con dinero». Y la Legislación impone a los jueces que no se venden, cómo han de interpretar el Derecho. El mismo Montesquieu reconocía en El espíritu de las leyes (XI, VI), que los jueces son una “mere bouche qui prononce les paroles de la loi” (una boca que pronuncia las palabras de la ley).  Eso preparó el camino para la destrucción del Derecho, su reducción a la política jurídica que obliga a los tribunales de los gobiernos burocráticos más o menos totalitarios a adoptar decisiones ideológicas. Hasta en la liberal Inglaterra se persiguen los delitos de pensamiento, entre ellos, el de rezar ante las clínicas abortistas.   Sorprende que sea posible ir a la cárcel por crímenes de pensamiento o de expresión. Pero hasta la cultura es hoy objeto de la Legislación. El lenguaje inclusivo es sólo un ejemplo. 


20.- El Estado de Derecho y el Rechtsstaat recuerdan ciertamente, que el poder tiene ser limitado. Después de la Guerra civil europea de 1939-1945  se intensificó la politización, los gobiernos se hicieron tecnocráticos y el postmodernismo y las ideologías progresistas, que centradas en sus fines se desentienden de las personas individuales, la crisis cultural y la descivilización, en suma, el nihilismo, han degradado, o están degradando, el Estado de Derecho de ideal o mito a fantasía.


Los Estados de Derecho son hoy, en puridad, Estados Totalitarios. Eufemísticamente se suele decir Autocráticos. No es demasiado exagerado afirmar, que el Derecho —la Legislación— es hoy die Hure der Politik, la prostituta de la política. Bajo la inspiración, quizá, de la famosa máxima de Orwell “quien controla el pasado controla el futuro; quien controla el presente controla el pasado”, se legisla sobre el pasado, el presente y el futuro, sobre lo divino y lo humano incluyendo a los animales, para concienciar al pueblo, al que se supone idiota o malvado, normativizando la conducta.[4] Se parecen cada vez más a la URSS, donde la  política jurídica suplantaba al Derecho. El “terror disfrazado de ley” se decía en la URSS. Su fundamento era, según el jurista nacionalsocialista H. A. Grunsky, la reducción del Derecho por Benito Espinosa, quien reconocía deber mucho a Francisco Suárez, a mero poder. Actualmente, la political Correctness de origen norteamericano limita, condiciona o  prohíbe con diversos pretextos la libertad de expresión. Ernst Jünger se percató  hace tiempo, de que «el Derecho  se ha convertido en un arma».


21.- Con independencia de su contenido, las innumerables leyes, decretos, etc. que produce la Legislación que sustituye al Derecho, politizan la esfera personal y humana regulando hasta la intimidad: vidas, haciendas, hijos, parientes, enfermedades, vicios, lenguaje, etc. Incluso el género: es el caso de la “mujer registral” de que habla Hughes: si un hombre se siente mujer y se inscribe como tal en el Registro civil, tiene que ser tratada como una mujer. Si un juez duda de sus sentimientos, puede incurrir en el delito de  prevaricación. Derecho y ley, dice Peter Sloterdijk,  no son ya más que otros nombres para los caprichos de los gobernantes. «La ley —“la razón sin pasión” (Aristóteles)— es, decía el jurista italiano Calamandrei, la última frontera de protección de los ciudadanos». Era. «Los seres humanos, escribía Jünger en La emboscadura (1951),[5]  están insertos de tal manera en colectivos y constructos, que se encuentran muy indefensos». Recomendaba a quienes se sintiesen o quisieran ser libres, refugiarse en los  bosques, que se encuentran incluso en las ciudades. La ley ha devenido un instrumento para condicionar o determinar la conducta y el Estado de Derecho un mito de la propaganda política. [6]


22.- Decía ingenuamente Hayek, que “bajo el Estado de Derecho … son libres los individuos para perseguir sus objetivos y deseos, con la garantía de que los poderes del gobierno no se usarán deliberadamente para frustrar sus esfuerzos”. No cayó en la cuenta de la naturaleza del Estado y la Legislación, cuya consecuencia es, a medio o largo plazo, el nihilismo jurídico carente de ethos y de nomos, en el que impera der Wille zur Macht, la voluntad de poder de Nietzsche. Una respuesta al pesimismo, la “forma preliminar” del nihilismo decía el filósofo alemán. Pesimismo que nace del sentimiento de carencia movido por el resentimiento. In politicis, se manifiesta como lo que llamaba Jesús Fueyo “la erótica del poder”.


        Tras la muerte o ausencia de Dios, al faltar las verdades objetivas que justifican los juicios morales, el único criterio del relativismo es el poder, como ha mostrado la “teoría crítica” y la ética utilitaria sin religión da paso a la amoralidad, una patología del corazón diría quizá Pascal. En ese contexto, es  natural que proliferen los psicópatas y orates en el mundo político. Su consuelo, o su vanidad, que, decía Hobbes, es un achaque frecuente del político, se satisface ejerciendo destructivamente el poder. «El declive de la fe religiosa, dice el famoso psiquiatra Theodor Dalrymple, conduce a un aumento del nihilismo». “La disposición del alma, según Walter Schubart, de los que reconocen que no existe el mundo que debería ser, mientras el que es, no debería existir”. La situación histórica en la que el fantasioso Estado de Derecho es el nuevo Minotauro de Bertrand de Jouvenel.[7] 


Ante el panorama de la entreguerra y la apropiación del Estado por el nacionalsocialismo, publicó Heinrich A. Rommen Die ewige Wiederkehr des Naturrechts (El eterno retorno del Derecho Natural) en 1936. Y muchos juristas intentan desde entonces vincularlo con la Legislación para contener la expansión del Estado. Tarea inútil.[8] Lo intentó también Benedicto XVI en su famoso discurso en el Bundestag.[9] Se ha dejado de creer en la vida eterna mientras se intenta ‘naturalizar’ lo sobrenatural regulando legislativamentelo divino, lo sagrado y lo humano. La confusión sobre la naturaleza del Derecho y, por ende, del Estado de Derecho, llega al punto de que se tiene la impresión de que la Legislación, aunque sea tan nihilista que legisle contra la especie humana, es tan natural como el Derecho Natural, dándose el fenómeno de que el Derecho Natural se oponga al Derecho Natural.[10] “Cuando se construye un mundo sin Dios, se hace siempre contra el hombre” (H. de Lubac). 


23.- Tres ejemplos recientes sobre el desprecio del Derecho por la Legislación nihilista a la que ha abocado el positivismo jurídico. Legislación más “bestial” que el Derecho que denunciaba Jouvenel hace casi un siglo pensando en la soviética y nacionalista, que tenían por lo menos unos objetivos concretos: el triunfo del proletariado y el de la raza aria. 1) La Ley de 28 de marzo de protección de los derechos y el bienestar de los animales (Ley Belarra por su inspiradora), que protege más a las bestias que a las personas y la Ley de 28 de febrero (inspirada por la ministro o ministre Irene Montero) para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI. Leyes redactadas, por cierto, por analfabetos. 2)  La instauración en Francia del primer Estado Moloch  al constitucionalizarse el aborto: de estar despenalizado se convierte en un derecho fundamental contra el que no cabe la objeción de conciencia. El presidente francés Júpiter Macron, se envanece  de haber blindado el derecho a matar seres humanos, personas, demuestra la biología, con la complicidad de la gran  mayoría de los representantes de los franceses en la Asamblea y el Senado. Orates, psicópatas, feministos y feministas, piden ya que imite la Unión Europea a la dulce Francia. 3) Un tercer ejemplo del nihilismo jurídico es el empeño del dr. Sánchez, un mindundi egópata, quizá resentido,  más allá del bien y del mal, carente del más elemental sentido del Derecho y aspirante a tirano —es normal que vulnere protocolos, leyes y la Constitución,[11] lamentablemente sin oposición apreciable—, con la ley sobre la amnistía, que, por lo pronto,  liquida —no hay mal que por bien no venga— el sistema, devenido fatídico, de 1978. Esa ley modifica, rebaja o elimina  los  delitos de terrorismo, traición, cohecho y malversación de fondos públicos, para amnistiar a  delincuentes y separatistas ¡a fin de conseguir 7 votos que necesita para ser investido presidente del gobierno y seguir disfrutando del avión Falcon!, aunque sea a costa de disolver la Nación.[12] Si lo consigue, seguiría arruinándola como ha venido haciendo. Dados sus antecedentes como gobernante inútil, demagogo y, además, en la línea guerracivilista y de desgobierno de Zapatero, ¿por qué volvió a  investirle el rey? Hay que añadir, ciertamente a posteriori, el escándalo monumental de los negocios ilegales de sus amigos y quizá parientes. Hechos que, salvo acontecimientos imprevisibles, quedarían probablemente impunes como los del Gonzalato et alii por “razones de Estado”.


24.- Los ejemplos de los efectos de la concepción mecanicista del Derecho del mítico Estado de Derecho fundamentado en el contractualismo son infinitos. La frase de Tocqueville en La democracia en América, la Nación se ha convertido en «un rebaño de animales tímidos e industriosos cuyo pastor es el gobierno», es aplicable a pueblos como el español y el francés —no son los únicos—, que se limitan a contemplar el espectáculo, en vez de  invocar el ius resistendi contra los gobiernos nihilistas que los explotan y envilecen. Es lo que procede políticamente cuando las demás instituciones políticas y sociales pertinentes son cómplices o permanecen pasivas. Salus populi suprema lex esto.             


[1] Nacionalismo y Estado. Barcelona, Pomares-Corredor, 1990. Concl., p. 375.    


[2] Ensayos de teoría política. Pamplona, Eunsa 1979. “’Exousia’ en el Nuevo Testamento”.  


[3] Hobbes On Civil Society. Oxford, Blackwell 1975. I, II, p. 7


[4] Por ejemplo, en el Reino de España, con disparatadas, y delictivas, leyes guerracivilistas  como la de la “Memoria histórica”, ampliada como ley de la “Memoria Democrática”. Sánchez Cámara la rebautiza Ley de mentira antidemocrática, pues su contenido es ambas cosas. Otros prefieren “Ley de Memoria del Resentimiento antidemocrático”.  Una estúpida damnatio historiae también orwelliana: «si el líder dice de tal evento esto no ocurrió, pues no ocurrió. Si dice que dos y dos son cinco, pues dos y dos son cinco».  La decadente Iglesia española la aplica solícitamente, aunque el Derecho Canónico conserva todavía el sentido común y el del Derecho: leges respiciunt futura, non praeterita, nisi nominatim in eis de praeterita caveatur (Las leyes miran al futuro, no a lo pasado, a no ser que se haga en ellas nominalmente referencia al pasado). Curiosamente, esa ley liberticida desmiente el dicho, bastante cierto, de que la historia la escriben los vencedores. Hasta que la corrigen o rectifican historiadores serios.


[5] Barcelona, Tusquets 1988.


[6] Sobre la evolución del Estado de Derecho, M. Ayuso Torres, “El Estado de Derecho y sus metamorfosis”. Verbo, Nº. 615-616, 2023.


[7] A. Zerolo Durán, Génesis del Estado Minotauro. El pensamiento político de Bertrand de Jouvenel. Madrid, Sequitur 2013.


[8] Vid. M. Ayuso, “Las aporías presentes del Derecho  Natural  (de retorno en retorno)”. Verbo. Nº 437-438, 2005. La Legislación ha devenido francamente nihilista desde esta fecha. Los Estados son decididamente totalitarios y  el Derecho  Natural es un recuerdo. La Legislación se utiliza incluso contra la Constitución para satisfacer caprichos de los gobernantes y sus amigos o clientes o imponer el terrorismo fiscal. Un ejemplo flagrante es el del dr. Sánchez con sus decretos —una fórmula legal inventada por Napoleón III para utilizar la ley contra  la ley—, su ley de amnistía y el aumento continuo de los impuestos. Sobre el terrorismo fiscal en España, E. Inda, “Terrorismo fiscal”. OKdiario.com (17. III. 2024). Ruíz-Jarabo. “en España hace tiempo que fiscalidad y legitimidad circulan en sentido contrario”. La más grave corrupción en la historia de la Agencia Tributaria. Theobjective.com  (20. III. 2024). En el “Estado de Derecho” sanchista, empieza a ser normal, que, con la colaboración de la falsa oposición del partido popular, no se ejecuten las sentencias de los tribunales que afectan a los gobernantes o no interesa que se cumplan.


[9] Vid. el comentario del cardenal A. Mª. Rouco Varela, “¿Un nuevo retorno del derecho natural? A propósito del Discurso de Benedicto XVI en el Bundestag”. https://repositorio.sandamaso.es


[10] Cf.. el libro, de reciente aparición, editado por Miguel Ayuso,¿El derecho natural contra el derecho natural? Histori.a y balance de un problema. Madrid, Marcial Pons 2024.


[11] Para el dr. Sánchez, “la Constitución no es ya un límite, el Presidente ha comprobado que puede saltarse las reglas constitucionales”. F. de Carreras, “Como un castillo de naipes”. Theobjective.com (21. III. 2024).?  


[12] L. Mª Anson, “Los 7 escaños, a tanto la pieza”. El Imparcial.com. (19. III. 20024). 


Leer en La Gaceta de la Iberosfera

Sábado, 27 de Abril

 


Valle de Esteban

Las margaritas del rey David

viernes, 26 de abril de 2024

Nuestros quintos



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Una encuesta de Gallup indica que, a fecha de hoy, más de la mitad de los españoles se niegan a ir a la guerra. En cuanto al resto, entre pitos y flautas, nos sale menos de un tercio dispuestos a sentar plaza en un cuartel.


El otanero Sánchez, como todos los demagogos, ha echado las mismas cuentas que el viejo Lerroux:


Si me sigue un batallón, seré capitán; si un regimiento, coronel; y si un ejército, general.


En lo militar, es verdad que el zapato nos aprieta en Marruecos, pero Sánchez, en eso, piensa como Azaña, que en un trance semejante supo calmar con su lógica facunda a un Parlamento asustado: “Ése que describen es el ejército de la paz, pero el de la guerra consistiría en el desdoblamiento de tales divisiones.” ¿Desdoblamiento? “Sí, guardamos en unos ficheros el plan de desdoblamiento.” ¿Con qué jefes? “Se desdoblará todo. Ahí están los ficheros.” Estos deliciosos diálogos salen en las crónicas parlamentarias de Fernández Flórez, a quien los nuevos periodistas llaman “Fernando Flores”.


El apagón del ardor guerrero en España viene de lejos. “Con veinte inquisidores mantengo a España en paz”, presumía ya Felipe II. Tampoco Sánchez necesita hoy más. Como sociedad somos la fábula del carnero de Santayana, y Ortega, que nunca citó a Santayana, atribuía el apagón a nuestra “existencia alucinada y alucinante de espaldas a toda realidad”.


El ejército profesional ya no tiene que ver con la “puta mili” –declaró con boca de piñón Trillo, ministro de Defensa de Aznar, que en su afán de abarcar la modernidad por completo alternaba a Shakespeare con Ivà.


Un maravilloso cronista de la España del cuarto Felipe, el krausista Deleito y Piñuela, recoge en una anécdota la dificultad de levantar en 1620 un ejército en España: “Azotaron aquí en Madrid a una mujer de buena casa, que ayudaba a cierto capitán, su galán, a buscar soldados. Conducía esportilleros con cosas de comer, cerrábalos con arte en una cueva, dejábalos sin comer hasta que sentaban plaza y tomaban paga, y de este modo tenía ya redimidos infinitos.” Y por Geoffrey Parker sabemos que el ejército de Flandes estaba integrado por tropas de hasta seis naciones diferentes, “desde españoles, los más fieros en el ataque, hasta alemanes, los de mayor confianza en la adversidad”.


Ahí queda la idea para Margarita Robles, que desde que leyó “Embajador en el Infierno” se ve de capitán Palacios en la estepa rusa y sueña con otra División Azul que saldría de ese tercio escueto de españoles que se piden un cetme en la encuesta de Gallup: liberalios tuiteros de puñetazo en la barra del bar para subrayar sus verdades del barquero que quieren guerra a toda costa. Las levas podrían completarse con esos ciclistas en edad militar que petan las carreteras sin arcén pedaleando de tres en fondo para reducir la capa de carbono.


A la guerra me lleva mi necesidad; / si tuviera dineros, no fuera en verdad –cantaba el voluntario del Quijote.


[Viernes, 19 de Abril]

Viernes, 26 de Abril

 


Valle de Esteban

El ojo de Elon

jueves, 25 de abril de 2024

La traición

 

Ana Gabriel
 

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    En la “Teoría de la Constitución” del fundador de la ciencia constitucional puede leerse:

    –La unidad política de un pueblo tiene en la Constitución su forma concreta de existencia. Delitos como la traición y la alta traición protegen la existencia política.
    
España es diferente.

    A España una región le declara una República y el golpe de Estado se salda con el cese administrativo de los culpables, mediante un artículo, por cierto, que tiene toda la pinta de improcedente para la gravedad del caso.

    Hasta aquí hemos llegado por el Magistral Manejo de los Tiempos que al presidente del Gobierno atribuyen sus flabelíferos unido a la miserable cultura política de los españoles, que llevan más de un siglo bajo los efectos de una propaganda que ha vaciado de contenido los conceptos de Nación, Estado, Ley, Gobierno, Derecho de Autodeterminación, Democracia…

    El golpe de Estado de Barcelona, televisado en directo al mundo entero sin que ninguna autoridad se molestara en evitarlo, es un atentado, no contra la democracia, como repiten los pájaros de la vega, sino contra España y su unidad constituyente. La democracia sólo es una forma de gobierno. Pero la unidad constituyente es el ser de la Nación, que en España carece de representación, porque los partidos del 78 son estatales y sus diputados de lista sólo representan a los jefes que los han incluido en las listas: de ahí que la calle vaya por un lado, y los políticos, por otro, aunque ellos presuman de representar a toda la Nación, apropiándose indebidamente de una facultad milagrosa como el don de lenguas que en la teología cristiana concede el Espíritu Santo.

    La declaración de independencia de Cataluña (“Revolución Cultural”, lo llamaron en el Parlamento) fue un espectáculo rufianesco de cojonudismo hispánico, con su homenaje caricaturesco al reglamento (¡qué manía tan española la de delinquir reglamentariamente!) y a la natural cobardía del liderazgo popular: la llamada de Ana Gabriel al voto secreto para eludir la posible letra pequeña del juez obedece al mismo impulso miserable que hace a Largo Cabellero, el Lenin español, presumir en sus memorias de haber negado sus delitos del 34 ante la justicia burguesa para no perjudicar a la clase obrera.

    Delitos como la traición y la alta traición protegen la existencia política… si son perseguidos. Para la partidocracia española la traición sólo es un juego de fechas, y únicamente persigue elecciones (bazas nuevas), con el inquilino de La Moncloa de crupier.

    El Rey y la Nación están solos.

    Lo de Cataluña desprende la melancolía de la irreversibilidad.


Largo Caballero

Octubre, 2017 

A propósito de la dictadura sanchista


La España (alemana) de los balcones
De Weimar nos viene el galgo


LA LIBERTAD

Ignacio Ruiz Quintano


    La libertad, si hablamos a lo grande, nunca arraigó en Europa, un continente demasiado viejo.

   
En Europa puede haber libertades, que es otra cosa: una cosa que alguien, desde arriba, da… o quita.


    Para ser libres, los locos de la libertad tuvieron que dejar Europa y establecerse en América, donde fundaron, todos a una (¡el pueblo, no un ejército!) su libertad a tiro limpio (¡ay, esa Segunda Enmienda que a ningún europeo le entra en la chola!). Ley y orden. “Imperio de la ley”, invento romano que arraigara en Inglaterra y que John Adams define para una señora en la calle:


    –¡La república de las leyes!

   
 Parecía algo irrefutable, pero sólo hasta que oyes a Ana Pastor en el Congreso:

    
Nuestra democracia se fundó democráticamente.

    
En Filadelfia, nadie, salvo Hamilton, sabía que estaban creando la democracia representativa. Y tampoco nadie citaba a Rousseau, sino a Montesquieu, que en su “Espíritu de las Leyes” advierte de que, si el poder ejecutivo sale de los diputados, desaparece la libertad política.

    
La libertad política es, pues, una felicidad americana (“felicidad” por libertad es la palabra más repetida por Tom Paine). Hoy, con el moderno clero (universidad y mass-media) en contra, es una felicidad en decadencia, pues de ella sólo hace causa el partido republicano. El partido demócrata mira más a Europa (la cabra tirando al monte), cuyo norte no es la libertad (la idea europea de libertad se reduce a ir en bicicleta sin reglamentos), sino la igualdad, que, por utópica, es una ideología catastrófica.


    La Revolución americana es la libertad que lleva a la democracia. La Revolución francesa, que declara demodé a Montesquieu, es la igualdad que lleva a la dictadura. Sin libertad no hay democracia y sin dictadura no hay igualdad.


    Nuestro actual igualitarismo es la universalización de una idea falsa: lo llamamos socialdemocracia, que nos entretiene con lo accesorio para que no nos acordemos de lo trascendente.

    Aquí la libertad nunca importó a nadie.


Junio, 2017

Jueves, 25 de Abril

 


Valle de Esteban

La fragua de Vulcano

miércoles, 24 de abril de 2024

El Cid y "Marinero" firman las paces del toreo en Zaragoza. Márquez (sin Moore)


©-Philippe-Gil-Mir


José Ramón Márquez


1. La afición


Un hombre en su localidad, la localidad que ha abonado, que le ha costado los cuartos, se solivianta ante la presencia de la babosa de Núñez del Cuvillo, el caracol, col, col con sus desmesurados cuernos de carabao y su triste esqueleto que se desploma a cada tranco. El Cuvillo, ganadería de ignoto origen, hija de mil padres, se desploma sobre la arena y el hombre protesta esa indecorosa presencia de buey en una Plaza de Toros de primera categoría. Todo es inconveniente: el mal llamado toro, la sustitución de un toro de Ana Romero, ganadería anunciada, por ese indeseable  megamix racial cuvillil, todo da la razón al hombre excepto la fuerza de la mal entendida Autoridad que envía contra el hombre a los del Cuerpo Superior de Policía que, como arbolitos de Navidad, llevan colgados sus mil gadgets intimidatorios: las esposas, la porra, la pistola, el walkie, las botas, los emblemas, la gorra y, sobre todo, la palabra:

-¡Cabayero!, ¡cabayero!...

Y así míl veces con esa «cavalleria» tan poco caballeresca, hasta que ponen al discrepante fuera del tendido y eliminan su justas demandas obedeciendo órdenes de Dios sabe quién, desconociendo que uno de los hechos que da su carácter a la Fiesta de los Toros es su condición de espectáculo al que se va a dar la opinión, sea la que sea.



2. El torero


Manuel Jesús «El Cid» ya no es de este mundo. Él viene a anunciar su Buena Nueva para quien la quiera ver y para que los jóvenes algún día digan que vieron torear a un hombre de la manera en la que torean los hombres de verdad. Sin amaneramientos, sin cursiladas y sin floripondios: el puro toreo. De nuevo Manuel Jesús cuida al toro desde el inicio: no quiere darle verónicas que le quebrante, sino fijarlo eficazmente con el capote, le cuida en el caballo que monta el hermano de Espartaco midiendo el castigo y hace que el tercio de banderillas pase en seguida, leve y eficaz. Ya tiene al toro dónde y cómo quiere para dictar su lesión magistral de toreo. Primero con la mano izquierda, probando la embestida del toro, más centrado en seguida y hondo a continuación. Luego la derecha, que no es el pitón del toro, con algunos enganchones y la firmeza y perseverancia del torero en enterarse de las condiciones del animal. A continuación, de nuevo, la izquierda en una serie de pura hondura y colocación con el toro entregado y alargando al máximo la duración de los muletazos, ligando, mandando y templando, y, a continuación, vuelta a la derecha para someter al toro en una serie cuajada y perfecta por el pitón malo, serie de derechazos de triunfador en la que el toro es ya sometido totalmente a la voluntad del matador. Vuelta a la izquierda, honda y profunda y, cuando el toro está para igualarle, un fulgor final en la forma de una serie de naturales de pura invención en los que el toro es ya un juguete en manos de «El Cid». Entremedias, los adornos precisos: el clásico afarolado de Manuel Jesús ligado con el de pecho de pitón a rabo, la trincherilla mandona y airosa, el pase por bajo son los signos de puntuación de esta sobresaliente faena que ha dictado «El Cid» a Marinero*, número 50, cárdeno oscuro, ganadería de Ana Romero. Habrá quien vuelva a hablar, cómo no, de la suerte de Manuel Cid en los sorteos, sin echar cuentas de la denodada manera en que el sabio maestro ha labrado a su conveniencia a un toro que fue siendo mejor a medida que iba siendo toreado sin errores ni aspavientos, en una faena a más, bella, clásica y compacta. Cuando todos esperábamos el tradicional pinchazo de «El Cid» que suele acompañara a su grandes faenas, nos encontramos con media estocada algo trasera y tendida que echó al toro al suelo para general satisfacción del respetable. Oreja y dos vueltas al ruedo.


3. El toro


¿Qué habría ocurrido si Mariscado, número 88, le hubiera tocado a «El Cid»? Nunca sabremos qué habría puesto en marcha su magisterio para hacerse dueño de las mañas de ese negro mulato que al sentir la puya en su espalda dio un salto de felino y salió huyendo hacia donde no le hicieran daño. Desde ahí todo fue un  despropósito de lidia, o lo que eso fuera, que sólo sirvió para que el toro, un morlaco de 618 kilos de aviesa mansedumbre, cobrase conciencia de que allí el único que mandaba era él y que él era quien imponía la Ley. No consintió el toro en humillar ni una sola ves, como tampoco nadie estimó conveniente aplicarle los principios de la vieja lidia para quebrarle y para someterle, para hacerle humillar  y para prepararle a la merecida muerte a estoque. A cambio, mucho pajareo, veinticuatro intentos infructuosos de clavarle la espada de alguna manera y, finalmente, los tres avisos que condenaban a Mariscado a la muerte solitaria en un lóbrego chiquero.


4. Coda


Borja Jiménez no ha brillado con ninguno de sus dos toros, pero ha mandado inequívocas señas de que en esta temporada está dispuesto a dar la pelea, mandando la impresión de saber bien qué quiere en esta temporada tan crucial para él.

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*"Háblame del mar, marinero" es un dicho español que me gusta mucho (Carlo Ancelotti)

La libertad (otra vez)




Ignacio Ruiz Quintano
Abc


    La libertad, si hablamos a lo grande, nunca arraigó en Europa, un continente demasiado viejo.

    
En Europa puede haber libertades, que es otra cosa: una cosa que alguien, desde arriba, da… o quita.

    
Para ser libres, los locos de la libertad tuvieron que dejar Europa y establecerse en América, donde fundaron, todos a una (¡el pueblo, no un ejército!) su libertad a tiro limpio (¡ay, esa Segunda Enmienda que a ningún europeo le entra en la chola!). Ley y orden. “Imperio de la ley”, invento romano que arraigara en Inglaterra y que John Adams define para una señora en la calle:


    –¡La república de las leyes!

    
Parecía algo irrefutable, pero sólo hasta que oyes a Ana Pastor en el Congreso:

   
Nuestra democracia se fundó democráticamente.

    
En Filadelfia, nadie, salvo Hamilton, sabía que estaban creando la democracia representativa. Y tampoco nadie citaba a Rousseau, sino a Montesquieu, que en su “Espíritu de las Leyes” advierte de que, si el poder ejecutivo sale de los diputados, desaparece la libertad política.

    
La libertad política es, pues, una felicidad americana (“felicidad” por libertad es la palabra más repetida por Tom Paine). Hoy, con el moderno clero (universidad y mass-media) en contra, es una felicidad en decadencia, pues de ella sólo hace causa el partido republicano. El partido demócrata mira más a Europa (la cabra tirando al monte), cuyo norte no es la libertad (la idea europea de libertad se reduce a ir en bicicleta sin reglamentos), sino la igualdad, que, por utópica, es una ideología catastrófica.


    La Revolución americana es la libertad que lleva a la democracia. La Revolución francesa, que declara demodé a Montesquieu, es la igualdad que lleva a la dictadura. Sin libertad no hay democracia y sin dictadura no hay igualdad.


    Nuestro actual igualitarismo es la universalización de una idea falsa: lo llamamos socialdemocracia, que nos entretiene con lo accesorio para que no nos acordemos de lo trascendente.

    Aquí la libertad nunca importó a nadie.


Junio, 2017 

Miércoles, 24 de Abril

 


Lo que pasó, lo tiene

Lo que pasa, lo va llevando

martes, 23 de abril de 2024

La motosierra

Georges Bernanos


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


En la semana que muere O. J. Simpson, absuelto por un jurado americano del asesinato de su ex esposa Nicole y del camarero que la acompañaba, un jurado español declara culpable de homicidio al librero octogenario que en su casa de Ciudad Real mató de madrugada con su escopeta a un intruso hondureño armado con una motosierra, por lo que recibirá más sanción que la cumplida en su día por el carnicero Chaos por cada uno de sus asesinatos.


El jurado popular es un instrumento de la cultura jurídica anglosajona, basada en el precedente judicial, que no pide un gran conocimiento de las leyes, frente a la cultura jurídica europea, basada en el derecho romano, cuya complejidad requiere de un gran dominio técnico. Los constitucionalistas del 78, un ingeniero agrónomo y un director teatral, se apuntaron al jurado porque en su Constitución había de caber toda la moda, como en la planta de oportunidades de Sepu, y les salió un “monstruo de Horacio” (ver el arranque del “Ars poética”) que, por un lado, garantiza la inviolabilidad del domicilio, y por el otro, se abre a los jurados populares que condenan al librero ciudadrealeño por defenderse en su casa y que absuelven a los policías que con ariete echan abajo, sin orden judicial, la puerta de un domicilio donde se celebra una fiesta.


Los abogados siguen buscando una definición del concepto de Derecho –dijo famosamente Kant.


Pues que dejen de buscar, porque el Derecho, con los llamados Estados de Derecho, dejó de existir, y su lugar lo ocupa lo que Dalmacio Negro llama el “nihilismo jurídico”. Lo explicaban estos días “las expertas” de la televisora woke ABC con motivo de la muerte de O. J. Simpson:


Recordemos el contexto. No se trataba de que Simpson fuera culpable o inocente. Si preguntabas, todos te decían: “Oh, sí, él lo hizo”. Se trataba del Sistema. En el 92 habían quedado libres los policías que pegaron a Rodney King. Así que en el 94 tenía que salir libre Simpson. Después de todo, los policías matan más.


El fiscal del librero ciudadrealeño, que ignorará el cuento del molinero y Federico II, hacía al procesado la pregunta saducea de la casa, porque usted lo que defendía era la casa, ¿verdad? ¿Qué puede defender uno hoy en España, su casa, cuyo derecho de propiedad está a punto de extinguirse, o su vida, en una sociedad que proclama el aborto como “derecho humano fundamental”?


Todos estos disloques tienen un solo fin: la domesticación social. Tras el 45, observó Bernanos, y Muray lo recoge, se empezó a fabricar, a toda velocidad, en serie, “una humanidad dócil, cada vez más dócil, a medida que la organización económica, la competencia y las guerras iban exigiendo una reglamentación más minuciosa”. Somos la sociedad que aplaudía en los balcones a los carceleros que la confinaban ilegalmente, y la Constitución canta al despotismo ilustrado con la música prusiana de que “la justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey”.


[Martes, 16 de Abril]