Blog de la vida privada ("Humanismo es telecomunicación fundadora de amistades que se realiza en el medio del lenguaje escrito." Peter Sloterdijk)
sábado, 31 de julio de 2021
Curas nuevos
Mondeño
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Leo la queja de un feligrés que en misa ve a los curas nuevos haciendo con la liturgia de su capa un sayo:
–El sacerdote sin revestir casulla, sin genuflexión en la consagración, no ha habido Credo, no ha dado él la comunión, sino dos señoras en vestido de tirantes que no han hecho reverencia ni al subir ni al bajar del presbiterio…
El justicialismo papal (“aforismos sociales con aire de epístolas pontificias”, definió Pemán el peronismo) vende “diálogo”, que al decir de Buela (tan argentino como Bergoglio, pero más culto) no es un concepto cristiano (no está en la Biblia), aunque la Iglesia lo emplea desde el Vaticano II:
–En sociedades espiritualmente desarmadas, esta “reductio ad dialogum” elimina de la discusión la idea de “poder” y de “enemigo”, de modo que siempre nos están obligando a firmar la paz con los amigos y a renunciar a actos soberanos frente a nuestros enemigos.
Del cura Basilio (gallego, cojo y radical de Lerroux) al cura Llanos (franquista y comunista); del cura Llanos al cura Apeles (José-Apeles Santolaria de Puey y Cruells, cura de la telebasura); y del cura Apeles al Cura Diálogo, que es el cura sin fe que vio venir (cuando tenía mérito hacerlo) Jean Cau:
–¿Un cura maoísta? ¡Qué cosa tan natural! La receta es muy simple: tomad un cura, quitadle la fe ¿y qué nos queda? Un demócrata igualitarista, ¡qué diablos, el más ardiente de todos! No es extraño que tantos líderes comunistas, Stalin a la cabeza, fueran seminaristas (…) El mensaje igualitarista del cristianismo está en trance de ser realizado y, por esta razón, la Iglesia se muere.
Sin liturgia no hay espíritu. La liturgia católica es lo que en pleno éxtasis taurino lleva a Mondeño a hacerse dominico en Caleruega, ahíto de mundanalidad. Lo apodera una mujer, y para coche de cuadrilla le compra el Rolls-Royce a una marquesa. Brinda toros a la emperatriz Soraya, a la duquesa de Alba y, en fin, a Jean Cocteau. Espiritual, nos recuerda Santayana, significa dirigido a lo eterno y a lo bello.
[Sábado, 24 de Julio]
Los muertos y las muertas. Edgar Neville
1899-1967
“Edgar, el delgado”, lo llamaba Pemán, porque al principio Edgar Neville era la extremada delgadez. Y luego fue diplomático, ensayista, novelista, dramaturgo (El baile), guionista de la Metro, cronista de Hollywood, poeta, pintor, viajero, amigo de Lorca y de Charlot, humorista, tertuliano de Pombo, inventor y cineasta con mención de honor en Cannes, 1953. “Edgar Neville ha sido un perpetuo anacronismo”, anotó Luis Escobar a su muerte. Murió en su casa de Madrid, en presencia de Tono y Mingote, que habían acudido a visitarlo. “Esta vez, Edgar, te has ido demasiado lejos –le escribió Tono–. Acaso porque los que te hemos rodeado en las últimas horas no hemos sabido encontrar el ‘invento’ que necesitabas para retrasar tu viaje.” Y Mingote añadió: “Su infatigable corazón se ha parado en primavera para que los amigos no estuviéramos incómodos en el entierro y hayamos podido oír esta mañana a los pájaros cantando. Él no aceptaba una cursilería, pero sabía que los pájaros iban a cantar, porque cantan cuando les parece, sobre todo cuando no viene a cuento, que es lo que a Edgar le divertía.”
IGNACIO RUIZ QUINTANO
viernes, 30 de julio de 2021
Papeles
El sol del membrillo
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Lo importante en el Kilómetro Cero de la Libertad, que es Madrid, son los papeles. “¡Caballero, los papeles!”, te dicen los guardias de la porra de Almeida. En Londres los “bobbies” no te dicen “sir”, pero en Madrid los guindillas te llaman “caballero”, y ya estás perdido. Si el PP quiere traerse la City, que empiece por traernos a los “bobbies”.
En el Madrid Cultural de Almeida los guindillas han abordado a Antonio López, nuestro primer pintor vivo, que está pintando en la Puerta del Sol, para pedirle los papeles. “¡Caballero, los papeles!” ¿A Antonio López?
–Como si es Van Gogh. ¡Papeles!
Es el sentido del humor de Almeida, que tendría que invitar a sus guardias a ver “El sol del membrillo” y echar unas risas juntos mirando pintar a Antonio López, artista de un temple que no debe confundirse con la lentitud (la diferencia la explicó Corrochano en los toros), aunque Antonio López tarda tanto en pintar que al final a casi todos sus amigos les debe un cuadro, y al ver echársele encima a los guindillas pensaría, el hombre, que venían enviados por estos amigos.
No es odio cultural al arte, sino amor al orden municipal.
–Puedo cerrar este negocio porque se vende pornografía, y a ésa que tiene usted ahí tiene que quitarla –ordenó el cabo Piris a un librero de Cáceres, invierno del 75, que exhibía en el escaparate un cartel de la Maja Desnuda de Goya porque atentaba contra la pureza de la juventud local.
La cultura viene de la religión, y ya vimos a los guardias de Almeida reventar una misa de Pascua de Resurrección (pistolón al cinto y en el altar, anticipando la lucha de Bergoglio contra la liturgia católica) en la parroquia de San Jenaro con el “¡Caballero, papeles!” al sacerdote, en plena celebración. La misa cumplía las exigencias del estado de Alarma, pero el estado de Alarma era anticonstitucional, detalle que no tiene cavilosos a los locos del constitucionalismo Almeida y a Villacís, Legisperitos de Pregoneros, Almotacenes, Alarifes, Curas y Pintores. Comunismo o libertad.
[Viernes, 23 de Julio]
Los muertos y las muertas. José Luis Ozores
1923-1968
José Luis Ozores, hermano de Mariano y Antonio, quiso ser aparejador, pero se hizo actor por necesidad en la guerra. Se reveló como actor cómico en la obra de Tono y Mihura Ni pobre ni rico sino todo lo contrario. Cuando su enfermedad –“esclerosis con placas”– no tenía remedio, aceptó el papel que Joaquín Calvo-Sotelo escribió para él –pensando en su silla de ruedas– en El poder. Actuó en setenta películas. Ya al final, asomado al balcón de su casa en la madrileña calle de Fernández Villaverde, decía a las visitas: “Nos compramos este piso demostrando una imaginación desmesurada, porque dimos el primer plazo sobre un solar, y el plano era una fotocopia que se veía fatal. Reservamos el noveno, y cuando aún estaban por la estructura del primero, íbamos a verlo y le decía yo a mi mujer, mirando al cielo: ‘Mira, Concha, ¿ves aquella nube que parece un paraguas con flecos? Pues allí cerca caerá el cuarto de los niños.’ Era estupendo, porque entonces no teníamos ni el cuarto ni los niños.”
jueves, 29 de julio de 2021
El nuevo
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El nuevo capataz de la Españeta atiende por Bolaños y es un laboralista (¡como “Isidoro”!) que, a falta de vida en la abogacía, funge de jurisconsulto del sanchismo llevándole el Aranzadi a Sánchez, que tiene del Derecho la misma idea que el Zibin de Dombrovski:
–En el mundo sólo existe la conveniencia socialista. Esto me lo enseñó mi jueza instructora.
El nuevo tiene pinta de agente de seguros de decesos y quiere exhumar a José Antonio (fusilado por Largo Caballero), hijo de Primo de Rivera, cuya dictadura hizo del PSOE el primer partido de España en premio a la colaboración… de Largo Caballero.
Bolaños preside la reunión de subsecretarios, invento del general De Santiago con Suárez para preparar los consejos de ministros, que se les iban en discutir sobre la pera limonera (Abril, ingeniero agrónomo, con Lladó), y despacha la memoria socialista, que él llama democrática, hoja de parra para tapar la vil traición de la izquierda a la ruptura en el 78.
¿Memoria democrática? Yo no recuerdo que me hayan dejado nunca elegir ni a mi representante ni a mi gobernante, pero, como en los relatos estalinistas de Dombrovski, estoy obligado por ley a decir que vivo en una democracia plena, sistema de gobierno de tres elementos (representativo en la sociedad, electivo en el gobierno y divisorio del poder en el Estado) que España aún no ha visto. Otra vez la coartada (“¡evitar la guerra civil!”) para el oportunismo. Para el coordinador de la Junta Democrática, al que encerraron en Carabanchel durante el pasteleo, lo que define el miedo a la libertad política del pueblo en esta izquierda es su habilidad para disfrazarlo como miedo a la derecha:
–Para evitar el golpe militar, hagamos la reforma oligárquica con los hombres de la dictadura. Para evitar el retorno electoral de la derecha, gobernemos como ella. Para que la derecha no tema al partido de los pobres, hagámonos ricos como ella. Para tener el apoyo del gran capital, hagámoslo cómplice de nuestros delitos.
El Régimen.
[Jueves, 22 de Julio]
Los muertos y las muertas. Ramón Menéndez Pidal
1869-1968
Don Ramón Menéndez Pidal es lo que Ruano dice que la gente del bronce llama “un sabio”. El polígrafo español, propuesto varias veces para el Nobel, fue la gran figura europea de la filología románica. Amó al Cid: “En su tiempo, sólo el Cid tiene victorias.” Y también al Guadarrama. “Un jardín me aburriría –le dijo un día a Ruano–, no sabría pasearme en él.” Enseñó a conocer y a amar a España. Fue discípulo predilecto de Menéndez Pelayo. Reconstituyó a los infantes de Carrión y a los infantes de Lara. Practicó la esgrima y el montañismo. Fue académico de la Española desde 1901, con un discurso acerca de El condenado por desconfiado de Tirso. Un día cayó enfermo y pidió a su hijo que le leyera la Biblia: rechazó la del hospital y mandó a traer la edición de la Vulgata que tenía en su casa; él mismo indicaba a su hijo los párrafos que tenía que leer.
(Del libro Serán ceniza, mas tendrá sentido / Ediciones Luca de Tena, 2006)
miércoles, 28 de julio de 2021
La tenida
Don Pedro Muñoz Seca
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Ciudadanos, partido ahora mismo secreto, ha celebrado una tenida liberal: Arrimadas y Villacís en plan Grecas payas, y de doctrinario, el maestro de periodistas Ramírez. El acto, por lo cómico y por lo añejo, me recordó el simpático tejemaneje que en el Café de Levante se traía cada mañana don Pedro Muñoz Seca con dos damas: el comediógrafo pide café con tostada y compra el ABC (hábito, por cierto, por el que se lo llevarían a Paracuellos los Funesillos de la memoria democrática); una mujer le limosnea, y él le da la tostada y el ABC, para que lo revenda. Un día, la mujer desaparece. Llegan otras dos mujeres, que dicen que la otra ha muerto y que ha hecho testamento. “¿Tenía fortuna?” “No, señor; pero a ésta le deja el ABC y a mí la tostada.”
Es como si Ramírez hubiera dejado a Arrimadas, para escolarizarla, el ABC, que sería su discurso con alusiones a Miguel de Montaña, y a Villacís, la tostada, que sería la chupa mostaza de Suárez:
–A veces, cuando estoy en casa, ensimismado, y voy a abrir la puerta, lo veo todavía ahí [a Suárez] en el umbral, con su cazadora color mostaza (…) Abrió una morada vital para la sociedad española. ¡Construyó el centro!
El Centro no es más que el feroz oportunismo de la socialdemocracia. Centro es Villacís, que vive cual abubilla grácil en una ramita equidistante “entre Orban y Fidel Castro”, y que oye lo de la chupa mostaza y pone los ojos como bolitas de alcanfor, sólo que el centro centrado del franquismo no es Suárez, que está a la derecha de Franco (“el propio Estado al que servimos nació siendo plural”, dice como presidente de la UDPE), sino Fraga, una fuerza de la naturaleza que “por naturaleza es casi procesalmente un nazi”, en palabras de Pemán, “y en su ministerio lo parece muchas veces”. Otra cosa es que luego, en un país políticamente analfabeto, el consenso mediático haga que la confusión consume su obra maestra, y que Abascal, que viene de Gustavo Bueno, sea fascista, y liberalio, todo el que venga de Fraga.
[Miércoles, 21 de Julio]
Los muertos y las muertas. Daniel Vázquez Díaz
1882-1969
Gerardo Diego veía en Daniel Vázquez Díaz, como en todos los grandes pintores, a un psicólogo profundo: “Llegado a su plenitud, el arte de Vázquez Díaz pudo permitirse el lujo de disimular sus fuerzas y de esconder su garra para acariciar con yemas de terciopelo.” Era andaluz de Huelva y se casó con una escultora nórdica. Su arte fue el más apto para los retratos heroicos: pintó a escritores, a toreros, a conquistadores. Su hallazgo genial fue el cubismo humanizado. Había llegado a París el año en que murió Cézanne. Fue a Montmartre y en seguida intimó con Picasso, Braque, Max Jacob, Modigliani, Gris, Rubén... A Rubén lo pinta de monje blanco. Y hace frases felices: “Mis paisajes son instantes.” Es el “instantismo” de Vázquez Díaz. Sus amigos ponen a sus pies París y sus famas, pero él, de pronto –en otro instante–, decidió regresar a España, pagándolo muy caro.
(Del libro Serán ceniza, mas tendrá sentido / Ediciones Luca de Tena, 2006)
martes, 27 de julio de 2021
Juegos limpios
Mark Spitz
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Hay en España ministras y ministros que adoctrinan con mucha extravagancia, o al menos a mí me lo parece. Los mandamientos de su catecismo van calando en gran parte de ese vulgo al que todos pertenecemos y del que unos cuantos llevamos tiempo apartados por cómo crecía el rimero de los despropósitos. Un servidor sin ir más lejos está escandalizado con una ley que si no he entendido mal permite cambiar la condición masculina o femenina de los individuos a voluntad del solicitante. Imagino que con una instancia y una póliza ante la ventanilla pertinente. Un chico bautizado como Rogelio va al registro y le dice al funcionario que ha decidido ser chica y llamarse Julieta y... ¡ya está! La ley facilitará el trámite con mucha mayor diligencia que la que gasta el banco cuando vas a sacar tu dinero.
¿Qué es lo primero que pensó un servidor? En el fútbol, claro está. "Entonces un futbolista frustrado se mete a chica y ahora que cobran las futbolistas se gana la vida en lo que le gusta. No. No puede ser", me contesté a mí mismo. ¿Y lo segundo que me vino a la cabeza? Pues los Juegos Olímpicos y Jarmila Kratochilova. Como antiguo que soy, lo que me llama la atención de los juegos son los carreristas y los nadadores, éstos últimos porque nos impactó el fenómeno Mark Spitz, un pez con bigote que se colgó al cuello siete medallas de oro en los juegos del 72 en Múnich. Jarmila Kratochilova era checoslovaca y corría los 400 y los 800 con zancadas masculinas, cuerpo masculino y ganaba con una superioridad antinatural. Mark Spitz asombró al mundo con 22 años, mientras Jarmila, quinta suya, lo hizo en los juegos de Moscú 80, ya entrada en los 30 con el cuerpo totalmente musculado. No ha habido mujer que le quite su récord de 800.
La lucha contra el fraude deportivo en lo que toca a substancias, sobre todo, es asunto que trae de cabeza a los vigilantes olímpicos que gastan dinerales en el departamento del antidóping, pero a los que no olvidamos a Jarmila se nos hace imposible admitir que los mandamases del COI consientan transexuales en las citas olímpicas. Feo está que haya países empeñados en destruir las competiciones deportivas por capricho de las exóticas parcialidades que llegan a sus gobiernos, pero que el COI dé por bueno lo que nos escandalizó por sospechoso a principios de los 80 no deja de ser una traición al espíritu de la Olimpia aquélla de Grecia, que paraba guerras, enorgullecía ciudades y se admiraba la magnífica desnudez de los héroes olímpicos.
Me doy cuenta de que en estos tiempos que tanto corren, la limpieza en el deporte tiene muchas interpretaciones y que hay gente muy lista que explica sus teorías con mucho sentimiento. Estoy en el pelotón de los torpes y como no entiendo las explicaciones de estos nuevos catedráticos he decidido no escuchar sus peroratas. Ahora bien, si una tal Laurel, antes Gabino, Hubbard gana medalla en halterofilia para Nueva Zelanda habrá que prestar mucha atención a cómo defiende el feminismo lo que pueden llevar naciones sin escrúpulos a los próximos Juegos de París. Si una muy señalada de nuestras ministras pudiera meter mano al reglamento olímpico, en el 2024, España arrasaría.
Responsabilidades
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En España, con la cultura democrática por estrenar, los propagandistas del rojerío, todavía más cortos que los de la fachenda, tratan de colocarnos la votación del Tribunal Constitucional sobre el decreto de alarma como si fuera el enfrentamiento, en 1937, de la Corte Suprema a Roosevelt (y a la opinión pública) en defensa del sistema constitucional. ¡Qué más quisiéramos!
Aquí los gobernantes arrestan ilegalmente a los gobernados, y no pasa nada, pues carecen de responsabilidad.
De “responsabilidad” (la que presupone que lo arbitrario está excluido del gobierno, sometido a una instancia diferente ante la que responder) habla en 1787 Alexander Hamilton, partidario de que cualquier tribunal de justicia declare nulos todos los “actos contrarios al sentido evidente de la Constitución”, pero Hamilton no piensa en Conde-Pumpido, a quien Hamilton le suena a corredor de autos y que ha votado a favor del gobierno en lo del decreto de alarma porque “la sentencia crea un grave problema político”. ¿Qué problema? ¿A quién?
La responsabilidad política viene incluida de serie con la democracia y está vinculada al principio de representación. Pero en el Estado de Partidos, que es lo nuestro, prevalece el principio de identidad sobre el de representación, y el sistema proporcional hace de la responsabilidad política una tautología, cosa que ya sabíamos por quien lo advirtió en su día: “El consenso permite eludir la imputación de responsabilidades personales. Nadie responde en un consenso”.
El club memo-liberalio elude la evidencia con el mito de la representación nacional (el diputado-representante, no del elector, sino de toda la nación), disparate que incluso a Jouvenel se le hace “principio de todas las tiranías, sean cesaristas o jacobinas”. El gobierno, en fin, puede hacer pajaritas con la Constitución. Dicho por Madison: “La mera inscripción de los límites del poder en pergaminos no garantiza contra la concentración tiránica de todos los poderes en las mismas manos”.
[Martes, 20 de Julio]
Los muertos y las muertas. Nikita Kruschef
1894-1971
A Nikita Kruschef la posteridad lo recuerda como a un personaje de Dostoievski que liquidó el mito de Stalin (famoso discurso secreto de 1956), levantó el muro de Berlín (“Berlín es un hueso en la garganta del imperialismo”) y sepultó la libertad de Hungría cuando había prometido enterrar al sistema capitalista americano (“os enterraremos”). Una vez en América, intentó, sin éxito, llevar a su esposa a Disneylandia. Gobernó la URSS durante once años. El Kremlin lo jubiló en 1965, ensañándose con su figura: se le negó la medalla que habían recibido todos los combatientes en la Guerra Mundial y se puso en duda que estuviese en la batalla de Stalingrado. El hombre que había dado marcha atrás en la crisis de los misiles cubanos y que había protestado con zapatazos en su pupitre de la Onu fue declarado “ex hombre” en la historia oficial del Régimen de los Soviets.
(Del libro Serán ceniza, mas tendrá sentido / Ediciones Luca de Tena, 2006)
lunes, 26 de julio de 2021
Pedro Rodríguez, el estilo Transición
Pedro Rodríguez
ABC AL PASO
El estilo Transición
PEDRO RODRÍGUEZ, "DESPEDIDO" POR AUGURAR DIEZ AÑOS DE FELIPISMO, QUE DURÓ CATORCE
Ignacio Ruiz Quintano
Pedro Rodríguez es el estilo Santa Transición, que parece que diciéndolo todo no dijera nada, o que no diciendo nada lo dijera todo. Son los 70. Pilar Urbano imita en su “Hilo directo” a Rodríguez, pero no tiene gracia, o a mí no me la hace. (Además, él me incluye en su lista dominical de lo “in”, lo más parecido a triunfar, cuando empiezas; ella, en cambio, me “levanta” un viaje que me he apañado con Punset, ministro-Harpo de Suárez para Europa).
Entre Pedro Rodríguez y Pilar Urbano
ABC, 23 de Abril de 1983
El estilo transicionero es el columnismo de “suspense” en el café. Alfonso Reyes lo clava: “¡Hola!” “¡Hola!” “¿Y qué?” “Pues ná”. “¿Y aquello?” “¡Toma! Pues aquello”…
–Así durante horas. No se define nada. Precisar, duele.
Es el estilo de un pueblo que se ha pasado la Historia mirando de reojo al Poder, del que sólo caen collejas.
Pedro Rodríguez es la rueda a seguir. En la dirección de ABC, Guillermo Luca de Tena debe rehacer lo deshecho en dos años de Cebrián (José Luis), y acomete su fichaje en el otoño del 78. El periodista resume sus “aspiraciones”:
–Me ha detenido siempre ante la máquina de escribir como un pudor insalvable, Guillermo, de traducir mis ilusiones a pesetas, o de ponerle precio a una puerta como la de ABC por la que cualquier profesional entra con la montera en la mano… Con ese pudor presente, te hago una relación de mi situación actual: “Arriba”, como subdirector, x pesetas mensuales, tres pagas extraordinarias, seguros, pluses, todo eso, ya sabes; en “Gaceta Ilustrada”, x pesetas por crónica semanal; x también semanales en la “Hoja”, y x en “Interviú”. Tú sabes, director, la gratitud con que yo acogería una fórmula que me permitiera, sin tirar a mi familia por la ventana, trabajar en vuestra casa, y muy especialmente, contigo.
Abc, 15 de Mayo de 1983
La relación se rompe (¡casi a lo Orwell!) la víspera de Santiago de 1984, con carta de renuncia de Pedro Rodríguez al director, Ansón:
“En mi ‘Papeleta’ habitual del domingo se incluía, dentro de un contexto irónico, esta frase: ‘Que Estos Chicos se quedan, lo que yo te diga. Que nos dan la ‘Prodigiosa Década’, je, verás’. El día siguiente, en la misma página, se publicaba la siguiente opinión del periódico, con la firma convenida de ‘Ovidio’: ‘Los más conspicuos comentaristas, reverentes del Poder, sea el que sea, prontos al obsequio, venga de donde viniere, aseguran desde las tribunas de oposición que el socialismo va a quedarse diez años en La Moncloa. Hay que dejarles. Hay que permitirles que hagan su juego, viejo juego, siempre que no creen una excesiva confusión para mostrar lo que es un periódico pluralista’. Me pellizco y no estoy soñando”.
¿Pedro Rodríguez, “reverente del poder”? Le recuerda que, de presidente de la Asociación de la Prensa, lo perseguía “para que no me metiera más con los ministros de UCD”, donde Abril Martorell (el “Don Fernando el Caótico” de Campmany) pedía cabezas.
Y se va.
Muere en diciembre de 1984. “Estos Chicos” [los socialistas] no duraron diez años. Duraron catorce.
Pedro Rodríguez
El destape florentino
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En los benditos 70, el cine español funcionaba industrialmente en dos versiones: la versión para fuera, donde las actrices no se ponían el sostén, y la versión para dentro, donde no se lo quitaban. “Primer amor, primer dolor” era, entonces, la novela de éxito de Martín Vigil. Pero en los frailes sólo comprendimos aquel título cuando nos enteramos de que Pilar Velázquez, musa del internado por su anuncio de Schweppes en TV y por sus muslos pimpantes en las portadas de “Diez Minutos”, rodaba desnuda para el cine de Italia. ¡La doble versión española!
Nos lo dijo, muy serio, un galguero de Leganés a mitad de almuerzo un día que fuimos a Madrigal de las Altas Torres al campeonato de España de galgos en campo y después de contarnos las aventuras de “Filomeno”, un macho de liebre que tenía: le puso un piercing del Real Madrid en una oreja y lo llevaba al bar con una correa. Al “Filomeno” le gustaba el Terry con coca-cola, y cuando se atufaba, mordía.
–¡Yo lo que he visto es que aquí todo dios tiene dos opiniones: una para los amigos y otra para los extraños!
Sin tener estos detalles en cuenta, no entenderemos el acontecimiento que ha supuesto el destape florentino de Flóper, que le pasa con los futbolistas lo que a Dumas con la Virgen, que tiene dos opiniones (“una para los periódicos y otra para los amigos”). Lo único extraordinario del caso es que alguien con semejante poder, y seguramente por falta de lecturas (de Schmitt, principalmente), caiga en la trampa de la grabación clandestina, como cualquier pelanas del Régimen. En cuanto a sus opiniones para “los amigos”, ¿qué podemos añadir? Con el futbolista, en general, sucede como con el pescuezo de la gallina, que de lejos parece carne, pero de cerca sólo es otro hueso. Expresándose en el lenguaje madrileño que abreva en las zarzuelas, Flóper tiene incluso gracia, que era algo que jamás hubiéramos imaginado, con lo cual, si pretendían desacreditarlo, han conseguido justamente lo contrario, proporcionándole una leyenda.
–Lo verdaderamente feo es el vicio de disimular la opinión íntima, alabando en público lo que en privado se zahiere. Quisiera disculpar ese extravío como prevención necesaria para vivir en este pueblo tan chico. La cortedad del lugar es dispensa canónica.
He aquí el comentario de Manuel Azaña a “La linterna de Diógenes”, el libro del peruano Alberto Guillén, retablo tremendo de la proverbial hipocresía española en el que una cuarentena de autores de nuestra República de las Letras, incluido Ortega, ofrecen el espectáculo delirante de la doble opinión.
–Somos como comadres que vivimos de la vida ajena a falta de la propia. Murmurando de todo. Ensayando el palillo de dientes en el nombre del amigo. Dando mordisquitos de ratón en... –se explica Pérez de Ayala, víctima, sin saberlo, del indio soberano.
Nuestro prestigioso mundo literario vive en público del sexo oral de las negritas (para los ágrafos: tipografía de trazo grueso), que se canjean en el mercado editorial como las monedas en el mercado de divisas: tres negritas tuyas por una mía, o al revés, y así en el papel como en el twitter. Las impresiones que de los futbolistas deja caer Flóper son pellizcos de monja comparadas con las que los escritores y periodistas (médicos y practicantes, que diría Ruano) tienen de sus colegas, y no quiero pensar en el revuelo de papeles que se desataría sólo con tirar de WhatsApp, tentación que tiene todo el mundo al leer tantas cosas.
–En cuanto a mis opiniones sobre mis compañeros, como usted comprende, yo no soy nadie para opinar de ellos. Algunos son mis amigos y son unos imbéciles; otros no son mis amigos, y también son otros imbéciles. De modo que no ponga usted nada de eso, se lo suplico.
Eso dice don Armando Palacio Valdés a Guillén, que, naturalmente, lo pone como lo ha oído. Y añade don Armando (“el primer novelista español después de Cervantes”, se presentaba él) una explicación que explica de paso el destape florentino: “Yo he dicho un discurso en la Academia sobre el malogrado Pereda, y lo he elogiado mucho, mucho. Pero esos son compromisos oficiales, de los que uno no puede evadirse. ¿Sabe usted? Pero aquí, en la intimidad, es otra cosa. Es un buen paisajista nada más, pero no conoce el alma de las mujeres; y quien no conoce el alma de las mujeres, mal puede llamarse novelista. ¿No le parece?”
El puchero, concluirá Guillén, es el gran domador de rebeldías; todas las audacias fracasan ante el tocino.
HAMBRE BLANCA
Para ser un francés más (¡un francés medio!), según el cliché de Renan, que es beber vino, no saber geografía y tener una condecoración, a Sergio Ramos sólo le falta hablar francés, y está en ello. Todo el mundo quiere estar delante cuando se arranque con el “je suis”. Sin él, el Madrid baila al son de Ancelotti, que ha hecho una declaración paladina: “Me ha gustado mucho el hambre de vetereranos como Carva, Marcelo, Lucas, Nacho o Isco”. Isco, en concreto, debe de ser quien más hambre ha pasado, porque al decir de la propaganda ha regresado de sus vacaciones “de dulce”, hecho una lezna. Ver a Isco pasando hambre nos compensa de la pena de no tener a Mbappé. Con lo que Isco se ha dejado, hay que alimentar al tridente de los Panteras Grises: Bale, Benzemá y Hazard.
[Lunes, 19 de Julio]
Los muertos y las muertas. Pablo Ruiz Picasso
1881-1973
Pablo Ruiz Picasso, el mayor artista del siglo XX, era andaluz, que es ser español al cuadrado. Teoría de Sert: de la perfección –Velázquez– sólo se va a la fotografía en colores, mientras que de la imperfección –Goya– ha salido todo un siglo de pintura francesa. Más imperfecto aún que Goya: Picasso. Madariaga sostenía que lo que de imperfección tienen Goya y Picasso se debe a un exceso de masculinidad, de genio. O a un defecto de feminidad, de talento. A Picasso le faltaron, decía él de sí mismo, tres centímetros para ser apolíneo. Madariaga cuenta que en la orilla izquierda del Sena había un chamarilero que tenía en su tienda este rótulo: Bric-à-brac Éclectique. Y como un bric-à-brac éclectique genial venía a ser, para él, la obra picassiana. Siempre trabajó desnudo. “Mi patrón –declaró el jardinero– murió a la hora en que acostumbraba levantarse. Por la noche subí a su habitación anémonas y pensamientos. Le gustaba dibujar las flores de su propio jardín. Le gustaba acostarse tarde. Y esta mañana lo hemos encontrado muerto.”
(Del libro Serán ceniza, mas tendrá sentido / Ediciones Luca de Tena, 2006)
domingo, 25 de julio de 2021
Emilio Romero, el azúcar de Bergson
Emilio Romero, por Juan Palacios
ABC AL PASO
El azúcar de Bergson
EMILIO ROMERO: “SI LE GUSTA ESCRIBIR, LO SUYO ES EL ABC, UN PERIÓDICO-INSTITUCIÓN”
Ignacio Ruiz Quintano
Abulense, como Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, Santayana o Luis Calvo Andaluz (“¡ni Luis ni Calvo ni Andaluz!”), Emilio Romero, el Gallo de Arévalo, nombrado por Sánchez Bella (a sugerencia de López Rodó) director de la Escuela Oficial de Periodismo, es quien, en el 71, lleva el periodismo a la Universidad, con la ayuda de Ansón y la oposición del almirante Carrero, que teme “llevar más agitadores” a la Universidad. Carrero le recuerda a Romero un artículo pintando a Ansón de “caballo en cacharrería”, y Romero lo tranquiliza:
–Es verdad, pero ahora me he preocupado de quitar los cacharros.
En el invierno del 78, con la perspectiva de otro año en blanco (poner copas en Ibiza en verano para pagarte un invierno de Facultad en Madrid), y por ver si lo del periodismo tiene salida, escribe uno a los periódicos donde quisiera escribir, y responden todos, incluido Emilio Romero (el gallo del periodismo, al que le roncan los cojones, atendiendo un SOS de estudiante sin más recomendación que un hambre calagurritana, ¡los 70!). Dirige el “Informaciones” de la calle de San Roque (mi primera Redacción, de visita) y me invita a filete con patatas con servicio en su casa, no sé si por Hurtado de Mendoza (mi primer almuerzo periodístico). A esa edad impresiona el “usteo” (nada de tuteo falangista, que se impondrá luego, con el felipismo): me cuenta que este “Informaciones” es un embarque sin rumbo, y se trata de elegir un destino que encaje con lo mío.
–¿Así que tiene usted una carta del ABC?
–Sí, señor.
–Pues, si le gusta escribir, lo suyo (lo mío) es el ABC. Un periódico-institución. La República no pudo con él. Caerá con la Iglesia y el Ejército.
Qué monada de gansos
Ignacio Ruiz Quintano
Un columnista del Times, dicen que el periódico católico patrocinado por judíos para chasquear a los protestantes, llama tontos a los europeos, y hasta los europeos más encastados —léase los españoles, que suelen tolerar a los tontos y hasta envolverlos en simpatía— salen doliéndose de la banderilla.
Que los europeos llamen tonto al presidente de los americanos es una cosa, y otra cosa es que los columnistas americanos llamen tontos a los europeos. ¡Hasta ahí podíamos llegar! ¿Que los europeos han corrido en auxilio de Arafat? Bien, pero también han corrido en auxilio de Chirac, con lo que eso supone para detener al fascismo, esa cosa, por cierto, que en Europa, cuando no ha estado prohibida, ha sido obligatoria. «Una perfecta uniformidad en el saludo nacional es una prueba de cultura y una demostración de disciplina», se decía por aquí no hace tanto tiempo. Ahora, y por las mismas gentes, se dice todo lo contrario. Pero, salvo Chomsky, que se ha pasado, el hombre, toda la vida convencido de que América es el paraíso del fascismo, ¿qué saben de fascismo los americanos?
De entrada, «tontos» es una palabra muy seria. Licurgo, uno de los sustentáculos del Estado de Derecho, enseñaba a enseñar a los niños a robar y también a castigarlos al pillarlos en ello: no por ladrones, sino por tontos. De aquí, quizás, esa suerte de contrato social europeo en fuerza del cual «nos toleramos, nos engañamos y nos aburrimos mutuamente», aunque también tenemos el fútbol, que sirve a la sociedad para dramatizarse a sí misma y a su tontería. El peligro está en que el tonto con el tonto arman una guerra civil, y, para prevenirlo, hemos de dotarnos de gansos.
«¡Qué monada de gansos!», exclamaban las madres de la época de las humanidades, cuando sus hijos, al volver de la escuela, les contaban la historia de los gansos capitolinos que con sus gritos de alarma salvaron a Roma de los galos. Para Peter Sloterdijk, el papel de aquellos gansos lo hacen hoy la prensa, en general, y en particular, la Escuela de Fráncfort, según él una versión social-liberal de la dictadura de la virtud asociada con el arribismo periodístico y académico. «¿No habría que alertar alguna que otra vez contra los alarmistas? ¿De qué le sirve a la opinión pública un ganso solista que grazna un aria de locos cuando es imposible ver a un solo moro en toda la costa? ¿O es el ganso que alerta de los moros el que decide qué es un moro?»
El joven Sloterdijk apunta nada menos que al viejo Habermas —o «Jabermás», como dicen los españoles devotos de su «patriotismo constitucional»—, el «gran comunicador» de la socialdemocracia, quien, a todo esto, apunta este año a premio gordo en Oviedo. La conclusión de Sloterdijk es que a la época de los hijos hipermoralistas de padres nacionalsocialistas, cuyo lema sería «los fascistas son siempre los otros», le ha llegado su hora final. «Hijos de hijos: he aquí un capítulo de la psicología de izquierdas.»
En América, exenta de pasado, todo parece más sencillo. La derecha gana las discusiones con tres argumentos únicamente: sí porque sí; no porque no; y sí pero no. Y la izquierda las pierde porque, como graciosamente tiene dicho Irving Howe, no quiere apoderarse del gobierno, sino del Departamento de Inglés: los retruécanos de Derrida que Habermas desprecia los vuelven locos. Bien mirado, ¿quién nos asegura que la instauración del milenio de paz universal y justicia entre los hombres no es otro retruécano? Y, si no tienen fascismo, ¿para qué van a alimentar gansos? Chomsky es un don Julio Casares, pero en «bolchevik», que quiere decir «mayorista».
Chomsky
Los muertos y las muertas. Antonio Casero
1897-1973
Antonio Casero, maestro del cartel taurino, debutó en ABC en 1930. Se aficionó en la plaza, con sus vecinos de localidad: Luis de Tapia, Ricardo Marín y Mariano Benlliure, cada uno con un cuaderno de apuntes. Todo cuanto tuviera que ver con Madrid lo apuntó Casero, que había estudiado Derecho: la atmósfera de aceite frito de la verbena, la música molida en los organillos y la música callada del toreo, siempre desde el palco municipal de Las Ventas. Sus últimos apuntes fueron los de la corrida de Pablo Romero en la Feria de San Isidro. Pedro Romero, maestro de la suerte de matar, había dicho a sus discípulos en la escuela de Tauromaquia de Sevilla: “Dejaos coger, que es la manera de que los toros se descubran en la suerte de matar.” Seguro que su número, al llegar a la otra orilla, estaba en la lista grande del Señor.
(Del libro Serán ceniza, mas tendrá sentido / Ediciones Luca de Tena, 2006)
La pescozada al señor Santiago
Quevedo se dejó la piel en la defensa del patronazgo de Santiago frente al de Santa Teresa. En Madrid, los columnistas zen (tristas) de la época discutían de la depreciación de la moneda, de las hipotecas de los judíos, de la ayuda a los herejes... La reacción antisantiaguista crecía porque ya no había musulmanes contra quienes hacer la guerra santa. Y el centrismo decidió hacer la petición de que la beata Teresa de Jesús fuera elevada por el Pontífice y admitida por el Reino como patrona de todos los españoles, contando con el favor del Rey y su valido, el Conde-Duque, que miraban por lo suyo.
Quevedo también miraba por lo suyo, pero menos, pues echó todo su crédito gubernamental a perder cuando escribió su memorial por el patronato de Santiago contra la bandera de los carmelitas y el centrismo rampante. Santiago era un patrono guerrero, y Santa Teresa, una patrona andariega, casi una krausista. (Se conoce como “krausismo” a un movimiento de pedantes madrileños que dieron en sustituir la misa dominical por una caminata por Gredos.) A Quevedo, para quien las Españas eran «bienes castrenses ganados en la guerra por Santiago», el buen rollo carmelitano lo hacía sulfurarse. ¿Encomendar al sexo de mujer parte de la invocación de las batallas? «¿Qué comparación puede tener esta postura y pintura con la de un caballero joven, robusto, gallardo, denodado, despidiendo rayos de luz de su hermosísimo rostro, adornado de fuertes y resplandecientes armas, con la cruz roja en el pecho...?»
Y en Su espada por Santiago escribe:
“Los reyes, señor, armaban caballeros en España; mas a los reyes Santiago los armaba caballeros: de su altar tomaban las armas y la espada, y el bulto del Santo Apóstol les daba la pescozada en el carrillo... Pues, ¿cómo pretenderán los padres de la Reforma que Santiago os dé armas a vos y que las volváis contra él; que de su altar toméis la espada y que le quitéis vos la que él (tiene) en su mano para dársela a Santa Teresa, a quien sus mismos hijos han hecho estampar con una rueca? La pescozada, señor, antiguamente Santiago la daba a los reyes; hoy quieren los procuradores de corte que los reyes se la den a Santiago en la cara. A vos os lo proporcionen... Ni los frailes lo pueden negar, ni los procuradores lo deben proseguir; ni vos, señor, lo debéis mantener.”
"El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor"
DOMINGO, 25 DE JULIO
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó:
-¿Qué deseas?
Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. Pero Jesús replicó:
-No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?
Contestaron: «Lo somos.» Él les dijo:
-Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo:
-Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.
Mateo 20,20-28
sábado, 24 de julio de 2021
Antonio Mingote, la lealtad del genio
Antonio Mingote
ABC AL PASO
La lealtad del genio
ANTONIO MINGOTE, LOS PUNTOS SOBRE LAS IES CON LOS MEJORES MODALES
Ignacio Ruiz Quintano
Hasta la aparición de Mingote, para el lector (¡el verdadero dueño de un periódico!) hay tres acontecimientos que nunca fallan: el escándalo en el Congreso, el crimen pasional y la cogida de un torero, a los que de pronto se une “la viñeta de Mingote” en ABC. Todo lo demás es cencerrada.
El periodismo viene a ser una cencerrada sin ton ni son que acaba en sonsonete. Cañabate cuenta que un vendedor de “El Cencerro”, periódico anticlerical, pregonaba con un cencerro que hacía sonar mientras gritaba: “¡Contra los frailes, que comen y no trabajan!” Alguien le dijo: “Y usted qué, ¿en qué trabaja?” Y el vendedor se explicó: “¡Yo no trabajo, pero tampoco como!” Y le arreó con el cencerro en la cabeza.
En el periodismo sólo vale la pena caer para firmar un “Pedro Páramo” de Rulfo o un “Hombre solo” de Mingote.
Hombre solo
Mingote representa una lealtad superior, espiritual (desconocida en periodismo), con ABC y los Luca de Tena, la clase de lealtad descrita por Alain como “una libre y dichosa promesa a sí mismo, que cambia una simpatía natural, por encima de edades, pasiones, rivalidades, intereses y azares, en un acuerdo inalterable”. Rechaza grandes ofertas, gesto que no le perdonarán nunca.
En 1975, asume la dirección de ABC José Luis Cebrián, miembro del Opus Dei (“esa aventura estrictamente particular”, según la revista “Ecclesia”). A los becarios del 79 nos cuentan que Cebrián, cuyo San Juan o discípulo más amado es Pedro José Ramírez, corregía con tipex los escotes de las actrices setenteras en las fotos del Archivo. Y choca con Mingote, que en febrero del 76 le escribe una carta con toda la fuerza “fundante” de ABC:
“Querido José Luis: Después de la muerte de Franco no he vuelto a hacer ningún chiste sobre esos personajes [inmovilistas, Gundisalvo] que simbolizan para mí una época acabada. Los hago sobre los que hostigan al Gobierno actual. Y me sorprende que a esa Casa de ABC le alarmen unos chistes con los que pretendo ayudar a un Gobierno que es el primero del Rey. No comprendo bien cómo esos reaccionarios […] pueden influir en esa Casa que, por definición, ha de estar al lado del Rey y no de quienes ponen en peligro el trono […] Estos buenos modales que yo aspiro a tener me impiden, por ejemplo, hacer chistes sobre la oposición de la izquierda, que ni decide ni gobierna. Y si hacer chistes sobre los que no han podido levantar cabeza durante cuarenta años me parecía una cobardía, darles ahora en el cogote cuando empiezan a asomarlo a duras penas me parecería innoble […] Pero yo ya soy viejo para aprender, querido José Luis, de modo que voy a seguir haciendo lo que he hecho hasta ahora, y aceptaré con mansedumbre cristiana, hasta donde yo sea capaz, que me rechaces los dibujos que consideres rechazables.”
“Querido Antonio: Actúa como siempre, con naturalidad, y no le des más vueltas al asunto. José Luis”
Mingote pasa por la vida, ruanescamente, “con un corazón en zapatillas”, que nunca sabe o quiere hacer ruido al andar.