lunes, 28 de febrero de 2022

La paradoja de Ancelotti

Luis Bonafoux

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    La margarita de Ancelotti es una flor que, desde lo de París, todo el mundo deshoja… menos Ancelotti, que sabe, por experiencia, que la razón por la que un entrenador es contratado “al final se convierte en la razón de su despido”. Es la Paradoja de Ancelotti, y Ancelotti la descubrió en el Chelsea, donde lo despidieron bajo la acusación de Hombre Tranquilo.
    

Si salgo ganador es porque soy un tipo tranquilo; del mismo modo, si salgo perdedor, también es porque soy un tipo tranquilo. Es una paradoja.
    

Antes de viajar a París los veteranos del Madrid obsequiaron la insignia de oro y brillantes a Ancelotti, acto del que los Herodotos del madridismo extrajeron sus conclusiones: el entrenador-modelo para el Madrid es Ancelotti, que vive y deja vivir, como Del Bosque, como Molowny, y así, aunque el entrenador de los registros siga siendo Mourinho, el Maguregui de Setúbal, en puntos, en goles y en victorias porcentuales.


    –A menudo me han preguntado por qué el Real Madrid contrató a Mourinho –anota Ancelotti en sus memorias–. La respuesta es sencilla: querían derrotar al Barcelona.
    

Y con la insignia de oro y brillantes de los veteranos Ancelotti se presentó con el Real Madrid en el París de Mbappé.
    

El gran Luis Bonafoux (¡más Bonafoux y menos Chaves!) no sabía cómo se las arreglaban los españoles para improvisarse publicistas y traductores en cuanto se bajaban del tren en la estación del Quai d’Orsay, como tampoco sabía qué privilegio tiene París para dar importancia literaria en España a cualquiera que pasa una temporada en la capital de Francia. El Sena, deducía Bonafoux, viene siendo el Jordán de nulidades y medianías, “y en cuanto un imbécil se bebe dos vasos de agua en París, le diputan publicista en Madrid, y yo sé de un zapatero español que, como tal zapatero era conocido en Múnich, y que por haber pasado por París de regreso a España, un periódico de Madrid le calificó de distinguido escritor”.
    

El caso es que el Madrid de Ancelotti, con un centro del campo en edad de retiro, y sólo tres jugadores competitivos (Courtois, Militao y Vinicius), fue atropellado por los atletas de Pochettino, y todos los zapateros del foro madrileño dieron en pedir el despido de Ancelotti, que sabe de despidos más que la paloma azul (la paloma azul era un dicho de Bernabéu, que nunca aclaró a qué aludía).
    

El periodismo es un oficio como otro cualquiera –dice Bonafoux en París, citando a Escobar Laredo–. Sería verdaderamente ridículo que los periodistas, que no tenemos qué comer, tuviéramos convicciones.
    

En el Chelsea, la víspera de los cuartos con el United, Abramóvich le dijo a Ancelotti que, si perdían, no se molestara en volver al trabajo. “No supe si hablaba en serio: perdimos y volví al trabajo”.

 

Pero estaba despedido, y los veteranos (¡los veteranos con Ancelotti!), Drogba, Terry y Lampard, se lo llevaron a cenar y de copas. En el PSG, de Samson hizo su “amigo” Leonardo. Del despido del Madrid aprendió que “el Madrid no es un club para echar raíces”.


    –El Madrid constituye una clase propia: el tiempo para adaptarse y el tiempo para mantener el éxito están más comprimidos que en el resto de los clubes.
    

Los indicios del final en el Madrid fueron los mismos que en el Chelsea: “no se hablaba del futuro, no se hacían planes; es una sensación diferente, la relación se nota distinta”.


    En su primera etapa en el Madrid ofreció Ancelotti, sin darse cuenta, la soga con la que lo ahorcarían: “El club más ambicioso –dijo– tiene que hacer el fútbol más espectacular”. Es la soga que, después del partido en París, agitan los especuladores: contra el PSG se hizo el ridículo (nadie se pregunta si podía hacerse otra cosa, y con quién), y eso es despido. Toda la cháchara de la trigonometría de Álvaro Benito se derramó, de pronto, sobre el nombre de Ancelotti, que en París había ofendido a los dioses del madridismo porque Modric no pudo con Verratti ni Carvajal ni Lucas, que entre los dos no le llegan al cordón del zapato a Gentile, con Mbappé, cuyo nombre desata todas las supersticiones piperas. ¿Y si le ha decepcionado el equipo y ya no viene? Saben que si Mbappé no viniera en su plaza seguiría Asensio, que el sábado, después de regalar un vicegol al Alavés, marcó (¡Marco marcó!) un gol de mortero (esa trayectoria que trazan los goles de Asensio la estudiábamos en la mili) y lo celebró repartiendo collejas a la grada, que podía haberle respondido lo que Manolo el del bulto, padre de Caracol, dijo en el andén de Atocha cuando la locomotora que lo había traído de Sevilla le resopló en la cara.


    –Esos cojones, en Despeñaperros.
    

Ese cojonudismo, en la vuelta con el PSG en el Bernabéu. Y dejen trabajar a Ancelotti.




LA TÍA JAVIERA


    Tres goles como tres rosquillas de la Tía Javiera, “las del baño blanco”, hizo el Madrid al Alavés: uno por cada delantero titular, entre los cuales todavía no está Hazard, cuyo fichaje ha resultado ser como el de Rivera por el bufete Martínez, aunque cuando sale diez minutos parece más risueño que Vinicius, a quien todos, salvo Ancelotti, ningunean (árbitros, futbolistas y cronistas). Ausente Ansu Fati, el ídolo oficial de esos tres gremios es Ferrán, más caro que Vinicius, pero que si falla es porque lo intenta, no porque no sepa.

[Lunes, 21 de Febrero] 

Lunes, 28 de Febrero

 

Valle de Esteban

Ojo avizor

domingo, 27 de febrero de 2022

Camba y el periodismo español / Luis Bonafoux




Luis Bonafoux, La Víbora de Asnières


LUIS BONAFOUX


Por Julio Camba

Llevaría yo como un par de meses en París cuando un día me tropecé en los grandes bulevares con Manolo Tovar. Me alegré mucho de verle, no sólo por lo mucho que le quería y admiraba —Tovar era un dibujante extraordinario—, sino porque yo estaba deseando encontrarme a alguien recién llegado para presumir con él de viejo parisién y revelarle los secretos de la gran ciudad. Tomé en seguida a Tovar bajo mi protección y le dije:

No habrás visto nada todavía.

–me contestó–. He visto el Moulin Rouge, el Jardín de Plantas y la torre Eiffel.

Y a Bonafoux, ¿lo has visto? –le pregunté.

No.

Pues no tienes más remedio que verlo. Para un español que viene a París, Bonafoux significa tanto como la torre Eiffel. Yo, antes de venir a París, me imaginaba una gran ciudad con una torre muy alta, unos teatros muy elegantes, Montmartre y el barrio Latino, muchas mujeres alegres y un hombre de muy mal genio. Este hombre era Bonafoux. ¿Qué harías tú cuando llegaras a Madrid y los amigos te preguntaran cómo es Bonafoux? Bonafoux es un monumento. Tiene historia, prestigio y antigüedad. Si quieres nos vamos a verle en seguida.

¿Vive lejos?

Muy cerca. En el bar Criterium, gare de Saint-Lazare.

¿Vive en un bar?

Desde hace treinta años, pero algunas noches se va a dormir a una casa que ha alquilado en Asnières para su familia. Bonafoux tiene familia.

¡Es curioso! –exclamó Tovar.

Y nos fuimos a ver a Bonafoux.

Todos los españoles que llegaban a París por aquella época se veían obligados a decir que Bonafoux no era una fiera, un padre desnaturalizado ni un apache, y en su afán de destruir la leyenda que se había formado en torno del gran periodista, no faltaba quien escribiese cosas como ésta: “Es bueno como el pan y tierno como la mantequilla. Cuando ve a un pájaro enjaulado le da tanta pena, que no se puede contener y empieza a llorar...”

¿Es cierto que Bonafoux se echa a llorar cuando ve a un pájaro en una jaula? –me preguntó Tovar camino del bar Criterium.

La verdad, no lo sé; pero si quieres podemos preguntárselo.

No nos lo confesaría –me respondió Tovar–. Lo mejor será que nos limitemos a observarlo sin preguntarle nada.

Lo observamos, pero Bonafoux se tomó aquella tarde su ginebra sin lágrima ninguna y con sólo unas gotitas de bitters. Tovar se sentía un tanto decepcionado.

¿Le gustan a usted los pájaros? –le preguntó de pronto a Bonafoux, sin que esta pregunta viniese ni mucho menos a cuento.

Me encantan –le respondió el ilustre cronista–, pero en ninguna parte los fríen tan bien como en Madrid...

Bonafoux sabía perfectamente la fama que le habían granjeado sus artículos, en los que solía meterse con todo bicho viviente, y hasta creo que la cultivaba un poco. Le divertía mucho el saber que ciertas gentes lo tomaban por un ogro, pero lo cierto es que no era un ogro, ni tampoco un dechado de candor o de ternura. Era un hombre como los otros, aunque más simpático y más inteligente que la mayoría de los otros. Tenía, desde luego, muy mal carácter y se expresaba en un lenguaje pintoresco en el que había algo de chulería madrileña, algo de argot parisién y mucho de acento suramericano.
 
Estuvimos como un par de horas con él, y al marcharnos yo le manifesté que Tovar se iba un poco decepcionado por no haberle visto llorar.

¡Habérmelo dicho! –exclamó Bonafoux–. Pero la verdad es que ahora lloro ya muy poco en público. ¡Qué quiere usted! Las lágrimas me destiñen el bigote...

 

[Del libro Maneras de ser español, de Luca de Tena Ediciones]

Domingo, 27 de Febrero

 

Valle de Esteban

Nudos gordianos

"¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?"

 DOMINGO, 27 DE FEBRERO

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:

-¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano. Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.


Lucas 6, 39-45

sábado, 26 de febrero de 2022

Guerra de consensos


Klaus Schwab, el cara-huevo del Gran Reinicio

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    En la cúpula pepera de Génova, Balzac vería a “los virtuosos imbéciles que perdieron a Luis XVI”, pero en España no hay novelistas capaces de ver que “nos distinguimos absolutamente por lo ridículo”.


    No es una crisis de partido, sino de sistema, cuyos jefes siempre han estado fuera, y no miro a Klaus Schwab, el cara-huevo del Gran Reinicio que invita a café a Casado, con lo que nos dejan únicamente el chiste, siempre reaccionario porque tranquiliza las conciencias.
    

Cuando Aznar, que es nuestro Clausewitz comprado en los chinos, dice que la guerra de Génova es peor que la de Ucrania porque en la de Génova hay “armamento nuclear”, debe de referirse al océano de dinero que se moverá en Madrid sin que la otra pata del eterno consenso, la sociata, pueda meter la mano, y eso tiene consecuencias.
    

El mundo asiste a un reajuste de imperios, y España, a un reajuste de consensos: en su agonía, los Estados se mantienen como lonjas de negocios. Ayuso (lo mismo que Vox) permanece en el consenso del 78, y de ahí el anacronismo que la convierte, a ojos del Progreso, en obstáculo, es decir “ultraderecha”. Su partido, en cambio, se pasó en el 17 con todo al nuevo consenso hegemónico, un consenso federalizante con final wagneriano en la fragmentación total de España, cuyo Javier de Burgos es Bolaños, venerado por el aceitunero de Murcia como un Roy Cohn de Aluche, al que ha entregado, “para lo que sea”, el TC, que bendecirá el nuevo mapa de lo que Juan José González, el Madison de Ávila, llama “Estado Compuesto”, que es muy bueno “para salvar” el Consenso, que en Suramérica se dice “repartija”.
    

Donde hay pacto no hay democracia, pero medio siglo de propaganda tiene convencido al españolejo de que democracia es el arte de pactar, sin percibir que de la necesidad de pactos surge la corrupción, y ahí están los pactos, de diseño alemán, del “Estado Compuesto” y la “Gran Coalición”, sin más obstáculos que Ayuso (y Vox), en cuya demolición andamos. Atención al Hamilton de Cacabelos.

[Sábado, 19 de Febrero] 

Sábado, 26 de Febrero

 

Valle de Esteban

La vida que murmura

viernes, 25 de febrero de 2022

Troleo al Mundo Libre

 


Hughes

Abc
 
Si Putin invade Ucrania para “desnazificarla”, desactivando el gran macguffin político actual: todo contra los nazis, no a los nazis, no seas nazi, todo es nazi, ahora aparecen los talibanes y descubren la moderación. Han pedido diálogo y mesura.
 

Están troleando al Mundo Libre, que tenía un líder y ahora no tiene nada. Los que desestabilizaron (sí, vosotros, los de los think tanks) el gobierno del líder del mundo libre, ahora tienen guerra e impotencia. A Ucrania le prometieron Europa, le prometieron OTAN, les prometieron (los muy pillos) incluso Erasmus, que son, según Borrell, la garantía que evitará las guerras, pero nada de eso llegó, y los Maidanes despertaron al oso ruso. Ucrania ahora está sola, solísima, y debe contentarse con los juegos lumínicos (como si subiera el Cádiz), una llamadita de Von der Leyen y la solidaridad y la ira de nuestro sistema político-tertuliano, que a estas horas (cuando acaben sus programas) cogerán el petate y se irán a la nieve a luchar contra Putin según la más estricta ley de la ejemplaridad.


Dieron de sí las palabras, las pasaron de rosca. Los geniecillos neuronales de la ilustración decían que Trump era nazi, y ahora Putin es nazi también, pero cómo puede ser lo mismo un señor que hace trampas al golf y defiende la constitución de los FF, y uno que era de la KGB al que no se le encoge cuando se baña en el hielo de Siberia.
 

Si todo es nazi, nada es nazi, así que con esa palabra Putin se va a Ucrania, y los talibanes hacen lo mismo con la moderación y el diálogo, ¡se ponen suaviter! ¡Como nuestros más queridos y cercanos ‘suaviters’! El ser humano no es tan diferente.


Vemos que no es tan difícil, que incluso ellos pueden hacerlo. Ahora se ríen, nos trolean, pero han descubierto la moderación y tarde o temprano un talibán saldrá con ella, se hará centrista, pedirá que ni latigazo ni decapitación, que un término medio, y así empezará su fin. Ellos no lo saben aún, pero les sucederá.


Las razones de lo socioliberal, la moderación dialogada y lo ‘antifa’, ya no sirven de nada, ya no dicen nada, las han reventado unos y otros.
 

El Mundo Libre es una caricatura impotente y muy aprovechada que sedujo a Ucrania y ahora la deja sola; y que expulsó a su líder, al que proponía democracia, firmeza y antibelicismo y un revisión del papel y lugar de cada uno en la OTAN (¡otanejos!). De todo se mofaron los socioprogreliberales, los liberalios, los neocones, los bruselenses, toda esa gran alianza antitrump que repudiaba su ‘extremismo’ y su ‘fascismo’. Pues, ea, ahora a compartir ‘moderación’ y ‘antinazismo’ con Putin y los talibanes.

A galopar


Bear Grylls

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    La experiencia dice que el fascismo, cuando no está prohibido, es obligatorio. Mussolini (“democracia autoritaria”, llamaba a su régimen, como Trudeau) visitó un día la Fiat y quiso conocer las aficiones políticas del personal. Agnelli le hizo un recuento somero. “E fascisti?”, preguntó el Duce.
    

Fascisti siamo tutti, Eccellenza –contestó Agnelli.
    

Los garicanos, que sólo se nutren de la Wiki, traducen “Rule of Law” por Estado de Derecho, que es todo lo contrario: los del “Rule of Law”, únicos vencedores europeos de la guerra contra el fascismo, hicieron un Brexit para huir del “Estado de Derecho”, aunque ¿a quién importa?
    

Un liberalio con nómina del Estado ve fascismo hasta en la sopa (sobre todo, en la sopa, pues, como dice un Sócrates de Leganés, “hombre sopero, hombre putero”): Polonia y Hungría que se niegan a comulgar con ruedas de molino; un diputado búlgaro que saluda con el brazo (en el Madrid de Foxá levantar el brazo para parar un taxi te llevaba a la cheka); o los trece procuradores de Vox en la “Castilla miserable, ayer dominadora” (¡con trece tíos Pizarro conquistó el Perú!) que tienen a un hombre de paz como Otegui sin pegar ojo, y al periodismo cantando “A galopar, a galopar” con voz de caño roto, a lo Paco Ibáñez. Toda esta descomposición moral pedía un Cioran, poeta de la podredumbre y el vacío, pero tenemos un pregonero del Corpus como García Montero.
    

El fascismo oficial, en Europa, es todo lo que no sea socialdemocracia. Técnicamente, en los Estados de Partidos todos los partidos instalados como “okupas” en el Estado son, en tanto que órganos del Estado, de extrema derecha (Pablemos no cumple ni la regla de Gramsci para que un partido pueda decirse de izquierdas: que su líder eleve su posición en la misma medida en que haya elevado la posición del más débil), pero no vale la pena explicarlo, por la ley del esfuerzo promulgada por Bear Grylls: que la captura de una pieza no te cueste más energía que la que te proporcione como alimento. 

[Viernes, 18 de Febrero]

Consolidando una visión común


Quora

 

Hughes

Abc


Los epidemiólogos pueden estar tranquilos: los analistas geoestratégicos tampoco lo vieron venir. Putin sorprendió a casi todos, lo que lo hace aun más odioso. Un analista en La Sexta reveló algo de impotencia: «Hemos subestimado la irracionalidad de Putin y vemos que continúa con el objetivo de una esfera de seguridad de la que avisó desde el principio».

A mediodía, el corresponsal de la CNN ya mostraba a los soldados rusos en el aeropuerto al lado de Kiev. El británico, unos metros por delante, con una especie de inmunidad documental, los señalaba como David Attenborough a unos antílopes.

No era broma. Si Rusia quiere, llega a la Costa Brava (hay rusófonos) en dos días. Europa no había podido terminar de mostrar su consternación (de «consolidar una visión común») y Putin ya estaba en Kiev, o a las puertas de Kiev, según expresión de Borrell: «Esto es la guerra. La guerra a las puertas de Europa». La OTAN a las puertas de Rusia, se queja Putin. No solo coinciden en el ‘not in my backyard’, muchos comparan a Putin con Hitler («Es el más peligroso desde Hitler, pero gobierna como Stalin», dijo una tertuliana en Telecinco), y Putin ha invadido Ucrania para «desnazificarla». Se ha llegado al momento en que todos se acusan de nazis, y quizás esto simboliza el final de una era. Ahora bien, ¿qué efecto puede tener en un país que perdió más de 20 millones de personas en la II Guerra Mundial? ¿Le puede importar a Putin el uso de la palabra nazi por un burócrata europeo probable nieto de alguno?
 

Lo que no ha cambiado el Covid lo cambiará la guerra. Las televisiones trasladan a ella todos sus adjetivos. TVE presumió de corresponsales, aunque el punto se lo anotó Ferreras llevando al plató a un politólogo ucraniano.

Todos hablan, todos condenan, todo el mundo ha de hacer un ‘statement’, y cuanto más liberalia es la voz, más dureza pide. No bastan las sanciones. «Hemos de responder». Pero ¿cómo? ¿Y exactamente quiénes somos ‘nosotros’? Como custodios de los valores de Occidente, que monten una División Azul Liberalia (sugerencia de Ruiz-Quintano) y empiecen ellos a parar a Putin.

 ¿Le puede importar a Putin el uso de la palabra nazi por un burócrata europeo probable nieto de alguno?

Viernes, 25 de Febrero

 

Valle de Esteban

Las barbas de tu vecino

jueves, 24 de febrero de 2022

Empates

Cúrese pronto



 Pogba y Kongdobia

 

 Francisco Javier Gómez Izquierdo


       Si damos por bueno, que lo damos, que el fútbol es una religión con sus catedrales, iglesias y ermitas, hemos de reconocer que los fieles empiezan a vivir sus días más gozosos cuando llegan los octavos de la Champions. El Wanda es catedral y sus parroquianos acuden a él sobrados de portentosa fe. Van a su santuario como enfermos a Lourdes ó Fátima y creen, porque no hacerlo sería pecado mortal. Yo también creo en el Atlético, con reservas, claro está, pero estoy convencido de que es capaz de ganar al más Kíe, pongamos al Bayern o Real Madrid y, por supuesto, perder con cualquier conjuntillo menor, pongamos Albacete ó Cornellá. Anoche el Atleti más que jugar bien, jugó con intensidad, es decir, con presión solidaria, coral, en territorio rival..., como antes de la peste; con aperturas inteligentes sobre todo a la izquierda en un día que no parecía propicio ante la falta de Carrasco. Del Atlético he afeado aquí el comportamiento de sus laterales durante la temporada, pero Simeone se sacó ayer de la manga que el lateral Lodi hiciera de extremo y ¡bueno!, con la imprescindible y desafortunada colaboración de Lindelof, un sueco querido hasta ayer en Manchester; formó junto a Joao Félix una pareja tan vistosona que sorprendió a propios y extraños. Se sabe que en el Atlético de Madrid las virguerías quedaban hasta la liga pasada para resolver los 0-0. En ésta, el reconocido y perseguido cero propio es un recuerdo y por eso ayer, cuando se vió a Herrera y Kondogbia sobre todo, empequeñecer a Pogba y adueñarse del campo como el antaño cercano, los corazones rojiblancos enloquecieron y se abandonaron a ese disfrute que sólo ellos detectan. Jugó el Atleti para ganar con dos lanzamientos al poste que se fabricaron para ser goles y con una sensación de poderío que esperamos no palidezca como palideció en el gol de los ingleses aprovechando un error grave de Reinildo ¡cómo no! un defensa lateral.
    

El fútbol en este tiempo de peste nos ha traído modas un poco raras y de difícil digestión para un servidor. Ahora parece que empatar en casa es cosa buena y no marcar goles fuera ya no tiene importancia. Empatar a uno en casa propia siempre ha sido mal resultado y hacerlo fuera, bueno. No es definitivo y "hay partido", pero da coraje que para un día que los colchoneros merecieron ser felices del todo, se les chafara la euforia en una jugada desafortunada. Aún así, sigo confiando en el poder del Atlético. Lo tiene. No lo duden ustedes.
     

El estadio de la Cerámica no llega a catedral, pero es iglesia a la que le crecen devotos cada año que pasa dentro y fuera de Villarreal. Allí se presentó la Juventus en plan "aquí estoy yo, soy la Juve" y dió un zarpazo antes del minuto con una garra que abraza y mata que se ha encontrado en Florencia y que responde al nombre de Vlahovic. Poco más hubo de los italianos, que tuvieron que agazaparse ante el empuje del equipo amarillo. Como los hombres de Simeone, los de Emery pudieron marcar varios goles -Lo Celso tuvo dos ocasiones escandalosas-, pero también están condenados a resolver fuera lo que pudo quedar arreglado en casa. "Se pudo ganar" huele a excusa de perdedor, pero si es verdad tampoco está de más referirlo. Lo deseable es que se vaya a Turín... y a Manchester convencido de que se puede y debe ganar. ¡Ojalá que sea así! Por Emery y por Llaneza, el gran hombre anda malito y servidor reza por él, a los que como saben, tanto quiero y respeto y admiro... y por el Atleti. Personalmente creo capaces a los dos de darnos alegrones de campeonato.

El grano de mijo


Edmundo Bal en El guateque

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Quien se escandalice por el guirigay pepero de Génova, ese falansterio de “la Derechona” en venta, ignora la naturaleza del Estado de Partidos, un régimen de poder que se explica en los Soprano, para quienes, por edad, no quieran ponerse con Schmitt, el Oppenheimer de la ciencia del poder.
    

La irradiación de mil soles en el cielo, el esplendor del máximo poder… Soy la muerte, que destruye a los mundos –dijo Oppenheimer de su Proyecto Manthattan.
    

La España del 78, más modesta, se limita al reparto de las esquinas, del que ya está excluido Ciudadanos, al que sólo le queda el neón de “Liberales” en su fachada de las Ventas del Espíritu Santo. Ese neón es la perla del partido en la fábula de La Fontaine (deberes caseros para Villacís, ese personaje de Jardiel: ¿por qué La Fontaine era un hombre y George Sand una mujer?), aquella de un Gallo que, escarbando el suelo, encontró una Perla, y se la dio al primer lapidario que halló a mano:
 

Fina me parece –le dijo al dársela–, pero para mí vale más cualquier grano de mijo.
    

Vivimos una época liberalia, y se sabe porque es una época que nos quiere encarcelar a todos, bien porque te gusten los toros o porque no te dejes vacunar. Igual de liberalios que Casado son Trudeau, Macron y Draghi, un Lugosi al que nadie votó, pero que hace suya la tesis mussoliniana de “democracia organizada, autoritaria: la forma más pura de democracia”. Una época, ésta, en que todos preferimos el grano de mijo, y su icono es Edmundo Bal, parodia de Peter Sellers en “El guateque”: Bal es al que matan y matan y matan y él se incorpora y vuelve a tocar la corneta, hasta que, en un accidente, vuela el fuerte y se carga el rodaje.


    En la fábula de La Fontaine, Bal hace de ignorantón que heredó un manuscrito (el neón de “Liberales”) y lo llevó a empeñar al PP de Génova.
    

Paréceme cosa de mérito –le dice al tasador–, pero, para mí, vale más cualquier ducado.
    

Por la naturaleza del Régimen, el PP se debe a sus socios de la banda del 78, no a sus votantes.

[Jueves, 17 de Febrero]

Jueves, 24 de Febrero

 

Valle de Esteban

Almendro y leñera

miércoles, 23 de febrero de 2022

El gobierno del pueblo


Abate Mably

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo (¡el populismo de Lincoln!) en Castilla y León lo va a decidir en un despacho madrileño un murciano, lanzador de huesos de aceitunas, que recibe instrucciones de Bruselas, que es Alemania, nuestra prestamista y faro del Mundo Libre, ése que define la libertad como el derecho de obedecer a la policía, es decir, la socialdemocracia, una religión que tiene por papa al abate Mably.


    –¡Lea usted a Mably! –interrumpían los discursos en la Convención.


    A Mably, que, traducido por la Marquesa de Astorga, también influye a los liberalones de Cádiz, sólo lo cala Constant, un suizo con el buen gusto de la libertad moderna. Porque el abate está en la libertad antigua, pura escolástica, y “quiere que los ciudadanos estén completamente sometidos para que la nación sea soberana, y que el individuo sea esclavo para que el pueblo sea libre”.


    –Detestaba la libertad individual como se detesta a un enemigo personal, y en cuanto encontraba en la Historia una nación privada de esa libertad no podía evitar admirarla.
    

Mably se extasía con los egipcios porque en ellos, dice, todo está regulado por la ley, incluidas las distracciones y necesidades: todos los momentos del día están ocupados por algún deber; también el amor, y es la ley la que abre y cierra el lecho nupcial. Como en España.
    

Mably es Bruselas, y le contraría que la ley alcance sólo a los actos sin recaer sobre los pensamientos, ese logro de la Unión Europea en cuyo Parlamento el abate de Grenoble gozaría como un cura gallego. Tres principios “kelsenianos” de Mably: la autoridad legislativa es ilimitada; la libertad individual es una calamidad pública; la propiedad es un mal: debilitadla.


    –En esta combinación –resume Constant– tendréis reunidas la constitución de Constantinopla y la de Robespierre.
    

Y la de la UE, con la que el Bildu de Bolinaga reparte las homologaciones: si el PP se alía con el Vox de Ortega Lara, “no será homologable con la derecha europea”.

[Miércoles, 16 de Febrero] 

Miércoles, 23 de Febrero

 

Valle de Esteban

Luna rellena

martes, 22 de febrero de 2022

Castilan (y León)


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Votaciones (elecciones es otra cosa) en Castilla y León, una tierra (“grave, maternal y profundamente triste”) de pensionistas con capital política en Pucela porque en Burgos, que era lo suyo, había un cacique zoquete que lo rechazó, sucesor de aquel obispo Platero que por temor a la pecaminosa industria del automóvil alejó la DKW a Vitoria. A Burgos hoy le queda Michu, el ídolo de Haaland.
    

A los hombres de Cortés que desembarcaron en Cozumel los sorprendió ser recibidos por los lugareños con voces de “Castilan, Castilan” (el León se lo comieron), por unos castellanos, descolgados de otra expedición, Aguilar y Guerrero, que vivían con ellos. Castilla fue tan grande que hizo a España. Pero a la ortegada “Castilla hizo a España y la deshizo” hubo de responder felizmente Sánchez-Albornoz (con aplausos de Unamuno): “Castilla hizo a España y España deshizo a Castilla”. Ahí estamos.
    

En el reparto de la túnica española, y con el pretexto, dicho por los hampones, de que no fuera “otra Prusia”, el 78 privó a Castilla de Cantabria, su mar, y de La Rioja, cuna del castellano, luego español.
    

La sobriedad de Castilla –escribió Ruanoes la agonía de quien presiente el mar y lo sabe muy lejos. Por este infierno solemne de la raza, por esas tierras calcinadas y ese ciclo impasible…
    

¡La impasibilidad castellana! Aquel “tú, ante todo, no te signifiques” de la abuela al quinto que marchaba a la mili. Lampedusa: “Han venido a enseñarnos buenos modales, pero fracasarán, porque somos dioses… Toda intromisión de extraños, ya sea por el origen o por la libertad de las ideas, es un ataque contra el sueño de perfección en que se hallan sumidos, una amenaza contra la calma satisfecha con que aguardan la nada…, convencidos de tener un pasado imperial que les garantiza el derecho a un entierro fastuoso”.


    Votaciones (elecciones es otra cosa) en Castilla (y León), donde los chiguitos (chiguitos, no chiquitos, decía mi abuela, que hablaba un castellano de Bernal) que votan, votan a Vox.

[Martes, 15 de Febrero] 

Madrid, castillo famoso


Azaña

 

Vicente Llorca

Si algo legible escribió Manuel Azaña de entre tanto escrito farragoso son, sin duda, sus muy poco conocidos artículos sobre el Madrid anterior a la República, al que defiende precisamente por su indefinición. Madrid en aquellas páginas era una ciudad aún desdibujada, paradero final de tanto recién llegado, municipalidad escéptica y trabajosa, a la que defender, según el entonces presidente del Ateneo, suponía “finura de espíritu”.
 

Del resto de la obra de un minucioso comentador del derrumbe de la República que preside, a la que sabe indefendible, y de la que, a pesar de sus repetidas amenazas, nunca dimite, no se puede hoy leer, si no es como un ejercicio vacío, entre el cinismo y la terquedad.
 

Pero de aquel elogio a la capital que al principio contemplara de lejos, sí. No en vano compartía con el resto de su generación una suerte de mirada peripatética sobre la ciudad, que incluía, en el caso de los más higiénicos, los paseos al vecino Guadarrama o las visitas a la Colina de los Chopos. O en el caso de otros menos krausistas, la estancia permanente en el café La Granja del Henar, los banquetes en Lhardy o en Fornos y los insultos a la monarquía. O las madrugadas en otros pasajes capitalinos en torno a la Puerta del Sol, menos citados por su nombre.
 

Madrid era el punto de llegada de la España seca. Pero también de una España verde, a la que desde la meseta apenas se podía concebir. De esta última hablarían unas páginas irrepetibles de un Pio Baroja sobre caseríos en el monte, puertos pesqueros en la niebla, trochas en las afueras. Y seminaristas, que no podían faltar en su obra, que paseaban a la tarde con balandrán por las calles de una adormecida Vitoria. De la España seca hablaron todos: desde un Azorín que recordaba la sequía secular en las calles de Yecla, al Unamuno que canta los caminos desolados de la frontera, o al Machado que descubre, desde sus jardines natales, la brevedad de la primavera en los páramos de Soria.
 

La otra mañana, recién llegado a Madrid, tuve por un momento la sensación de la ciudad que continuaba, contemplando las verjas del Retiro en la calle Alfonso XII desde las ventanas de Horcher, el restaurante al que nos llevaban nuestros padres con motivo de alguna conmemoración familiar. Por un instante tuve la impresión de que nada había cambiado. Incluidos los cuadros de caza y el maitre, atento y silencioso. Fátima, que me acompañaba, sí era consciente de los cambios. No en vano, ella vive permanentemente en la ciudad.

 


 

Venir aquí, al lugar de tus padres, supone arruinarse al presente.

Eso no es ningún cambio. El bisabuelo se arruinó tres veces. Y las hijas de la abuela. Y una tía soltera. No veo por qué no seguir con la tradición familiar.


Sería una ofensa, sí. –Luego, añadió: Aquí todo el mundo da la sensación de llevar mucho tiempo sin moverse. Y sin mirar a nadie, que les tiene sin cuidado.


Más tarde, Fátima me contó de la experiencia de haber ido a comer a un tal Diverxo, local absolutamente de moda, carísimo y donde todo el mundo se miraba al entrar o salir. Comieron no sé qué espumas y cristales de frutas, que a ella le dieron la impresión de que era una idea que se le había ocurrido a alguien esa mañana. Todo brillaba y el metacrilato se esparcía colorido por los comedores. En un determinado momento, me contó, tuvo la impresión de que se estaba comiendo el metacrilato.

 
En Horcher aún tenían noticias del campo.
 

Es la última remesa que nos llega este año. Se cierra la veda.


Pues tráiganos el ultimo faisán, entonces. Antes de que cierren todo.


En Madrid, aún, noticias de la sierra. En la taberna más tarde comentan de unas jornadas moteras en Cuevas del Valle. Han brotado ya los almendros, los cerezos tienen botones. Piensan ir a celebrarlo a Mombeltrán, en donde todavía perdura el hielo. No hay como bajar a la Plaza de Santa Ana, para tener noticias de Gredos.


Al cabo un muchacho moreno y educado se nos acerca a la mesa.


¿Ustedes son amigos del fotógrafo N. verdad?


Sí. Qué le vamos a hacer.


No ha venido esta mañana. Quería verlo.


El muchacho tiene un acento aragonés reconfortante. El fotógrafo y taurino N. le ha prometido, nos cuenta, algo así como un apoderamiento vago para hacerle figura del toreo.


¿De dónde es usted? No parece andaluz, precisamente.


No. Soy de Tauste. No sé si saben ustedes


Camino de la plaza de toros de Ejea de los Caballeros, sí. Hemos parado alguna vez por allí. Memorable región de las Cinco Villas, joven.


Alguien ha recordado el toreo aragonés de Fermín Murillo, entonces. También el de Antonio Palacios, si bien a éste sólo lo vieron una tarde en Vista Alegre.


Pues con esa procedencia y el apoderamiento de N. no puede fallar nada.


Se lo agradezco. Si lo ven, díganle que lo estoy buscando.


Lo haremos sin falta. Si nos deja meter baza.


El erudito y memorioso García, que se sienta en la mesa, los recuerda a todos, aragoneses y manchegos. Ha estado incluso en esa tarde histórica en Vista Alegre, adonde llegaba en tranvía, que no había visto nadie. Aunque no habla mucho de ello, a veces me ha descrito una infancia oscura en un pueblo de la sierra norte de Guadalajara, camino de Tamajón, que puedo evocar sin conocerla. Luego, en algún momento, llegó a Madrid, de donde no se ha movido. La modernidad lo ignora. Y él a ella


 


 

No sé si existe fuera de la taberna. No sé qué hace cuando acaba la temporada. Una tarde lo vi salir de una librería, cercana a la calle Alcalá. Llevaba en una bolsa una edición reciente del Cuaderno Gris de Josep Pla. Me pareció la única opción posible, de pronto. Otro día, no sé por qué, terminamos hablando de la ley de Reforma Agraria republicana. Me trajo después unos artículos sobre mi abuelo, que participó en ella, que yo no conocía. Ha leído a Moreno Villa, a quien me gusta citar cuando veo a Jorge, por sus páginas sobre una Málaga arcádica, la del padre del poeta y sus tías, allá por los años anteriores a la República. Sabe de la logia masónica de Martínez Barrio, aneja a la plaza, y de la tertulia de Gayango, cercana también.


Qué hará los inviernos…


Recuerdos de un viaje a Aragón. De las Cinco Villas y el desierto de los Monegros. Las calles viejas de Tauste y un ternasco solemne en la villa de Tarazona. Terminamos comiendo en el restaurante japonés de la calle Echegaray. Terminar allí es, lo saben los viajeros ilustrados, regresar a Madrid también. No recuerdo cuándo empezamos a ir. Las páginas sociales no habían tomado aún la ciudad. El sake ha sustituido en la sobremesa a un coñac francés que ya en ninguna parte tienen.
 

En el restaurante Donzoko, además, hemos hallado la única posibilidad de beber un vino inencontrable de una bodega de Roa que sólo habíamos podido encontrar una vez en un remoto asador de Arévalo, en La Moraña.


Qué cosas. Que el único lugar donde se encuentra el López Cristóbal de crianza burgalesa sea en Arévalo y en un tabanco japonés de la plaza de Santa Ana.


Madrid es el punto intermedio entre Castilla y el Japón. Luego, está el desierto. Todo el mundo lo sabe.

 


Donzoko 

Martes, 22 de Febrero

 

Valle de Esteban

El árbol de los gatos

lunes, 21 de febrero de 2022

Don Benito y Villanueva de la Serena

 

El Cartel


Ricardo, primer cordobesista a la izquierda, en Don Bentio

 

Francisco Javier Gómez Izquierdo

  
       Desde que conocí los buenos propósitos (buenos no, magníficos en verdad) de los alcaldes de Don Benito y Villanueva de la Serena de casar sus municipios en un matrimonio como no han conocido los siglos en la cainita España, se me fueron amontonando las moscas tras las orejas, perplejo ante tan escandalosa, para bien, novedad política.


        -¡Oiga!.. que sí, muy buena la idea, fenomenal, a todos nos va a ir mejor, evitará confusiones y puestos doblados que empobrecen las arcas consistoriales y vendrán inversores a dar puestos de trabajo.
       

-¿Cómo? ¿Alguien que piensa como madre antigua? ¿Menos gastos superfluos? No acabo de ver tan drástica reforma de los malos hábitos adquiridos -me argumentaba un extremeño de la Siberia, no sé si de Garlitos o Sancti Spiritus.
     

A mi compadre Ricardo, el más preclaro cordobesista que servidor conoce junto a Javi el panadero y Paquito el de mi peña, le encargué hace una semana una fotografía en Don Benito del cartel que llamaba a votar para legalizar la boda, y el bueno de Ricardo -recuerden que lo sacamos aquí cuando el gran Luis Aragonés consideró un honor fotografiarse con él en Kiev el día del 4-0 a Italia- entendió que le arrancara carteles de las paredes pacenses. Ricardo, que fue a ver ganar al Córdoba en Don Benito, habló con los dos alcaldes que andaban entre los platos de queso y jamón ofrecidos a los aficionados cordobeses en plena campaña por el casamiento y le facilitaron con mucho gusto el cartel pretendido por quien suscribe.
 

Don Benito y Villanueva tienen, los dos, equipo en 2ªB. En el grupo del Córdoba. Sólo el Villanovense nos ha ganado en la Liga. Con la unificación tendrían su particular Sevilla-Betis o su Real Madrid- Atlético, por lo que se descarta el rechazo del mundo del fútbol a ser un solo pueblo. Los problemas para el milagro extremeño me malicio que van a venir tras las votaciones de ayer. Lo más descorazonador es que han ido pocos, a mí así me lo parece, a votar. En Villanueva de la Serena donde al parecer más interés hay por hacer tangible la buena idea, ha votado el 54.7% del censo. En Don Benito el 50'4%. Las dos alcaldías habían pactado que sólo con el 66% de votos favorables en cada pueblo emprenderían la propuesta del insólito referéndum, pero así como en Villanueva el resultado era favorable en el 90%, héte aquí que en Don Benito, téngase en cuenta que sólo votó el 50% de la población, se llegó raspado a la exigencia y ha salido el 66,2% de síes, y lo que es peor, el recuento de votos dombenitense arrastra sospechas quizás infundadas, pero sospechas al fin, que se restregarán de continuo si los alcaldes siguen adelante con los, sin duda, buenos propósitos. Que si se quedó colgada la página por problemas informáticos en pleno recuento de votos, que el alcalde de Don Benito tuvo que avanzar por el tuiter ése los resultados, que se perdía cuando faltaba de contar una mesa, que si estamos ante un pucherazo cantado desde la redes sociales... En fin, mal empieza el asunto en una tierra a la que me gusta tanto visitar y en la que Ricardo pasó el último día 13 del presente un frío que nunca ha conocido y éso que ha estado en Burgos y en Kiev.
       

Tengo que contar al amigo Ricardo cosas de la Siberia extremeña no lejos de Don Benito y Villanueva de la Serena en la que tanto disfruto y que nada tienen que ver con el frío padecido, sospecho que más cosa de gripe o malura propia que de clima tan agradable en la temporada.
       

De las particulares idiosincrasias de los vecinos de Don Benito y Villanueva de la Serena no tengo ni zorra idea. Me pareció muy buena noticia la consulta popular. Hoy leo que un funcionario municipal de Villanueva pide que mañana mismo se pacte la unificación. "Ganaré 350 euros más. Como los de Don Benito". Lo dicho, mal acabará lo que ha empezado, si no mal, sí peor que regular.

"Es el nuevo fútbol, Carletto"


Elvis

@crockpics

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Eso le dijo el árbitro Matéu, el de los rodillazos BLM, a Ancelotti, que al final del partido con el Granada en el Bernabéu quería saber por qué había cortado una contra de Valverde, que salió vencedor de un forcejeo limpio y se quedaba solo ante el portero.


    –¡Es el nuevo fútbol, Carletto!
    

Yo no quería, oiga, pero nuevo fútbol es nuevo fútbol, y si nos mandan a pitar, pitamos, quería decir Matéu, luego elevado por Ancelotti a la categoría de mejor árbitro del mundo.
    

La de Valverde es la jugada que nos vino a la cabeza cuando Sánchez Martínez (así firmaba un gran fotógrafo de ABC, famoso por su Leica camuflada en las barbas), el mejor árbitro de Murcia, vio el estúpido guantazo de Albiol (ex madridista) a Vinicius… y prefirió hacerse el loco, como en el viejo fútbol, con sus viejos cronistas, los que tanta guerra dieron hace un mes con un penalti (¿contacto? ¿no contacto?) de Alaba en San Mamés.
    

Hombre, vaya, pues vale, la TV ya ha dicho codazo, pero la TV debe ser neutral, ¿no? –parloteaba Roig Jr. ante las cámaras en el descanso.


    Hombre, vaya, pues vale, lo que debe ser neutral no es la TV, que tiene sus propietarios, sino el arbitraje, y en el guantazo de Albiol a Vinicius ante las napias del árbitro no lo fue.


    –Hombre, si no hay sangre no hay nada –declaró Albiol, que lo ha aprendido todo de Sarri… y de Sam Peckinpah.
    

Los futbolistas se coscaron de la jugada, y Parejo (ex madridista) probó suerte con otro guantazo a Vinicius que en el nuevo fútbol es expulsión, pero en el viejo fútbol es lo que al árbitro le salga del magín. Sánchez Martínez lo vio, pero como se había hecho el loco con lo de Albiol, se agarró al “sostenella y no enmendalla”, y ahí lo dejó, más la compensación de quedarse quieto ante la plancha de Asensio.
    

En la intersección del viejo fútbol y el nuevo fútbol anida la arbitrariedad que manipula una competición, y puestos entre la espada y la pared recurrirían a Doña Ciencia, representada en la Liga por la Business Intelligence de La Liga Tech, con el científico de datos Ander Doncel, que sería el Bertrand Russell de Tebas, pero sin la gracia del genio inglés, aunque con un Beyond Stats de la juguetería del terrateniente americano Bill Gates que, a base de estadísticas predictivas, puede anticipar lo que ocurrirá en un partido, incluidos los guantazos de Albiol y Parejo y la plancha de Asensio, todo de gran ayuda para cronistas obligados a escribir la crónica del partido en tiempo real, que eso es simultaneísmo, y no lo de Umbral.
    

¿Cómo justificar científicamente la omisión arbitral en las guantadas a Vinicius de Albiol y Parejo? El Doncel de Tebas podría contestarnos como Russell y explicar que, con la ley de Einstein en la mano, la aparente simplicidad de la colisión de las bolas de billar es totalmente ilusoria:


    –En realidad, las dos bolas de billar nunca llegan a tocarse del todo. Lo que sucede es inconcebiblemente complicado, pero es más parecido de lo que supone el sentido común a lo que sucede cuando un cometa penetra en el sistema solar y vuelve a salir.
    

Recapitulemos: el nuevo fútbol de Matéu se basa en la vieja ley de Newton, para la cual la fuerza entre dos bolas de billar aparece inteligible porque sabemos lo que es chocar con otra persona; pero el viejo fútbol de Sánchez Martínez se basa en la ley de Einstein, para la cual todo bolazo es relativo.
    

¿Qué arbitraje aguarda al Madrid el martes en París, el de Newton o el de Einstein? El jeque es pro Ceferino, pero Ceferino es anti Florentino, que ha cometido el error de reformar el Bernabéu en un solo envite, con el alarde que eso supone, cuando en España hasta los panaderos reforman la tahona a plazos anuales para no despertar a la envidia que los dejaría sin clientela.
    

La Liga, entre los calendarios de Roures y los pitos de los Sánchez, los Hernández, los González y los Martínez, le va a costar bastantes muelas, y no hay que descartar al Barcelona de Xavi, que viene desde atrás con todo el periodismo soplando de popa.
    

En la Champions queda la esperanza de Bale, el Pegaso al que Zidane ató a un arado. El pintoresquismo de Isco como delantero centro fue un homenaje de Ancelotti a Miguel Muñoz y su “¡Balones altos a Eloy!” el día de Bélgica en México. Bale devuelve grandeza al ataque del Madrid, que en condiciones normales pasará la eliminatoria. ¿Cómo? “El Madrid es un favorito cultural”, dice Valdano, “porque el fútbol es un elemento de tensión que genera cosas”, haciendo suyo el Más Madrid de Errejón, su maestro: “La hegemonía se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales”.

 

John Holmes

 

LOS 37 DE CRISTIANO


    Cristiano cumplió 37 años, para José Martí (el amigo íntimo de Fidel Castro, decía Vanessa Redgrave) la edad fatal para muchos hombres de genio: a los 37 cayó en París, de tuberculosis, Watteau; a los 37, pintando el cuadro más bello del mundo, “La Transfiguración”, cayó Rafael; y a los 37 se fue el gran Byron de la turbulencia y el arrebato románticos. “The Sun”, que es como la vieja del visillo periodístico, sale ahora con que Cristiano confesó a sus íntimos “sentir su edad”, y no golea desde el 30 de diciembre, cumpleaños, ay, del actor Nacho Vidal, el John Holmes de Mataró, que también se queja de “sentir su edad”.

[Lunes, 14 de Febrero] 

La historia más grande


Santiago Bernabéu

 

 Hughes

Abc

 Las derrotas en Bilbao y París son un mal momento para ver La leyenda blanca, el documental de Amazon sobre el Real Madrid. Algunos de los vicios del equipo están también en la narración. El Madrid repitió contra el PSG el partido que lleva años jugando, lento, previsible, el juego cansado de venerables viejas glorias.

El documental se enfrenta al problema, no pequeño, de resumir la historia deportiva más grande jamás contada; también trata de emocionar y además quiere transmitir algo parecido a una cultura corporativa, como todos estos documentales de Amazon, auténticos publirreportajes.

La narración se resuelve partiendo de las cinco copas de los años 50 y dibujando un paralelismo con la segunda edad de oro, la del segundo florentinismo, las cuatro copas de Ancelotti y Zidane. La identidad del Madrid es la Copa de Europa (¿cuántas veces aparecen? ¿en cuántos planos?) Y por eso induce a vértigo el nuevo proyecto de la Superliga.
 

La nota emotiva se consigue con los testimonios de exfutbolistas y de algunos aficionados célebres. Santamaría, Amancio, Camacho, Martín Vázquez, Míchel y Mijatovic bordean el pellizco, y de fondo suena una música constante entre lo épico y lo nostálgico que le da al conjunto un airecillo como de programa de Bertín Osborne. Le falta a todo velocidad, ritmo, un poco lo que al equipo.

No puede extrañar si la voz cantante la lleva Butragueño, socio, aficionado, jugador, ejecutivo y leyenda del club, que transmite una visión institucional, el madridismo florentinizado (él dijo lo del ser superior). Florentino ha cambiado el Madrid más de lo que se piensa. No por las Copas, el estadio o Valdebebas. En su reinterpretación e imitación, en su actualización de Bernabéu, ha ido personalizando todo, remozando, florentinizando cada cosa del club. Su influencia alcanza también a lo narrativo.


Este disfrutable documental tiene lo que ningún jeque podrá comprar jamás: la tradición del fútbol y (cito al inmortal Benito Floro) un montón de almas, un montón de cariño. Millones y millones de almas, y un cariño infantil, tan puro como ese color blanco en el recuerdo.

Lunes, 21 de Febrero

 

Valle de Esteban

Sima de los Conejos

domingo, 20 de febrero de 2022

Invierno en Burgos (sin Dionisio Ridruejo)



Calle de la Merced

Arco de Santa María

Ruina

Gato

Esquina

Fuente

Hospital del Rey

Torres

Cielos

Descuido

Campanario

Santiago

San Amaro

Entrada a la ermita

Recuerdos

Tumba

Banco

Camposanto

El Parral

Atardecida

Las Huelgas
 
[Enero, 2018]