Santiago Bernabéu
Hughes
Abc
Las derrotas en Bilbao y París son un mal momento para ver La leyenda blanca, el documental de Amazon sobre el Real Madrid. Algunos de los vicios del equipo están también en la narración. El Madrid repitió contra el PSG el partido que lleva años jugando, lento, previsible, el juego cansado de venerables viejas glorias.
El documental se enfrenta al problema, no pequeño, de resumir la historia deportiva más grande jamás contada; también trata de emocionar y además quiere transmitir algo parecido a una cultura corporativa, como todos estos documentales de Amazon, auténticos publirreportajes.
La narración se resuelve partiendo de las cinco copas de los años 50 y dibujando un paralelismo con la segunda edad de oro, la del segundo florentinismo, las cuatro copas de Ancelotti y Zidane. La identidad del Madrid es la Copa de Europa (¿cuántas veces aparecen? ¿en cuántos planos?) Y por eso induce a vértigo el nuevo proyecto de la Superliga.
La nota emotiva se consigue con los testimonios de exfutbolistas y de algunos aficionados célebres. Santamaría, Amancio, Camacho, Martín Vázquez, Míchel y Mijatovic bordean el pellizco, y de fondo suena una música constante entre lo épico y lo nostálgico que le da al conjunto un airecillo como de programa de Bertín Osborne. Le falta a todo velocidad, ritmo, un poco lo que al equipo.
No puede extrañar si la voz cantante la lleva Butragueño, socio, aficionado, jugador, ejecutivo y leyenda del club, que transmite una visión institucional, el madridismo florentinizado (él dijo lo del ser superior). Florentino ha cambiado el Madrid más de lo que se piensa. No por las Copas, el estadio o Valdebebas. En su reinterpretación e imitación, en su actualización de Bernabéu, ha ido personalizando todo, remozando, florentinizando cada cosa del club. Su influencia alcanza también a lo narrativo.
Este disfrutable documental tiene lo que ningún jeque podrá comprar jamás: la tradición del fútbol y (cito al inmortal Benito Floro) un montón de almas, un montón de cariño. Millones y millones de almas, y un cariño infantil, tan puro como ese color blanco en el recuerdo.