Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En esta “neutralidad metafísica” (Steiner) del Sábado (entre el sufrimiento, la soledad y el despilfarro impronunciable, por un lado, del Viernes Santo, y el sueño de liberación, de renacimiento, por el otro, del Domingo de Resurrección), que es una neutralidad de camposanto, nos interroga la neutralidad de Pilato (¡la neutralidad de la Pasión!), cuya “quid est veritas?” increpa al tonto útil de la censura que es nuestro vecino el chota liberalio.
––Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo –dice Jesús en Getsemaní, pero podía haberlo dicho en cualquier balcón de España.
Su neutralidad políticamente positiva (es, explica Schmitt, la objetividad del protector del Estado que se encuentra bajo su protectorado, y frente a sus antagonismos políticos internos) no libra de su terror supersticioso a Pilato, el personaje oscuro de la Pasión, pues, de tan centrista, aún hoy no se sabe qué sentía él por Cristo. Los judíos acusaron a Jesús de haberse declarado Hijo de Dios y, según Juan, cuando Pilato oyó estas palabras “se asustó aún más”.
–Pilato, “homo novus” –dice Dombrovski–. Se rindió, se lavó las manos y lo condenó. Como usted y como yo.
Pilato, prosigue Dombrovski, procedía de una rica familia samnita. Los samnitas eran aliados, no romanos. Tenían emblemas diferentes: los romanos, la loba; los samnitas, el toro. Un nuevo rico, un arribista. Sejano lo nombró procónsul en Judea por su odio a los judíos. En Judea nunca fue conocido un tirano como él. Pero, aun así, no quería condenar a Cristo. ¿Por qué? Aquí empieza la confusión. Pilato acabó mal. Unos dicen que fue obligado a suicidarse durante el reinado de Calígula. Otros, que fue ejecutado por orden de Nerón. Y hay quienes afirman que, exiliado en Suiza, se ahogó en el lago de Lucerna. En los Alpes hay una montaña que se llama Pilato.
–¡El poder terrenal es complejo, sofisticado! El espiritual es mucho más sencillo. Desde este punto de vista, en la historia de Cristo, todo es muy sencillo.