domingo, 16 de noviembre de 2025

Bermejada



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


El concejal Calvo es el concejal No. Empezó de chiquillo, diciendo no a la mili, y de mayor no se cansa de decir no: no a sentarse a negociar con los sindicalistas de los autobuses, no a la devolución de los abonos perdidos por causa de la huelga y no a la “bermejada”. ¿Qué es una “bermejada”? En el rico lenguaje político de España, “bermejada” debe de ser lo que hace el ministro Bermejo, que hace el papel de fox terrier de pelo duro del Gobierno de la Nación. Jaime Gil de Biedma llamaba fox terrier de pelo duro al hermano de Juan Guerra que, como creyendo que hace gracia, llama “delincuente” a Berlusconi, que acababa de llamar “rosa” al Gobierno de Zapatero. (Juan Ramón: “No la toques ya más / que así es la rosa”.) Los funcionarios del ministro Bermejo llevaban dos meses en huelga cuando se les apareció el ministro Bermejo y acabó con ella. A eso el concejal Calvo lo llama “bermejada”, cosa que él no quiere hacer para que nadie pueda hablar de una “calvada”. Además, ¡goza tanto al decir no...! Es lo que decían los adolescentes americanos apuntados a las campañas religiosas de abstinencia sexual en los noventa, cuando todos pensábamos que el amor verdadero espera. Y ahora, una vez que abandonen la huelga, ¿dirá el concejal Calvo no a que los autobuseros circulen con la radio –con el programa de Gemma Nierga, mayormente– puesta? Después de todo, los autobuseros de Madrid tampoco son los guionistas de Hollywood. El concejal No no parece hombre de pata adelante. Escribe Ortega y Gasset: “Soy madrileño, y una de las figuras más típicas de Madrid es ese chico que, desde el tendido, se arroja al ruedo. Yo soy de por vida ese chico de la blusa, y no puedo contemplar un problema astifino sin lanzarme hacia él insensatamente.” En Madrid, hoy, no se arroja al ruedo ni Dragó para inmolarse con el Quinto Evangelista, que ahora dicen que está poseído del espíritu... ¡samurái!. ¡Cielos, qué buen papel jugaría el concejal Calvo, vestido de Miguelín (Miguel Mateo, mayo del 68), arrojándose ese día al ruedo para hacer el teléfono en la testuz del torillo! ¡Ése sería el No inapelable, supremo, al falso evangelio tomasero! ¿Pero quién ha leído a Ortega en este Ayuntamiento?