Tras el Turquía-España se hace difícil contar penurias futbolísticas del Burgos-Las Palmas o el Córdoba-Castellón, y es que la selección hizo un partido extraordinario, "fueraparte" el descontrol defensivo consecuencia de la desidia de unos centrocampistas de un equipo entrenado por ¡¡un italiano!!, Vincenzo Montella, "L'aeroplanino", de jugador, bajito y anoche de entrenador... pongamos desmañado. Jugó muy bien España. Hizo goles primorosos, formidables, fantásticos... propios del Brasil setentero. El primero de Merino, algo aprendería en Los Vadillos burgaleses el mozo navarro, es de una belleza extraordinaria, pero en Turquía la emoción se acabó a los cinco minutos de partido. Un 0-6 es agradable y vistoso, pero no es emocionante. Servidor se alegra por el seleccionador, al que se le recibió cuando "lo" de Rubiales y ¿¿Jorge Vilda?? con el desprecio y el rechazo de los autonombrados jueces de lo correcto que nunca entenderán el mérito del que empieza de peón y con esfuerzo, estudio y aplicación se hace arquitecto. Muchos de aquellos burriciegos, y por supuesto burriciegas, se la guardan. Acumulan rencor en la nadería de su espíritu y esperan... ¿qué esperan?, verle un día bebiendo vino, que es líquido bendecidor de su pueblo para recriminarle por beodo. De todos los seleccionadores que servidor ha visto desde que tengo uso de razón balompédica me quedo con Luis Aragonés. Fue quien cambió la mentalidad, el sistema y sobre todo la mala costumbre de que los "bisas" de la convocatoria manden más que el teniente de la Compañía. A Luis Aragonés le amargaron en sus principios con el vergonzoso "Raúl selección" orquestado por los gurús de los papeles y las radios y a este otro Luis, el segundo de mis preferidos, le acusaron de aplaudir al que le había nombrado seleccionador. Sí, un "personaje", el tal Rubiales, como tantos de los que se arrimaron a su parcialidad política, pero Rubiales llegó sin méritos, salvo los validados por el tribuletismo, y De la Fuente se hartó de formar jugadores y ganar títulos con ellos. Son mis dos seleccionadores favoritos. Bueno, y Kubala... en los principios cuando España era en Europa lo que el Oviedo, con perdón, en la liga española. No se le discutía. Todos le queríamos. Visto con la perspectiva de 2025 parecen extravagantes aquellas manías y explicaciones de cómo marcar al difunto Gordon McQueen, que le quitaba el sueño hasta que adjudicó una nueva función a Quini en los córners.
El Burgos-Las Palmas resultó horrible en la segunda parte y horrible salió el Córdoba-Castellón en la primera. En El Plantío se confirmó mi impresión en El Arcángel con Ale García, el 22 canario. Es buen pelotero y de momento Luis García lo prefiere a Jesé. Fue el mejor y puso dos balones que el gigante Lukovic no supo colar. El Burgos de Ramis, ya se sabe: aguantar atrás a la espera de una buena contra o un error del contrario. El modo de salir canario supone riesgos y creo que le van a costar disgustos, sobre todo cuando Mika Mármol tiene que cumplir órdenes para las que no le veo soltura. 0-0 final que gustó, supongo, a los dos entrenadores, pero que lleva los demonios a los espectadores. La primera parte del Córdoba-Castellón amenazaba ruina blanquiverde merced a las alegrías defensivas de Iván Ania, pero el Castellón parece equipo menesteroso y tórpido y no aprovechó los regalos de los primeros 45 minutos. Tras bronca, supongo, en el descanso, Ania tapó la hemorragia del lateral izquierdo que regenta Villarrasa, un zurdo que vino con ínfulas de ser querido en Primera, poniendo a Juan Mari, y sacó a Requena, joven cedido por el Villarreal que tiene claros los principios básicos de la prisión y el don de contagiar vehemencia y frenesí. Lleva el 30 como Franco Mastantuono y espero verlo más jornadas de titular.
Los equipos que he visto, más bien reguleros. Ufff, el Zaragoza, la Cultural, Ceuta, Granada -un polvorín al que ha llegado mi querido Pacheta-, el Éibar... El Spórting, segundo, no me ha parecido mejor que Las Palmas o el mismo Córdoba. Que éso. De fútbol, poco; pero en Segunda, de emoción, la que alguno no puede soportar.
