Plaza de toros de Las Ventas, Madrid.
Domingo, 7 de septiembre de 2025. Octava y última novillada del verano madrileño. Novillos de distintas ganaderías —la mayoría sin antigüedad— con juego desigual, destacó el de origen Santa Coloma. Algo más de un cuarto de entrada. Tarde agradable de temperatura. Se guardó un minuto de silencio en homenaje al novillero peruano Álex Gabino, muerto recientemente tras una grave cogida en Chiquián (Perú).
Dos novillos de Sánchez de León (1º y 2º, este sobrero) mansos y flojos, el primero de buen son pero sin recorrido, el segundo, inválido, de pobre embestida. Un novillo de La Machamona (3º), cárdeno, con trapío, empujó en varas, aunque salió suelto; embistió con cadencia en la muleta. Un novillo de Jiménez Pasquau (4º), alto y corto, que regaló buenas embestidas en el último tercio. Un novillo de Los Eulogios (5º), remiso en el caballo y sin ahormar en la faena de muleta. Un novillo de Brazuelas (6º), alto y largo, despierto, que se vencía por el pitón derecho. Bien presentados, de origen Domecq, menos el tercero, de sangre Santa Coloma de la línea Buendía. Fueron aplaudidos primero, tercero y cuarto.
Terna: Jesús Ángel Olivas, de Madrid, de verde oliva y oro, con cabos blancos; de veintinueve años; tres festejos en 2024; palmas tras aviso y silencio tras un aviso. Aitor Fernández, de Chinchón (Madrid), de coral y oro, con cabos blancos; treinta años; dos festejos en 2024; silencio y silencio. Villita, de Toledo, de marfil y oro; veinticuatro años; nueve festejos en 2024; vuelta al ruedo y silencio. Aitor Fernández se presentaba en Las Ventas.
Suerte de varas. Picadores: Primer novillo —Domingo García ‘Jabato’—, primera vara, al relance, caída y trasera y el burel sale suelto; segunda vara, de nuevo al relance, caída y trasera de la misma manera, picotazo, sale suelto y se cae. Segundo novillo —Israel de Pedro—, primera vara, sin estar en suerte el astado, el hierro detrás de la cruz, caído, con metisaca, le tapa la salida, sale al capote y se cae; segunda vara, sin estar en suerte, detrás de la cruz, caída, se repucha el novillo y se cae. Tercer novillo —Francisco Javier Sánchez—, primera vara, al relance, en la cruz, empuja el novillo, el picador aguanta y el astado sale suelto; segunda vara, en suerte, de largo, rectifica, caída y sale suelto. Cuarto novillo —Manuel Quintas—, primera, en suerte, caída, le aplicó la carioca y sale suelto; segunda, sin estar en suerte, trasera, picotazo y sale suelto. Quinto novillo —Curro Sánchez—, primera vara, en suerte, trasera y caída, sale suelto; segunda, en suerte, rectifica, caída y sale suelto. Sexto novillo —Aitor Sánchez—, primera, en suerte, detrás de la cruz, caída, sale suelto, acusa la vara; segunda, en suerte, detrás de la cruz, menos castigo y sale suelto.
En las labores artísticas se dice que para ejercerlas, a la hora de ser valorado el artífice, no debe tenerse en cuenta el carnet de identidad, es decir, el espectador o el crítico al emitir su juicio tienen que soslayar la edad del artista, porque este elemento no influye en el desarrollo en una labor donde la inspiración —el estro— del intérprete es la base fundamental para alcanzar un buen resultado. En cierto modo puede ser cierto. Además, hoy estamos acostumbrados a ver danzar a artistas longevos en los escenarios, ya sea en la música pop, por ejemplo, o en actividades deportivas como el tenis o el fútbol. Seguramente la alimentación tiene mucho que ver en todo ello, o que existen intereses publicitarios de por medio. En definitiva, a medida que avance la historia de la humanidad dentro del sendero que se está generando, tendremos que admitir a artistas vetustos que destilen mucho talento durante largo espacio de tiempo. En líneas generales hacia esto vamos. Lo que no sabemos es si esto procede en los años de aprendizaje en los que tiene que formarse el artista, si es recomendable que esté muchos años formándose o no, y cuándo tendría que dar el paso a las fases superiores y definitivas de su actividad. En el mundo de los toros, salvo excepciones notables, hay una edad en la que hay que aprender el oficio y una edad en la que hay que dar el salto. Un caso tardío fue Domingo Ortega a quien siempre se cita en estas lides, cuando salen a colación. Hemos consultado internet y tomó la alternativa en Barcelona (1931) a los veinticinco años recién cumplidos. En fin, por ahí estaba la cosa en el toreo como tiempo límite. Hoy en día los años de formación se estiran como el chicle y no se sabe cuándo terminan.
Siendo todo esto cierto, hay otra cuestión y es la más importante, y es la del escenario en el que los artistas representan su sapiencia. Y aquí ya hablamos de Madrid, de la plaza de Las Ventas, donde las corridas, sean de novillos o de toros, son serias y de verdad. Es un escenario donde los artífices deben hacer el paseíllo con garantías de éxito, y, posiblemente, en la edad que encaje con que el éxito pueda darse. Y en este sentido estamos viendo cómo la empresa en ocasiones se le va el baremo en las contrataciones, sin que sea una crítica hacia el ejecutante anunciado, sino hacia quien contrata que tiene que ver si los años de formación se han dado con provecho —hasta el momento del acto de presencia en la plaza de Madrid, por parte del torero— o no han sido suficientes todavía para actuar con aval en escenario tan emblemático y determinante. Estamos viendo cómo los novilleros vienen a Madrid «a hacer formación», y no a un examen donde el veredicto de los exigentes aficionados madrileños, tras ese arbitraje, pueda abrir las puertas de un futuro prometedor para el aspirante a matador de toros. En fin, lo vivido en algunos de estos últimos años, con la continuada presencia de novilleros con edad y poco bagaje detrás, abre una reflexión lícita al respecto, para que las oportunidades puedan ser aprovechadas de verdad, y no dejadas pasar por falta de oficio y conocimientos, es decir, por ausencia de experiencia auténtica acumulada. No somos las personas adecuadas para emitir juicios sobre el futuro profesional de ningún torero, ni sobre la edad a la que es recomendable aprender la profesión; pero sí es lícito, aconsejar a los que son responsables de las contrataciones para Las Ventas que piensen que si un torero es contratado, otro no lo es y este no va a tener la oportunidad de darse a conocer o de romper en su empeño.
En la tarde de ayer Jesús Ángel Olivas, tuvo lote para exponer sus credenciales. Creemos que no encontró la distancia adecuada desde donde torear. A su primer novillo que tenía «buen son», aunque sin fuerza, le alargó el muleteo. En algún momento completó los pases, en otros quedaron en esbozo o no se entendieron con la embestida del animal. Mató en la suerte contraria de media caída y tendida. En el cuarto de la tarde, volvió a alargar en demasía la labor muleteril. Con el capote, previamente, ensayó un quite entre ganoneras y fregolinas que no salió adelante. Con la muleta emprendió los pases con la tela retrasada, algo encima del novillo, alternando la limpieza del pase y los enganchones. Tardó mucho en cuadrar al toro, y lo mató en la suerte natural de un bajonazo trasero.
Aitor Fernández, con el capote no logró alcanzar la verónica, y con la muleta retrasada intentó pasar a su primer novillo, que era inválido y derrotaba; le desarmó y le enganchó el trapo al tiempo que el animal se derrumbaba en la arena. Mató en la suerte natural de tres pinchazos, dos de ellos bajos, y un bajonazo. En el quinto novillo que llegó a la muleta con la embestida desabrida, no logró ahormarle que era lo que pedía el astado. No le dio distancia. Le desarmó. Enganchones. Y el animal sin ser lidiado se desentendió, aunque se revolvía y echaba la cara arriba. Tardó en cuadrar. Mató en la suerte contraria de un pinchazo bajo, previamente en la suerte natural había enjaretado al burel un refilonazo en el lomo, trasero.
Lo mejor de la tarde lo realizó Villita. Con el mejor novillo —de embestida Santa Coloma, fija y con trayectoria, que Villita lució en el caballo— comenzó su labor por bajo para sacar al animal a la segunda raya entre el tendido ocho y el nueve. Dio unos redondos limpios sin alargar la embestida del novillo, quedándose la cuestión en medios pases ligados. Al natural no pudo lograr tandas. Cierta limpieza en su toreo. Envarado. Sin demasiada profundidad. A menos. Mató en la suerte natural de una estocada baja tendida perdiendo la muleta en el encuentro. Al sexto, que se vencía por el pitón derecho, le planteó un trasteo de quiero y no puedo. En cierto modo Villita tiene un buen concepto clásico, pero sin alcanzar a ensayarlo. También posee una voz prodigiosa. Mató en la suerte contraria de un pinchazo, más otro bajo y hondo.