sábado, 6 de septiembre de 2025

Amenábar



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Clint Eastwood, el nuevo macho alfa de Hollywood, dice que hace películas para lectores de libros. Más lejos todavía, nuestro Amenábar ha hecho una película que es como el libro de los que no leen libros: el espectador común sale de la piltra de Sampedro como lo haría de la Ética de Espinosa, “in albis”, fenómeno de birlibirloque sólo al alcance de un creador que en algunos círculos ya es equiparado a Francis Scott Fitzgerald. Hombre, tratándose de un autor “madrileño”, ¿por qué quedarnos a ras de suelo? Lo que Amenábar, a su edad, ha conseguido en el cine es algo que sólo se veía en la música. A los ocho años, tocaba Paganini en el violín una sonata suya. A los diez, Handel había compuesto un libro de sonatas. A los doce, Mendelssohn compuso tres cuartetos para piano, violines y contrabajo. A los trece, Haydn compuso una misa. También a los trece, Beethoven compuso tres sonatas. A los catorce, Weber compuso su ópera “Las Ninfas del Bosque”. A los dieciocho, Bach, a pesar de un hermano malvado que no lo dejaba vivir, era músico en la corte de Weymar. ¿Y Mozart? A los cuatro años componía tonadas; a los seis, arregló un concierto para piano; y a los doce compuso su primera ópera, la “Finta Semplice”. Bueno, en las artes plásticas también hay algunos nombres que se revelaron precozmente: Miguel Ángel, a los dieciocho años, esculpió la “Batalla de los Centauros”, y a los veinte, el gran “David”. Rafael, Leonardo, Tintoreto... Y en la literatura, a los nueve años, Dante escribía versos a la niña de ocho años de que habla en su “Vida Nueva”. A los catorce, Schiller se sentó a componer un poema sacro sobre Moisés. Lope empezó a escribir a los doce, y a los trece, Calderón. A los doce escribía Voltaire sus sátiras contra sus profesores, los jesuitas. A los quince escribió Victor Hugo su primera tragedia. Keats, Shelley, Byron... Y Carmen Calvo, claro, que también ella ha sido ministra bastante antes de lo que esperaba: de ahí su célebre “¡Dori, que ya somos ministras!” del día del nombramiento, ignorante aún de que su destino era presidir este nuevo Siglo de Oro inaugurado con Amenábar.