lunes, 11 de diciembre de 2023

El corazón


Dragisa y Nebojsa Gudelj



Castellonenses el sábado en El Arcángel


Francisco Javier Gómez Izquierdo


         En marzo de este 23 Dragisa Gudelj, jugador del Córdoba, hermano de Nemanja Gudelj, jugador del Sevilla e hijo de Nebojsa Gudelj, excelente lateral izquierdo que llegó a un Logroñés de Primera a mediados de los 90, nos dejó sin palabras y con el corazón encogido en El Arcángel cuando lo vimos derrumbarse como si le hubieran pegado un tiro a la altura del central izquierdo en posición de ataque. Del morrocotudo susto y de las doctas manos que le salvaron ya dimos cuenta aquí con el orgullo de ser amigos de los eminentes cardiólogos que saltaron desde la grada, doctores Segura, padre e hijo, a los que Dragisa no para de agradecer aquel milagro.


 Hará un mes y en partido contra el Ceuta de nuevo en El Arcángel y desde el mismo lugar del desvanecimiento de marzo, Dragisa hizo el camino contrario al de los Segura y saltó a la grada cuando sintió el desvanecimiento de una espectadora que gracias a Dios no fue de la gravedad del suyo. Hace una semana, jugando contra el Melilla, nuestro Gudelj volvió a caer de modo preocupante, ésta vez sin perder el conocimiento. Tanto el cordobesismo y suponemos que el fogoso central andamos preocupados porque quizás lo más conveniente sea que el jugador serbiobosnio cuelgue las botas. No le convienen más sobresaltos y tampoco a nosotros. Ayer estaba en la cocina preparando un descafeinado, tras el gol de Iñaki Willliams en Granada y al volver al salón me encontré con el partido detenido con el resultado que ustedes saben. Me acordé de Dragisa ¡claro está! y pensé en Dwamena, muerto hace un mes escaso, y ¡cómo no! en Patrick Ekeng, jugador camerunés que fue nuestro en Primea División y al que tanto quisimos por sus extravagancias (inolvidable la patada a Vitolo cuando era sevillista), pero es que una madre de futbolista en pleno partido de su hija, aquí en Fátima, cerca de casa, murió infartada hace ocho días, al borde del terreno de juego.


      Servidor, que es medio tonto para estas cosas, se pregunta si se están debilitando los corazones, si las emociones cada vez son más traicioneras, si yo qué sé... Se lo preguntaba a mi chico al volver la noche del sábado del partido Córdoba-Castellón, tercera categoría del fútbol con 15.000 espectadores, más de mil castellonenses (no en vano venían líderes). Llamativa la expectación (nosotros andamos en buena racha tras unos comienzos horrorosos), ambiente de encuentro de Primera que resultó emocionante, disputado y con calidad desacostumbrada en la categoría. Ganó el Córdoba 2-0 con autoridad y como es natural entre los aficionados ya se hace imposible la derrota. Extraordinaria cosa es ver un gran partido sin el pernicioso VAR. De entre los disparates de la jornada ¿ha entendido alguno de ustedes por qué se ha anulado el gol de Sevilla en Mallorca? El entrenador Aguirre no tiene explicación y eso que le favorece. ¿Y los dos goles anulados a Samu Omorodion en Mendizorroza? En línea no hay fuera de juego y en caso de duda el árbitro no debe señalarlo. Hasta cinco centímetros en fuera de juego no es fuera de juego si el árbitro no lo aprecia así por mucho que se empeñan los estultos delineantes del televisor hartos de explicarnos la línea del codo o la bota del 47 del delantero. Antes se disculpaban ésos centímetro con un "es difícil y muy complicado verlo en vivo". Era fútbol. Hoy al árbitro se le quita responsabilidad y se echa la culpa al artefacto y así resulta que lo mismo es que te apoyes en un coche aparcado a que le des un martillazo. ¿Y si subimos y tengo que sufrir el VAR? Dejo constancia que si algo me pasare con el Córdoba en Segunda en una de las deliberaciones del VAR como casi me pasa en El Plantío hace un año en un Burgos-Tenerife tras insólito penalti, se demostrará que el VAR, además de otras emociones y debilidades propias, corroe poco a poco los corazones. El mío, al menos.