Cuando escasea la vergüenza
El marketing de Plaza1 haciendo pasar a Julián y Ginés por José y Juan
José Ramón Márquez
Bueno,
pues al fin llegó el día de la Cultura, de la high culture, a Las Ventas. El
día del advenimiento de Julián, que primero estuvo diciendo, hace meses, que si
no venía a Madrid, que si la cosa no le cuadraba bien por no recuerdo qué, y
resulta que era todo una añagaza como para hacerse valer y que se crease un
movimiento a su favor que nunca se llegó a crear. Finalmente solucionaron la
papeleta con truco, pues en Julián todo lleva truco. Éste consistía en montar
un mano a mano con él y con otro, para que a ver si con tres toros conseguía de
una vez abrir la Puerta Grande de Madrid por segunda vez como matador de toros,
cosa que le obsesiona. Se intituló la gesta como “Corrida de la Cultura”,
echaron mano de Ginés Marín, y se compraron seis llamémosles toros para la
parte cuadrúpeda del espectáculo que se correspondían con las ganaderías de
Victoriano del Río, Alcurrucén y Domingo Hernández. Lo de Victoriano era, como
si dijéramos, la continuación de lo de ayer, y la constatación de que entre los
ocho toros le han hecho una avería gorda a su amo, que no sé quién de estos gourmets
del toro bobo va a ir a comprarle el ganado vistos los resultados, y lo mismo
nos toca ver dentro de un poco de tiempo a Victoriano del Río eliminando lo
anterior. Y Ginés Marín, pues a lo que se le diga, que ése es el papel que, lo
quiera o no, le toca jugar.
Hoy
han vuelto a poner el letrero de “No Hay Billetes” por ponerlo, porque había
huecos más que notables en los asientos, y en la explanada los reventas
ofrecían boletos con muy poco margen, señal de que no había chu-chu, como decía
Juanito, a quien mandamos un abrazo desde aquí, que está delicado de salud el
hombre. Se nos olvidaba decir que ésta se llama “Corrida de la Cultura” porque
asiste a ella el señor Ministro del ramo, al que se le ve un aire de estar
muchísimo más interesado en la tauromaquia caballeresca del siglo XVI sobre
todo si va glosada en verso:
“…Ya
miro al Duque con espada en mano,
Al
Marques y á otro compañero;
Parece
cada qual Héctor Troyano,
Y
al herir, cada qual es el primero:
A
fuertes cuchilladas
Se
queda el toro allí hecho tajada…” etc.
Echaron
por delante uno de Victoriano del Río que adoleció de falta de movimiento, por
lo que era absolutamente incompatible con la idea de Julián, que necesita de la
carrerita repetidora del animal para perpetrar su tauromaquia. Si el toro se
para, a Julián se le caen inmediatamente todos los palos del sombrajo, y eso es
justamente lo que le pasó, que el toro era de tipo marmolillo, del mismo
encaste que los toros de Guisando, que están en la Venta Juradera cerca de El
Tiemblo, que se tragaba un pase y se paraba y ahí se quedaba Julián desesperado
porque la cosa de la ligazón y el empalme de los muletazos que él necesita como
el aire para echar a andar su negociado, no manaba al encontrarse el toro como
posando para un escultor, para un Benlliure de la birria ganadera. Señalemos
que toda la responsabilidad respecto de las condiciones de los toros de hoy recae sobre Julián, que habrá reliado, él o
persona interpuesta, en las ganaderías lo que no está en los escritos mirando
líneas, reatas y sementales hasta la quinta generación para acabar trayendo
esto. Lo mató de canónico Julipié al segundo intento y aún hubo personas
generosas y de noble corazón que aplaudieron a Julián tras el arrastre del
toro, que hay que decir en este caso lo bien que hizo el hombre en no salir del
callejón a recoger cuatro palmas.
El
primero de los Hermanos Lozano, se fue a las manos de Ginés Marín. Le picaron
con el mismo mimo que se pican las cuerdas del violín en un piccicato, y el
animal llegó a banderillas totalmente exhausto y con una falta de movilidad que
daba pena verle andar por la Plaza. El buey arrastraba sus cuarenta y ocho
arrobas y media con harto pesar de su corazón y cuando llegó la cosa de la
franela el toro estaba como para tomarse un Dalsy y meterse en la cama más que
para ponerse a embestir. De hecho se paró en medio de un pase, con Ginés en la
oreja erre que erre dándole trapazos en el hocico y es que el bóvido ni se movía,
ni intentó un derrote, ni protestó, ni hizo nada. Fuese el colorado de los
Lozano a que le trinchasen los destazadores y nos aprestamos a ver a su
hermano, a ver qué nos decía.
La
salida del segundo Alcurrucén no fue lo que se dice la salida del toro que se
viene a comer el mundo, y más bien al toro se le hacía un mundo abandonar el
fresquito de las mazmorras de Florito sin acabar de salir. Así estuvo un
ratito. Luego medio cumplió en varas y es tardo en banderillas. El bicho había
tomado el capote de Julián con buen son en los lances de recibo y el de San
Blas se fue con decisión a por él para iniciar su faena en el tercio, entre el
9 y el 8 con un principio ligero y gustoso: cuatro por bajo con la derecha
rodilla en tierra, un cambio de manos, una trinchera algo tensa y otras tres
más relajadas fue el inicio de su labor y en ellas ya se vieron las óptimas
condiciones del Alcurrucén para la muleta. Ahí empezó la auténtica cultura de
Julián, si será cultural el tío que el otro día le hacían un publirreportaje en
un importante diario de tirada nacional, pero su cultura no es de Real
Academia, más bien es cultura popular, como el botijo. Acabáramos. Bueno pues
ahí tenemos al Julián de siempre con lo suyo de siempre, que no va a cambiar
ahora el hombre tras veinte años de alternativa, lo del cite por las afueras,
lo del pico, pico, lo de cargarse la suerte, porque no la carga ni en sueños, y,
eso sí, un temple nacido de una muy buena técnica, que es lo que realmente pone
él, porque el resto más bien lo pone el toro. En sus modos, recalquemos que en
sus modos, ha estado bien y por eso le jalearon con fuerza en las series que
enhebró, que fueron todas. Mató traserísimo donde hay más dolor de barriga que
muerte, cobrando media estocada, y se vio obligado a descabellar. Luego,
primero con tibieza y después con la ayuda de los benhures de la mula se fue
creando una petición que se sustanció en la obtención de una de las dos orejas
que había venido a buscar a Madrid. Incluso hubo quien dio palmas al toro en el
arrastre. En ese momento abandoné la Plaza.
A continuación, por no dejar inconclusa la reseña, anoto los comentarios de persona de mi máxima confianza:
4º
toro. Ginés se dispone a matar después de faena tediosa y aburrida en la cual
ha sido revolconado y no ha hecho ná de ná. Lo mismo de siempre. Se tira a
matar. Mata de un bajonazo trasero. Resultado final: puñalá… trapera. El bicho
cae y el puntillero acierta a la séptima.
5º
toro. El toro, de Garcigrande, es un claro ejemplo de lo que no es trapío.
Recibe una puya medianilla y al salir cae. Julián intenta hacer un quite que
pasa desapercibido. Ginés intenta un quite por verónicas, todas por el pitón
izquierdo y es arrollado por el bicho. Segundo revolcón que se lleva el chaval.
Sale
Julián con ilusión y alegría, el aparcacoches coloca el toro en terrenos del
6-7 y se apresta a comenzar la faena sobando al toro por las afueras, preparándole
para lo que se le viene encima. Lo intenta por la mano derecha; el torejo no da
vueltas y nos embarullamos un poco. Vamos con la izquierda y empezamos
retrocediendo muchos pasos entre natural y natural. El toro no hace nada por
colaborar. El torero es el mismo y el toro peor. El toro se llama Cazatesoros,
número 64, y está sacando la vena como de macho cabrío y el pobre Julián no
sabe qué hacer, totalmente desarmado. El aficionado R. apunta “incapacidad
técnica total”. Mata con otro julipié a la primera y el toro rueda. El toro ha
sacado su castita y le ha traído de cabeza. Sale a saludar y le chifla media
Plaza, la otra media le aplaude, los que aplauden chiflan y los que no chiflan
aplauden…
6º
toro. Sale el último, de Victoriano del Río, que es un toro gordo como si fuera
de carne, de capa negra. Si lo pilla el de El Capricho y lo castra, teníamos
buey para dentro de diez años. Dos grandes puyazos de Agustín Navarro, que se
lleva la ovación de la tarde. Comienza Ginés la faena con la derecha, vaciando
arriba, muy atropellado, luego pilla la izquierda y después pasa a la fase de
los sustos, a ver si el toro le empuja y “lo para con la mirada”. Mata a la
segunda y descabella a la última. Parte de la afición abandona la Plaza y otra
parte se queda para pitar al toro en el arrastre.
Esto
dio de sí la Corrida de la Cultura. A ver qué inventan para ver cómo levantan
el muñeco el año próximo, que al entipado Julián le van cayendo las castañas y en Madrid
su currículum de acinturamientos sigue empatado con el de Morenito de Maracay, el inolvidable Pepe
Nelo. De momento ahí les devolvemos a
los sevillanos a su torero, para que pueda seguir reinando en el coso del Paseo
de Cristóbal Colón, número 12.
Gemoetría juliana
Atado a la columna I
Tenetur in columna I
Atado a la columna II
Tenetur in columna II
El julianeo
La Cultura