Eulogio Urréjola Ortiz de Guinea
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El mayor timo de la Santa Transición fue cambiarnos el Tenorio por el Franquismo.
Este año, la representación corre por cuenta del Ayuntamiento de Madrid, con Pedro Sánchez de Don Juan, y de Doña Inés, Carmena, que es como aquella “mosita” que intrigaba a Joselito Gallo porque se firmaba en las cartas “Una mujer muy fea”, y a la que nunca conoció “porque no da la cara”.
El espectáculo se anuncia como la Querella Contra El Franquismo, que suena bien y hace el ruido necesario para entretener al público mientras los feriantes entierran a la Nación con otra (la definitiva) Carta Otorgada.
¿Y a quién quiere entrullar Sánchez? ¿A Isidoro el de Carrero? ¿Al jefe de informativos de El Pardo / Prado del Rey? ¿Al rapsoda de Mosteiro? ¿Al abuelo de Pablemos, protegido de Ezequiel Puig Maestro-Amado y Ricardo Vázquez-Prada Blanco?
–Sólo mi voluntad se halla incólume para luchar en defensa del proletariado… pese a la incomprensión necia de los propios defendidos –rabiaba Prieto, un Puigdemont (con sangre) del 34–. Porque te digo, Eulogio –escribe a Urréjola–, y heme aquí parodiando al Quijote, que existen “hombres”, “hombracos” y “cacamutios”. Yo siempre he admirado, en los comunistas, la disciplina y la actividad bordeando la ley. Pero la cosa está perdida. Lo siento porque ese tío sinvergüenza de Don Lindo del Pardo (Franco) ha triunfado. Es que ha triunfado el cabrón del hombre, amigo Urréjola.
Para Franco, Prieto “es un politicón”:
–Desde su humilde origen se elevó como líder obrero, y después se vendió a los capitalistas. Y ya no tiene significación entre los trabajadores. Cuando estuve en Baracaldo, población obrera por donde Prieto fue siempre diputado, al mezclarme con el pueblo y ver que el pueblo se mezclaba conmigo, pregunté: ¿Dónde está la gente que era de Prieto? Es ésta misma, me respondieron. Prieto ya no arrastra a los obreros. Porque, además, en 1936 se dejó arrastrar y desbordar por los comunistas.