"Ustedes tienen el corazón de un cobarde y el carácter de un sicofante"
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La teoría del poder de Montesquieu, de quien María Soraya se dice amiga (María Soraya habla de Montesquieu como Vanessa Redgrave de José Martí, “un amigo de mi amigo Fidel Castro”), arranca de un axioma que a los finos analistas no les encaja en la situación catalana:
–Todo hombre con poder se inclina a abusar del mismo, y avanza hasta donde encuentra límites. Para impedirle abusar del poder hace falta que, por la disposición de las cosas, el poder detenga al poder.
Ningún poder va a detener aquí a ningún poder, pues todos los poderes son el mismo. El Estado de Partidos es una partida a cuya mesa se sientan los socios del reparto, que ahora se encuentran en plena negociación porque uno de ellos, el separatismo catalán (uno de los pilares del pacto del 78), quiere mejores cartas… o rompe la baraja. En el entretanto, los políticos nos dan la chapa con las tautologías liberales de Hayek y el ministerio del Interior pone a policías y guardias civiles a requisar “vietnamitas” para el concurso de García Pavón “De cómo el Quanque mató al hermano Folión y del curioso ardid que tuvo el guardia Plinio para atraparlo”.
–Como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano –avisa a la audiencia (plastilina de oveja) Ferreras, el Jeremías del Régimen.
Que estamos en una negociación se ve en la manera de escarbar de los jefes de bando. El único peligro está en que los catalanes, contrariamente a su fama, no saben negociar (“todo para mí y nada para ti”), y la timba podría írseles de las manos, aunque el presidente, en pijama de seda blanco con rayas color fresa, repite que garantizará nuestros derechos. “El rey protege el derecho”, proclamó Jacobo I. “No –corrigió el juez Coke–: el derecho protege al rey”. Y se desmayó.
En esta negociación todos los jefes han hecho suyo el lema del Pirri: “Banderillero cobarde vale para otra corrida”. Para ellos escribió Tom Paine:
–Ustedes tienen el corazón de un cobarde y el carácter de un sicofante.