José Ramón Márquez
Lo primero que hay que poner aquí
es que en el día de hoy se ha sentado en el devaluado palco de Las Ventas una
persona que ha sabido defender con entereza la seriedad de la Plaza, frente a las
artimañas de los mulilleros, frente a la locura colectiva de los seguidores de
los novilleros. Sólo ante casi todos, el Presidente don Jesús María Gómez
Martín ha mantenido de manera firme y honorable la exigencia de la antaño
llamada Primera Plaza de Toros del Mundo, hoy Primera Plaza de Pueblo del
Mundo.
Los seguidores que acompañan a
sus ídolos, que se empeñan en jalear lo malo y lo peor como si fuese lo óptimo,
tienen todo su derecho a hacerlo, faltaría más. Dentro de todo ese guirigay es
importante misión del Presidente mantener el criterio y defender la Plaza de manera acorde a su
Historia, no devaluando los trofeos que se conceden, ni convirtiéndola en un
coladero. Si hace unas semanas cualquier espectador atento pudo ver de manera
neta las ostensibles indicaciones de Cabezas Porras sobre el señor López-Pastor
Expósito para conceder una oreja pedida por casi nadie, hoy el señor Gómez
Martín ha dado una lección a aquel equipo presidencial manteniendo de manera
harto profesional y firme el orden dentro del palco, entre sus asesores, y optando
por la vía más difícil: la de ejercer la autoridad que prestigia la Plaza aún a riesgo de
recibir la censura inmediata de los que veían desvanecerse la posibilidad de
triunfo orejero de su ídolo.
Los empresarios que aún rigen los
destinos de la Monumental,
imbuidos de la corriente a favor de la diversidad de encastes, programaron para
este domingo una corrida de novillos de Pablo Mayoral, que fue remendada con
dos de doña Mercedes Figueroa. Una ganadería de la Asociación, la primera,
y una de la Unión
la segunda. En el programa pintaron un diagrama de flujos ganaderos que las
remonta a Vázquez, Vistahermosa y casta Jijona... que eso acredita
fehacientemente lo de la diversidad de encastes, pero como diría cualquier
tertuliano de radio o TV: “el papel lo aguanta todo”.
Aceptaremos con las
reservas precisas esa hermosa ilusión santacolomeña, que tampoco la cosa es
como para ir a desempolvar el viejo AREVA, y reseñemos que la edad de los seis
galanes estuvo entre los tres de 11/12, uno de 12/12, uno de 03/13 y otro de
01/13. El cuarto, hierro de Pablo Mayoral, fue devuelto a los corrales por
manifiesta falta de fuerzas y sustituido por un bonito ejemplar santacolomeño
de Benjamín Gómez. La corrida, bien presentada, ha adolecido en general de
cierta falta de fuerzas, especialmente el primero, apenas picado, aunque el
recuerdo que prevalece de la misma no sea el de su debilidad, sino más bien el
de las condiciones de los dos novillos lidiados en tercer y sexto lugar,
Ranchero II, número 6, y Costurero, número 23, distintos en sus condiciones y
perfectos para que un torero hubiese dado su dimensión ante ellos.
Para dar fin de los toros
extremeños de don Pablo y doña Mercedes pusieron en los carteles los nombres de
Andrés Jiménez “Gallo de Córdoba”, David de Miranda y Juan Carlos Carballo. De los
tres, el primero venía a Madrid con ninguna corrida toreada el año pasado,
mientras que los otros dos traían su bagaje novilleril, especialmente el
onubense David de Miranda, a quien el año pasado vimos en Las Ventas y en una
deliciosa tarde de septiembre en Morata de Tajuña, y que se ajustó en un total
de 23 tardes por 13 de Carballo, que hoy hacía su primer paseillo en Las
Ventas.
Imagino que Gallo de Córdoba
venía a jugarse su permanencia en el toreo a la carta de este 10 de abril y, a
tal fin, puso sobre la arena venteña a partes iguales sus ganas y su necesidad
de un triunfo que, como suele ocurrir, no llegó. En ninguno de sus dos
oponentes, el flojo y tontorrón primero y el sobrero de Benjamín Gómez, que
tenía bastante más que torear, fue capaz de hilvanar argumentos de cierta
solidez, como no sea el de su pundonor de permanecer en el ruedo con una
cornada de 15 cm.,
pronóstico reservado, que le propinó su segundo y aguantar ahí hasta que dio
fin de él.
David de Miranda venía a Madrid
con cierto ambiente. Con un imponente vestido grana y oro salió a por su
primero y fue desgranando su labor en la que apenas resaltó algún muletazo de
cierto mando en trasteo largo que nunca llegó a tomar altura, cuya tendencia
iba hacia el deprimente toreo por las afueras, despegado y sin mando que ahora
se estila. Con el estoque tampoco es Rafael Ortega, por lo que digamos que mató
y punto. A su segundo había que someterlo más y someterlo obligándole a bajar
la cara, pero el toreo light éste de ahora que se basa en acompañar y en que el
toro, por sí mismo, se encargue de rematar el muletazo, no entiende de esas
complicaciones, por lo que la faena sufrió unos grandes altibajos, y tómese la
parte alta del altibajo por cosa harto medianeja. En suma, lo que tuvimos fue un
trasteo kilométrico y sin construcción de faena como tal, en el que de nuevo
afloró el oficio que ya atesora el novillero en algún muletazo por aquí o algún
otro por allá. En este segundo se perfiló por afuera y se quedó en la cara
dejando una estocada trasera que fue explotada de manera vil por la cuadrilla a
base de darle al toro más vueltas que un TioVivo hasta que consiguieron que el
bicho se echase.
Juan Carlos Carballo, de Valencia
de Alcántara, quiso que en su debut en Madrid le acompañasen todos sus amigos y
partidarios, que se vinieron al foro animados por la oportunidad de poder ser
testigos del triunfo de su paisano y amigo. Ésa es la parte buena del asunto.
La parte mala es que los dos toros que le tocaron en suerte a Carballo, cada
uno en su carácter, le brindaron la oportunidad de haber dejado en el
endurecido corazoncito de la sufrida afición que no tiene el gusto de
conocerle, una huella de su buen hacer. Su primero fue una máquina de embestir,
franco y por derecho, sin plantear problemas de esos que tanto estorban a los
que se ponen delante de los toros. Su segundo fue un toro con una vibrante
embestida de largo, muy en santacoloma, que demandaba firmeza y mando a cambio
de su precioso galope desde quince metros. El lote que le tocó en gracia le ofreció
dos caras distintas con las que poder demostrar o bien su “arte” o bien su
poder, y a cambio lo que quedó es la huella de un torero bullidor, que no supo o no pudo estar a la altura que
le demandaban sus oponentes. Reseñemos como algo óptimo que Jesús Carvajal,
tercero de su cuadrilla, puso un par de banderillas al sexto de una sobriedad y
un clasicismo totalmente desusados.
Don`t cry baby
Alguacil
Plaza
Muleta
Brindis
Escalera al cielo
Muleta
Muleta
Tendido
Tendido
Pareja
Merienda