Cuando disfrutábamos de nuestra Copa de Europa
Francisco Javier Gómez Izquierdo
El fútbol tiene muchos niveles de satisfacción para el aficionado. Se disfruta con los cadetes y juveniles, incluso con los benjamines, que vas viendo crecer. Con tu equipo en 2ª B y en 2ª , y ya de más lejos con los equipos que ofrecen calidad por la tele. El mayor goce del aficionado está en la Copa de Europa cuando acaba la clasificación por grupos y llegan partidos como el Bayern-Juventus de ayer, el Atlético-PSV de antier o el Chelsea-PSG de la semana pasada.
El Bayern empezó a perder la eliminatoria en la segunda parte de Turín, cuando Guardiola sacó a Benatia para defender un resultado harto ventajoso. En la vuelta, el entrenador catalán se empecinó en el error y hasta lo puso de titular junto al joven Kimmich, un muchacho que iba para centrocampista y al que quiere convertir en defensa central. El gran John Benjamin Toshack no quería centrales demasiado guapos. Si a Kimmich le añadimos exceso de técnica, déficit de estatura y bailar con Benatia, nos vemos obligados a poner la solvencia de uno de los favoritos muy en entredicho. El poderoso Bayern pasó a cuartos porque el fútbol es tan grandioso e imperfecto que el error humano puede alcanzar categorías sublimes. Pogba y Cuadrado se aprovecharon de los errores de Alaba, un defensa que tiene días que no defiende nada, y del meritorio Kimmich, al que los delanteros por venir seguro le tienen entre sus favoritos. Guardiola ha de agradecer al error garrafal del trío arbitral que anuló un gol marcado correctamente por un brillante Morata y parido de un error impredecible del divino Neuer, del que no se esperan debilidades humanas.
No veo tan claro ese adelante hecho por la Uefa de usar la tecnología para resolver jugadas discutidas. Admito consultar el gol fantasma, pero en el gol de ayer de Morata, por ejemplo, que no fue apreciada la legalidad ni siquiera por los italianos, ¿ha de parar el juego el técnico de televisión al ver la repetición? ¿Y qué se adelanta, si se descubre que no es fuera de juego cuando un delantero va solo hacia portería? Pero lo peor. ¿Ya nunca vamos a perder por los árbitros que nos tienen manía? ¿Y qué será de los penaltys de Guruceta, que tanto entretenimiento dieron? ¿No sacará más veces Dios la mano, como contra Inglaterra en Méjico? ¿Se han parado ustedes a pensar lo que supondría un fútbol sin polémica?
Sigamos con el partidazo de Múnich. Allegri estropeó la eliminatoria cuando quitó al Morata que había vuelto loco al para mí precario sistema defensivo alemán. Tampoco tuvo suerte con el 2-2 de Muller en el 90, pero para entonces ya Douglas Costa jugaba a sus anchas y los jugadores italianos llegaban a la prórroga mascando la eliminación. El 4-2 no sé si es injusto. Lo que sí es, es doloroso para un club italiano.
El partido emocionante -es decir, escaso fútbol y demasía de músculo- estuvo en el Calderón, donde el Atleti no fue mejor que el PSV, pero el Atleti tiene chutadas dosis competitivas de las que carecen el resto de equipos y ahí sigue. Con Juanfran -un defensa como Dios manda, según Toshack- siendo decisivo en la eliminatoria. Todo lo bueno que le pase al Atlético vendrá sin duda desde su defensa, porque Simeone es como es, y por serlo es venerado a orillas del Manzanares.
El Barça, Manchester City y Wolfsburgo solventaron sin incidencias dignas de señalar sus trámites, mientras el PSG y Benfica se impusieron, con cierta contrariedad de un servidor, al Chelsea y Zénit.
¿Por qué me parece tan decadente el Chelsea, donde lo más destacable es la bravura de Diego Costa? Estuvo bien el PSG con un centro del campo poderoso e inteligente y eso que faltaba Verratti.El sustituto, Rabiot, tiene una zurda “muy interesante”, que diría Michel, y una tranquilidad con el balón en los pies que hace sospechar que estemos ante un espíritu puro capaz de salirnos con obras de arte cuando menos lo esperemos. De Ibrahimovic y Di María no nos extraña nada, pero a mí me incomoda la suficiencia y soberbia del primero y la dejadez cuando le llegan las épocas de desconexión del segundo, pero como los dos salten con ganas de liarla la misma tarde, no hay quien pueda con la pareja. Di María estuvo sobresaliente en un continuo barullo alucinógeno del que Cesc, Obi Mikel y Hazard no sabían si entrar o salir, y hasta Motta se las dio de artista en Londres dejando para mi admirado Matuidi ese continuo galopar que tanto atosiga. Vuelvo a señalar que estuvo bien el PSG, pero Ivanovic y Cahill no son de fiar para las grandes citas, como tampoco lo es ese Kennedy al que Hiddink puso a vigilar la zona del Fideo. ¿Y Hazard? ¿Por qué no rompe de una maldita vez? Pasan los años y seguimos esperando.
El otro encuentro de emoción estuvo en San Petersburgo, donde el Zenit, con el elegante y eterno Zhirkov junto al infalible ejecutor Hulk igualaron la eliminatoria ante el Benfica. Estaba partiendo un poco de queso para atacar la prórroga cuando Raúl Jiménez, el mejicano ex-atlético, le salió sin querer un misil que pareció inteligente desde 25 metros ante el que Lodigin, el portero ruso, reaccionó tarde y regular. Lo siento por el Zénit, que a mí me parece que merece más, pero el parón invernal le castiga temporada tras temporada. O a mí me lo parece.