El Pardo
Hughes
Abc
Acabo de ver el resultado, por provincias, del voto rogado. Se ha cumplido lo previsto: victoria aplastante de Podemos.
Humildemente, esto yo me lo imaginaba. No por nada, es que tenía al respecto una intuición fundamentada en casos personales.
En los últimos meses sospecho que el voto exterior es un voto pelín rencoroso. Pero mal interpretado. No se trata de un voto contra quienes pudieran haber provocado, como responsables políticos, eso que llaman “el exilio económico”. No. Es un rencor contra los que nos quedamos. Un rencor del ¡os vais a enterar!
Una amiga mía, por ejemplo, que vive en un país de mayoría conservadora, siempre habla con sentido crítico, pero con gran admiración, de los rasgos de la sociedad que la ha acogido. No está muy conforme, pero le gusta que sean así. De hecho, se ha ido a trabajar allí precisamente por eso.
Habla de España y al hacerlo quiere cosas muy raras y peregrinas. Ahora bien, tú le hablas de su país de acogida y le cambia hasta el semblante. Hasta la ideología. Allí valora lo que tienen: seriedad, rigor económico, placidez del capital, finanzas a gogó, unidad nacional, capitalismo abierto y fronteras muy controladas.
Pero si yo le vuelvo a preguntar por España me dice que Podemos. A la hora de decidir el futuro de aquí opta por ellos. La revolucioncita, para España. Claro, como no está, las consecuencias ya no le afectan tanto:
-Si no se prueba…
Se produce algo sutil, algo un poquito perverso: los que nos quedamos somos el experimento de los que se van, ¡donde las dan las toman!
Españoles en Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Francia, Suiza o Irlanda miran a España y optan por un “cambio” que a ellos les va a pillar, esta vez, bien protegidos.
Voto experimental, voto con su cosita de rencor. Voto que seguro se pensó en el avión, saliendo entre lágrimas de la Patria:
-Sí, yo me voy, pero os vais a enterar.