sábado, 3 de octubre de 2015

Coros y danzas

Fabada coral


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Frente al suarismo coral que Albert Rivera quiere prolongar en Madrid, el pujolismo coral que Ana Gabriel (nada que ver ni con la Diva de América ni con el Divo de Juárez) quiere afianzar en Barcelona. Pero a los tertulianos, que son a la partidocracia en la capital lo que las peñas y charangas a la tauromaquia en los pueblos, les hace más gracia lo de Gabriel.

Rivera promete el “trilingüismo”, con lo que su suarismo coral sería como aquel Congreso Internacional de Medicina que vio Pemán en Madrid, donde a los postres del banquete, médicos de muchas naciones (al menos diecisiete tendrá la España federal) cantaron, en inglés, francés y alemán, el “Coro de doctores” de “El rey que rabió”.

¿Y Gabriel? ¿Qué promete Gabriel?

Pues, sin salir de Pemán, una sardana (baile de cuerpo de ejército, disciplinado y rítmico), el baile de Cataluña independiente, frente, por ejemplo, a la bulería (baile individualista y libre, sin ley ni regla), el baile de cada andaluz autónomo.

¿Son estas formas corales de gobierno en Madrid y Barcelona la nueva forma de colectividad anunciada por Steiner hace la porra de años?

Para Steiner, la imagen de la nueva colectividad es el coro antiguo. Costó Dios y ayuda (¡milenios!) librarse de la oralidad del coro para que destacara una voz: ¡el individuo! Y aquí estamos otra vez, en la oralidad colectiva de la Red, algo ultramoderno y arcaico al mismo tiempo.

Imaginemos que se calculan en doce o quince las personas que rodeaban a Cristo en el Gólgota. En el estreno de “Hamlet” no había más que mil cien personas. ¡La Copa del Mundo de fútbol la ven dos mil millones de individuos!
La conclusión es que no habrá vuelta al silencio, a la concentración, a la vida privada de la gran individualidad cartesiana y poscartesiana.

Cartesiano, desde luego, no es ni el gobierno coral de Ana Gabriel (¡profesora de Derecho!) ni el federalismo asimétrico de Elisa de la Nuez (¡abogado del Estado!), “sabia” de Ciudadanos.