Abc
El miedo cerval de la derecha conejil (de la voz fenicia “I-shepham-im”, Hispania, costa o isla de los conejos) a Podemos ha puesto en marcha el fenómeno Ciudadanos, a cuyo jefe, Rivera, Feijoo, que ha bajado a desayunar a Madrid, lo compara, por la gracia de “L’État, c’est moi”, con Luis XIV.
La verdad es, que al ritmo que va esto, no es disparatado pensar que el Estado que herede Rivera sea algo muy parecido a Rivera, es decir, “tánquam tábula rasa, in qua nihil scriptum est”.
Por lo que lleva dicho hasta ahora, a Rivera, que no habrá visto a Alexander Hamilton ni en un billete de diez dólares, se le escapa la distinción entre Estado y Gobierno, y los sistemas electorales, y la representación política, y la separación de poderes, y el significado democrático del bipartidismo y la mayoría absoluta…, nada, tábula rasa, y aun así Feijoo ve en él a Luis XIV.
Huero, chirle y hebén, creo que Rivera representa perfectamente al piperío votante, pero de Luis XIV no le veo más que su disposición a saludar quitándose el sombrero a todas las mujeres, como hacía el Rey Sol, aunque Madariaga nos recuerda que el Rey Sol no hubiera soñado ni tutear ni a las de su servicio doméstico (siendo el tuteo para la ordinariez republicana).
–Mientras el Rey no se meta en política, la cosa va bien –tiene dicho Rivera.
¿Que Rivera puede ser un Luis XIV para pobres?
Sí, si gana las votaciones, merced a un sistema electoral, el proporcional de listas de partido, que convierte en monarca absoluto al jefe del bando vencedor, pues reúne en sus manos los tres poderes (hoy, Rajoy), y además puede cobrar impuestos sin necesidad de escuchar a los súbditos, cosa, ay, que no podía hacer Luis XIV, y tampoco Luis XVI, que para pagar una deuda tuvo que convocar los Estados Generales, y una vez allí apareció el abate Sieyès, que era una sor Lucía Caram inteligente y con lecturas, y le montó la Revolución Francesa.
Y con Luis XIV, Feijoo podrá venir de Galicia en tren botijo.