Valverde de la Vera. Agua brava
Andaba mi doña buscando días para visitar Yuste, por ser ella inclinada a las casas y aposentos reales y allá que nos fuimos este fin de semana, al que hicimos de cuatro días. En un principio íbamos a conocer el monasterio, pero volvimos encantados de la Vera.
El monasterio de Yuste es un exceso administrativo de muchos vigilantes y vendedores de entradas. Lo que hay allí es propiedad del politiqueo que cobra nueve euros sin guía -la guía es un auricular por el que se ha de aforar cuatro euros más- para ver dos claustros -gótico y renacentista- adecentados por peones y oficiales de albañilería, una iglesia y la cama donde dormía el emperador Carlos I. También hay una piscina grandota, a la que llaman estanque en un jardín muy bien segado. En Silos, Las Huelgas, el mismo Guadalupe, que es monasterio de mérito en Extremadura, la visita es amena y yo diría que ilustrativa, pero de Yuste se va uno con el convencimiento de que sus gestores culturales lo son como los consejeros de la Junta de Andalucía: desconocedores de las más elementales obligaciones. ¡Ay, mi doña Mar, ministra que fue de la cosa cultural andaluza, "inimputable", como se autodenomina a sí misma, experta ella en prosa procesal!
De todos modos, agradezco al monasterio de Yuste que me haya llevado a la Vera, tierra de los pimentoneros que con un mandil gris recorrían las tierras de Burgos con el pimentón para las matanzas. Nos alojamos en Valverde, oasis medieval donde el agua sigue corriendo literalmente por medio de las calles y donde se duerme arrullado por un soniquete entre cantarín y narcótico. Para comer, Madrigal, el último pueblo de Cáceres . ¡Qué bien y que barato se come en Madrigal! Sorprende que siendo uno de los pueblos menos agraciados tenga tantos restaurantes y todos llenos. Los paisanos dicen que el personal comarcano tiene costumbre de comer en Madrigal. Villanueva de la Vera es tan curioso como Valverde, pero con mucha mas vida. Entiéndase vida, como gente en la calle. Coincidimos con un festival de guitarra tipo juglaresco que me supo a la aldea de la que vengo con su dulzaina y su tamboril.
Cuacos, el pueblo en el que vivió Jeromín, también está bien, pero tira a moderno como Jarandilla, Aldeanueva ó Jaráiz, villa en la que vive desde hace 30 años el ingeniero Domingo Barbolla, un gamonalino de pro. En Gredos nace gran cantidad de ríos que llenan el Tiétar y que forman gargantas que los nativos y advenedizos usan como piscinas naturales. Nos cuentan que la zona está cogiendo “auge” entre la gente de la capital y que los veranos se agotan los alojamientos rurales, por ser las noches muy frescas y los precios módicos, pero que cuando más se agradece la estancia es en este tiempo y cuando empieza el tardío, allá por el otoño.
Creo que voy a volver.
Madrigal de la Vera. Piscina natural en la Garganta de Alardos
Villanueva de la Vera. Plaza mayor el día de la Guitarvera