viernes, 5 de septiembre de 2014

El traidor traicionado


Beatriz Manjón
Abc

La infidelidad indigna siempre y cuando la cometa el otro, como en política el fraude si lo perpetra el rival. Antes de la confesión, Rahola, separatismo capilar, defendió al Pujol «austero»: «¡Es una persecución política!». Ray Donovan es ese solucionador malote, pero con hija que lee a Sylvia Plath, que tiene pisito donde descansar el arco de la ceja de la almohada de la costumbre. En «Revenge», los Grayson poseen un picadero que pasa de padres a hijos, lo que se espera del balcón de Amador, bautizado por «Sálvame», tras el apretón playero, como «Amarrón». En Donovan el engaño es consustancial, al igual que en el Draper de «Mad Men», por eso no decepciona al público como Alcántara. Su esposa, que ensaya dicción fina para disimular su procedencia, como Melody –el complejo del acento suelen tenerlo quienes no estudian–, (a partir de aquí, spoilers varios) ha optado por el cuerno por cuerno, aunque podría haber negado a su pareja, que dice el protagonista de «El Lector» que es una manera de socavar la relación tan grave como otras formas de felonía más espectaculares. Pero, en su inclinación culebronesca, las series necesitan transformar a los traicionados en traidores. El guión está pensado para que el espectador compadezca a Ray y se acuerde de la isla voladora de «Los Viajes de Gulliver». En «True Detective», el infiel Hart no pudo soportar que su señora copulara con Cohle. Y el doctor Masters sufre cuando descubre que Virginia yace con otros hombres. El casado celoso de su amante es un clásico que se justifica sin originalidad: «Sólo porque uno tenga en casa a alguien no significa que no esté solo», dice Bill, que es lo que le explicaba, con vocación de tampón, Carlos a Camila. Sin embargo, cuando el prometido de Piper Chapman le confiesa su desliz no hay reproche, no olvida ella que falló primero. De Masters a Donovan hay medio siglo, aunque la visión de la amada como propiedad es similar. Para esa visión habría que pedir también orden de alejamiento. Que se apliquen lo de Sacha Guitry: si seducen a tu mujer, la mejor venganza es dejar que se queden con ella.