Hughes
Abc
Están en las teles con la coña marinera de Esperanza Aguirre (una cosa cómicamente reveladora pretenden: cuadrarse ante el agente de movilidad y retar al antidisturbios), pero no dicen ni pío de lo más importante de la semana: el buen dato del paro. Hace nada el país estaba a punto de ser Grecia. El parte de noticias matutino era de tirarse por el balcón. Algunos dijeron que se volvía al trueque, otros que metiéramos el dinero en los colchones y con la excusa de la crisis los periodistas de la moralina socialdemócrata querían cambiar de sistema, de gobierno, de constitución y de jefatura de Estado. Ésa es la triste evolución del papaís. Y Évole, "inventor de un lenguaje" (qué pena, Alaska) o Ferreras ("¿Qué dice la red?"), que demostró tenerle el truco cogido a la democracia en los días de la cacerola, pero que luego en el Madrid, cual Toñín el Torero de negro y pinturero, llenó la web de futbolistas republicanos, como si el Madrid fuera el Ateneo. Lo cool, lo que daba seguidores, lectores, público, prestigio y pasta (poca) ha sido el pim, pam, pum. Estarse en su sitio, defender las instituciones e ir tirando con el coñazo de país que nos había tocado no daba ni para un colín. Ahora todos los listos, prendefuegos, irresponsables, frívolos de la peor calaña (frívolos von lo de comer ajeno) que nos iban llevar a un gobierno de concentración con tirantes se tienen que poner a hablar de Esperanza fast and furious, con el jijijí y el jajajá. Menos mal que la gente no hace ni puñtero caso a los periodistas.