Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Ésa era la forma que tenían los antiguos de despachar sus crónicas taurinas, pitos y aplausos, dependiendo del sobre.
Curro nunca fue partidario del sobre (ni siquiera de la publicidad). Pero su apoderado tenía que pechar con el sistema. Un día, en una ciudad con bahía, accedió a regañadientes a soltarle tres mil pesetas al radiofonista local. En la plaza Curro estuvo muy mal. Volviendo a casa, escuchó: “Curro: bronca en su primero y gran bronca en su segundo.”
–¿No te dije, Manolo, que dar no sirve de ná?
–Hombre, Curro, que la cosa ha estado fea.
–Si yo entiendo lo de bronca. Pero… ¡gran bronca!
El país, que está a punto de devorar el libro de Stefan Zweig sobre María Antonieta, se divide hoy entre los que pitan a Urdangarín y los que aplauden a Messi, vistiendo (balonmano y balompié) la misma camiseta. Entre los que pitan la literatura del juez Elpidio y los que aplauden la literatura del juez Castro. Entre las que pitan al aborto como fachas y las que lo aplauden como mujeres (fórmula Talegón). O entre las que despachan opiniones como mujeres o las despachan como secretarias (fórmula Cospedal), mientras los barones peperos, centristas de ojos como bolitas de alcanfor, hablan de infantes como de jureles en lonja.
Y se hace el silencio, mas no porque vaya hablar Torres Dulce, sino porque en Interior ha pegado un “voletío” (vuelo de corral) otro faisán o faisallina.
–Interior anuncia una operación contra Eta antes de que se produzca.
Eso ya lo hizo, entonces por torpeza, Ana Tutor, que se estrenaba en su puesto de gobernadora: en rueda de prensa mañanera anunció la operación preparada para la tarde. Los etarras volaron. Y en la mili (¡éramos la Brunete!) nos arengó un brigada veterano del Sahara para tenernos toda la noche rastreando el monte de El Pardo, donde sólo encontramos parejas quilando.
Que así, termina Sostres, es como suelen acabar, para una Infanta, los partidos de balonmano.