Llegó en su caballo blanco
y toda la ciudad se revolucionó. Era Nuño Alegre. Apenas tiene 9 años y
ayer ejerció de Obispillo convirtiéndose en un eslabón más de la cadena
de una tradición que se pierde en los tiempos, pero que fue recuperada
hace 14 años por la escolanía catedralicia Pueri Cantores.