viernes, 17 de agosto de 2012

Poeta en Nueva York

 Hughes

No podía Pep Guardiola soportar por más tiempo la sombra del pájaro sobre la pleamar de la blanca mejilla de Iniesta y se fue a Nueva York, y se fue a Nueva York porque venía largo tiempo escuchando rumor de Harlem y quería ser él mismo rey de Harlem y andar con la cuchara desojando cocodrilos. Pep, harto del fútbol níveo, vencido por el árbol de muñones sin canto de Mou y su tropel negro, negro, negro y carmesí, harto de que la forma se le quedase en cristal se ha ido a Nueva York para “reconciliarse” con el fútbol, que es como si yo riño con la parienta y para reconciliarme con ella me marcho a Benidorm. Ya se notaba que Pep quería romper a hablar en inglés en las ruedas de prensa con su vacilación inicial (¡ya mugía neoyorquino!)  y que el fútbol se le quedaba chiquitín. Ahora se enriquecerá en Estados Unidos o enriquecerá al deporte yanqui y podrá ser que Iniesta en unos años salte al campo con gorra y con los pantalones largos de Busquets senior para correr a trozos como en el beisbol, o que el fútbol americano se esmalte en tiquitaca y se haga un vals de corteses reenvíos del balón apepinado. Pep, como intelectual que es, se marcha a la capital del mundo y no sabremos qué será de su romanticismo de petit pais, si se hará colegui de Elvira Lindo, si cambiará de acento como Alejandro Sanz.