Dean Rusk. Los Estados Unidos y la Urss se miraron fijamente al fondo de los ojos… y ellos pestañearon primero
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Un duro del clan Kennedy, Dean Rusk, secretario de Estado, resumió la crisis de los misiles en una metáfora de Far West:
–Los Estados Unidos y la Urss se miraron fijamente al fondo de los ojos… y ellos pestañearon primero.
Hace un año, Mourinho (el mercenario que iba a dejar tirado al Madrid) y Guardiola
(el hombre fiel que sólo amaba a su Pequeño País de Ahí Arriba) se
miraron fijamente al fondo de los ojos… y Guardiola busca hoy casa en el
Lago Como, cerca de Milán.
Cien puntos y ciento veintiún goles (la mejor Liga de la historia) tuvieron la culpa.
Una
Eurocopa y unos Juegos Olímpicos después, el sol vuelve a bañar el
campo del honor: o Madrid o Barcelona, los dos únicos equipos en
posesión de armamento nuclear (Cristiano y Messi).
Como en la Guerra Fría, la propaganda y la Onu (el periodismo de trinchera y Villar-Platini) están con el Barcelona y su impostada modestia de “botiguer”, pero con el Madrid están la Historia y ese Usain Bolt que, magnífico, proclama: “Es el récord que quería y lo tengo. Soy una leyenda”.
Chulería de Rey de Europa (aquí se lucha por la Décima), chulería de Bernabéu (don Santiago), chulería de Di Stéfano, chulería de Cristiano, chulería de Madrid.
–Cristiano is better than Messi, without a doubt. He's more of an all-round player –ha dicho Bolt.
Y que le echen un galgo.
Sólo que aquí no le echarán un galgo, sino muchos artículos de fondo a cargo de la crema de una “intelectualidá” que anda a palos de ciego con Cristiano, Mourinho y Portugal.
Si a la gente de ética activa como Usain Bolt le gusta Cristiano, la gente de ética sedentaria como Echanove se queda con Messi, más chisposo. Es el español de la Oficina Siniestra de Pablo San José, que en ciclismo vibraba con las escaladas de los limaquillos a lo Vicente Belda y afectaban aburrimiento ante la exuberancia de Indurain.
Uno es del Indurain que sube sin pestañear, del Cristiano que golea sin pestañear y del Bolt que corre sin pestañear.
El tiquitaca, en cambio, es pestañeo constante más allá de la muerte, que en el fútbol es el sueño.
¡La de cabezadas que habrá dado uno, obligado a ver ese juego! El juego de Xavi, que es el bosón del tiquitaca, y Messi, que directamente es el bosón de Higgs.
Recordaba el otro día Arcadi Espada la explicación del bosón de Higgs que el físico David Miller dio al ministro de Ciencia de Margaret Thatcher:
–Imagine
una fiesta con políticos distribuidos uniformemente en la sala, cada
uno hablando con sus vecinos más cercanos. Thatcher entra y cruza la
sala. Todos los políticos la rodean para saludarla. A medida que se
mueve, atrae a las personas a las que se va acercando, mientras que las
que dejó atrás vuelven a sus posiciones. Debido al amontonamiento que la
rodea, ella adquiere una masa más grande que la normal…
Lo de Messi y sus marcadores en España.
Enfrente, imperial, digno de Kipling, el fútbol “británico” (directo, quisiera decir Mourinho) de un Real Madrid que enamora a Usain Bolt por su velocidad.
–Si pestañean, se lo pierden –acostumbraba decir un pipero en las carreras de chóferes.
Preparados, listos… ¡ya!
OTRO BERNABÉU
El “molto longo” de Juanito y el “miedo escénico” de Valdano extraviaron al público del Bernabéu, que empezó a comportarse como el público de Las Ventas, es decir, como si los turistas japoneses fueran al estadio a verlo a él (al público, no al equipo). Y Mourinho, que en tres años sólo ha visto el Bernabéu bañado en salsa futbolera el día de la final Inter-Bayern, sueña, además de con la Décima, con un incendio de fútbol cada domingo en la Castellana.
Excelencia madridista
El “molto longo” de Juanito y el “miedo escénico” de Valdano extraviaron al público del Bernabéu, que empezó a comportarse como el público de Las Ventas, es decir, como si los turistas japoneses fueran al estadio a verlo a él (al público, no al equipo). Y Mourinho, que en tres años sólo ha visto el Bernabéu bañado en salsa futbolera el día de la final Inter-Bayern, sueña, además de con la Décima, con un incendio de fútbol cada domingo en la Castellana.
Excelencia madridista