Hughes
Andalucía y Cataluña organizaron la rumba en el Consejo de Política Fiscal y Financiera con su plante de filibusterismo fiscal. Espada ha descrito un nacionalismo desorientado que mientras pide se entrega al autoerotismo, es decir, una reformulación del egipcio, que con una mano pide como un Sinuhé y con la otra se procura la larga manola romántica. Mientras, Valderas, autodefinido como rococó, ha pedido la “unión gobierno-pueblo” y ha dicho que el Estado declara “la guerra económica a Andalucía”. Griñán, que no descarta llevar la cuestión al Constitucional -el TC es España sacando el espejo para observarse un rato- se ha desmarcado diciendo que “cauno es cauno y Valderas tiene sus caunás”, así que hemos pasado de la peoná a la cauná. Lo cierto es que ante el redimensionamiento de las cosas de la crisis, el discurso andaluz de insumisión aparcera, de comunismo solar, parece más capaz en su camino de helenización frente a Europa que el de Cataluña, que busca a Madrid como un boxeador sonado busca el rival entre sombras. La democracia de la cauná ha sido un gran liberalismo español. ¿Pero habrá una cauná presupuestariamente inocua? Pienso en Anguita, que en agosto duerme las siestas desnudo a ras de suelo, como un santón austero.
En La Gaceta