jueves, 14 de junio de 2012

Monjas

Refectorio laico


Lo que descoloca totalmente a los que hemos sido educados en los principios elementales del respeto al prójimo, es la manifestación celebrada en Zuheros, pueblo cordobés de afamado queso de cabra y de cueva de murciélagos visitable, exigiendo, del verbo exigir, la vuelta a casa de dos jóvenes del género femenino que se han metido a monjas


Francisco Javier Gómez Izquierdo

Que la unión europea es una utopía mal explicada y peor entendida no sólo  lo demuestra el Congreso de los Diputados de  España, donde un catalán saca su bandera a la busca de enemigos, o que la jefa de Estado de Alemania mande pobres a la lendrera cuando va llegando el fin de semana. Se demuestra también en los dispares gustos místicos y las múltiples obligaciones sexuales que se pretenden regular democráticamente, entendiendo la democracia como la imposición de cualquier cerril parecer.

      Toda Europa conoce los firmes y enhiestos senos de unas guapas ucranianas que tienen declarada la guerra al arte de amar explicado en clases prácticas por profesionales y es cruzada en la que no cejan, obsesionadas con la rijosidad de los hinchas del fútbol. Las mozas podrían tener intenciones que se nos escapan, pero lo que descoloca totalmente a los que hemos sido educados en los principios elementales del respeto al prójimo, es la manifestación celebrada en Zuheros, pueblo cordobés de afamado queso de cabra y de cueva de murciélagos visitable, exigiendo, del verbo exigir, la vuelta a casa de dos jóvenes del género femenino que se han metido a monjas. Han entendido ustedes bien... casi todo un pueblo  sublevado contra las vocaciones católicas gracias al feroz proselitismo  de aquellas Bibianas, Leires y demás sacerdotisas que repartieron progreso en leyes y decretos.

     La situación es incatalogable. Dos zuhereñas mayores de edad -dato importante, supongo- se sienten llamadas por Dios y se meten a monjas, decisión que no gusta a los padres, y en apoyo de estos se organizan protestas culpando al cura de llevar a las chicas por tan mal camino. Cualquier madre de los 60 hubiera llorado  de alegría si el hijo o la hija le va con la buena nueva, pero en estos tiempos ser cura es indecente, monja una desgracia en la familia y los sermones de las suripantas por televisión gozan de gran fervor adolescente, regocijando  la nueva ola de progreso.

      Cuando a los militares de Franco les salían los hijos ministros socialistas, jueces democráticos y periodistas comprometidos de toda la vida, había mucha más discreción entre los vecinos y no formaban la escandalera que se está liando en Zuheros. Todos aquellos sojuzgados por la dictadura llevan y traen la ruina de los españoles con una soltura e inimputabilidad que imagino será digna de minuciosos estudios en los siglos por venir; mientras tanto, la Logse ha logrado educar a todo un pueblo en la reprobación de las vocaciones. ¿Qué pensará Zuheros de Lerma, mi pueblo vecino, donde el año pasado profesaron 200 monjas de menos de 30 años en la catedral de Burgos, procedentes del colegio Iesu Communio lermeño en el que ya no caben más? ¿Y si decimos a los zuhereños que se ha tenido que habilitar el viejo convento de La Aguilera en la Demanda para acoger tanta feminidad aspirante a casar con Jesucristo?