LA SOLEDAD DEL MAYORDOMO
-Yo, Diego, que en otro tiempo fui mayordomo del Conde, ahora quedo solo en este sepulcro sin nadie que me acompañe, y advierte que aunque en el duro mármol se escriban sólo esos pocos nombres que lees, en realidad este claustro está repleto de generosos huesos.
LAS EDADES DEL HOMBRE / SAN SALVADOR DE OÑA
Ignacio Ruiz Quintano