Mundo que me espanta, como a ustedes, más cada día. Sólo hay una cosa
que me espanta más que el mundo y son nuestros políticos y su subgrupo
vocero: los tertulianos
Hace un par de días, cenando, una amiga escritora me recriminó el que no escribiera aquí.
-Tienes muy abandonado tu blog. He entrado un montón de veces y no escribes nada.
-No encuentro ni el tiempo, ni la razón, ni el qué decir.
-Da igual. Tú escribe sin más. Además no se puede cerrar ni una mercería sin dar explicaciones. “Cerrado por defunción” o por “cese de negocio” es la mínima información que se les debe a los clientes, aunque sea escrito de mala gana y en un cartón, como la mayoría de las veces ocurre. Los que se largan sin dar explicaciones son los cobardes y los estafadores y tú tan sólo eres un vago.
-Pues vas a tener razón. Pero ser un vago no es un defecto, al contrario, es la pereza el espacio en donde se desarrollan las teorías…
-Tu no te enrolles y a escribir el cartón que has de colgar en la puerta de tu negocio. Tanto si lo vas a reabrir como si lo vas a cerrar.
Y en éstas me dejó. Y como tenía razón aquí me veo retecleando las teclas de mi ordenador de despacho sin saber muy bien qué decir.
Si pienso en el por qué no escribo e intento ser sincero es a causa de que desde hace un par de meses tengo un iphone y una ipad, que son esos artilugios que valen para todo menos para escribir algo que tenga más de un par de frases. De ahí el éxito de twiter.
Es desde estos aparatejos desde los que me relaciono con la red y con el mundo desde hace un tiempo y no desde mi ordenador de despacho con su gran teclado y confortable sillón. La inmensa mayoría de lo aquí escrito lo está hecho sin intención y sin ton ni son y como forma de escabullirme de lo que fuese a hacer en el ordenador. Ahora esta circunstancia apenas se da, ya que, como les digo, veo el mundo desde mi ipad.
Mundo que me espanta, como a ustedes, más cada día. Sólo hay una cosa que me espanta más que el mundo y son nuestros políticos y su subgrupo vocero: los tertulianos.
Había pensado escribir sobre las mayores idioteces oídas en estos últimos meses. Incluso comencé a apuntar algunas como la de un tertuliano que dijo:”…pero quién legitima a los mercados, quién les ha votado”. Como si la realidad tuviese que someterse a plebiscito. ¡Ay, señor! Pero he abandonado la idea porque ahora no se escuchan más que idioteces, en el mejor de los casos, o falsedades malintencionadas y partidistas en el peor. Por esto abandoné la idea y comencé a apuntar y a recordar las “sensateces”, cosa muchísimo mas escasa de oír en estos tiempos en dónde la confusión es total.
En este sentido escuché una entrevista en la radio a Eleuterio Sánchez, el Lute, que como Cervantes ha sido cocinero antes que fraile, que me gustó. Ambos han sido presos y soldados antes que intelectuales, y lo que dicen lo suelen decir porque lo saben, porque les ha pasado, no porque lo hayan leído u oído como la mayoría de nosotros.
Pues bien, en esa entrevista pronunció una frase que por simple y cierta me pareció genial. Dijo refiriéndose a la libertad, cuestión en la que tanto él como Cervantes son autoridades, que: “El tiempo es vida y la vida es tiempo”. Por lo tanto, como el tiempo no te lo puede arrebatar sino la gran señora, la muerte, mientras el tiempo fluya por tus venas se será libre. Redicho queda.
-Tienes muy abandonado tu blog. He entrado un montón de veces y no escribes nada.
-No encuentro ni el tiempo, ni la razón, ni el qué decir.
-Da igual. Tú escribe sin más. Además no se puede cerrar ni una mercería sin dar explicaciones. “Cerrado por defunción” o por “cese de negocio” es la mínima información que se les debe a los clientes, aunque sea escrito de mala gana y en un cartón, como la mayoría de las veces ocurre. Los que se largan sin dar explicaciones son los cobardes y los estafadores y tú tan sólo eres un vago.
-Pues vas a tener razón. Pero ser un vago no es un defecto, al contrario, es la pereza el espacio en donde se desarrollan las teorías…
-Tu no te enrolles y a escribir el cartón que has de colgar en la puerta de tu negocio. Tanto si lo vas a reabrir como si lo vas a cerrar.
Y en éstas me dejó. Y como tenía razón aquí me veo retecleando las teclas de mi ordenador de despacho sin saber muy bien qué decir.
Si pienso en el por qué no escribo e intento ser sincero es a causa de que desde hace un par de meses tengo un iphone y una ipad, que son esos artilugios que valen para todo menos para escribir algo que tenga más de un par de frases. De ahí el éxito de twiter.
Es desde estos aparatejos desde los que me relaciono con la red y con el mundo desde hace un tiempo y no desde mi ordenador de despacho con su gran teclado y confortable sillón. La inmensa mayoría de lo aquí escrito lo está hecho sin intención y sin ton ni son y como forma de escabullirme de lo que fuese a hacer en el ordenador. Ahora esta circunstancia apenas se da, ya que, como les digo, veo el mundo desde mi ipad.
Mundo que me espanta, como a ustedes, más cada día. Sólo hay una cosa que me espanta más que el mundo y son nuestros políticos y su subgrupo vocero: los tertulianos.
Había pensado escribir sobre las mayores idioteces oídas en estos últimos meses. Incluso comencé a apuntar algunas como la de un tertuliano que dijo:”…pero quién legitima a los mercados, quién les ha votado”. Como si la realidad tuviese que someterse a plebiscito. ¡Ay, señor! Pero he abandonado la idea porque ahora no se escuchan más que idioteces, en el mejor de los casos, o falsedades malintencionadas y partidistas en el peor. Por esto abandoné la idea y comencé a apuntar y a recordar las “sensateces”, cosa muchísimo mas escasa de oír en estos tiempos en dónde la confusión es total.
En este sentido escuché una entrevista en la radio a Eleuterio Sánchez, el Lute, que como Cervantes ha sido cocinero antes que fraile, que me gustó. Ambos han sido presos y soldados antes que intelectuales, y lo que dicen lo suelen decir porque lo saben, porque les ha pasado, no porque lo hayan leído u oído como la mayoría de nosotros.
Pues bien, en esa entrevista pronunció una frase que por simple y cierta me pareció genial. Dijo refiriéndose a la libertad, cuestión en la que tanto él como Cervantes son autoridades, que: “El tiempo es vida y la vida es tiempo”. Por lo tanto, como el tiempo no te lo puede arrebatar sino la gran señora, la muerte, mientras el tiempo fluya por tus venas se será libre. Redicho queda.