martes, 17 de enero de 2012

Una cacería de la Onu

Siesta de Bustos en el Puesto Nº 8,
con Espiniella de imaginaria
Jorge Bustos

Vista ahora, la montería a la que me invitaron el sábado puede interpretarse como homenaje prepóstumo al Fraga cazador, terror de los corzos entre otras especies del orden mamífero. Uno es más de perseguir conejos que de caza mayor, pero no le hago ascos a un jabalí o a una corza melliza, que diría Anson. La oportunidad de debutar de montero me la dio Javier Espiniella, que además de usar el rifle hace reportajes cinegéticos con su videocámara, de manera que cualquier día se le arranca en mitad del monte un jabalí de frente y se lía a echarle planos en vez de balas, o bien se pone a pegarle tiros a una puesta de sol. Un lío. Nos acompañaban también su hermano Nacho, que conduce un Range Rover como para pacificar Badghis, y nuestro quevedesco columnista Ignacio Ruiz Quintano, con el que siempre te aseguras una pieza en el morral, sea animal, humana o divina. Hicimos noche el viernes en Piedrabuena, provincia de Ciudad Real, en un hotelito aproximadamente constitucional a cuya entrada se había improvisado una tertulia romaní. Desechamos la idea de unirnos a ella y nos fuimos a cenar directamente y luego a intentar conciliar el sueño bajo la gemebunda letanía de las cisternas, que ni tragaban lo que debían tragar ni se avenían a enmudecer. Al menos salía agua caliente de la ducha.

¿Pero adónde vas tan acicalado? ¡Si hueles a gato francés! Nos vas a espantar a los jabalines —me recibió a la mañana siguiente Ignacio, café en mano.

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Leviatán montero