Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Ante el colapso occidental, los de las perras cambian sus dólares por oro, y una “famosa marca estadounidense” acaba de hacerse por doce millones de dólares con un inodoro de oro (101 kilos de 18 kilates), de nombre “América”, obra del artista conceptual italiano Maurizio Cattelan; si la “famosa marca estadounidense” consiguiera hacerse ahora con la “Fuente”, el urinario de porcelana de Marcel Duchamp, completaría un cuarto de baño a la altura, en precio, de los del barrio de Salamanca en Madrid, pero en Nueva York.
Y si de arte conceptual habláramos, la Cia no debería de estar muy lejos (ver “La Cia y la guerra fría cultural”, de Frances Stonor Saunders), pero ese hilo de la imaginación nos llevaría al inodoro de oro de “La Billetera”, el socio de Zelenski en Ucrania, y tampoco es eso, que una cosa es luchar contra Rusia con Jackson Pollock, y otra, hacerlo con Lindsey Graham. O lo que va de la victoria a la derrota.
En “la derrota de Occidente”, Emmanuel Todd, que supo vaticinar, ¡en el 76!, el colapso de la Urss (“La caída final: Ensayo sobre la descomposición de la esfera soviética”), se propuso continuar “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, de Max Weber, que en vísperas de la guerra del 14 veía en el ascenso de Occidente el del mundo protestante: el miedo a la condenación, la necesidad de sentirse elegido por Dios, indujo una ética del trabajo y una fuerte moral individual y colectiva, aunque, al renunciar a la igualdad católica de los hombres, con sus condenados y elegidos produjo los peores racismos (antinegro en Estados Unidos o antijudío en Alemania).
–Hoy –dice Todd– el hundimiento del protestantismo supone una decadencia intelectual, la desaparición de la ética del trabajo y una codicia masiva (nombre oficial: neoliberalismo): el auge se convierte en la caída de Occidente.
Weber descubrió el vínculo entre la ética protestante y el capitalismo, y Erich Fromm vio la conexión entre el capitalismo y el erotismo anal (fase infantil que corresponde a la edad de oro). La síntesis, brillante, de ambos descubrimientos la haría Norman O. Brown. Y Octavio Paz nos dejó las páginas más sugestivas sobre estas relaciones: hubo un tiempo en que la cara estuvo cerca del suelo y de los genitales; a la cara le parece insoportable ese recuerdo y por eso ríe o vomita; el sexo nos dice que hubo una edad de oro; para la cara, esa edad es el excremento. “La vida comienza en lágrimas y caca…” (Quevedo). El excremento es sol podrido, como el oro es luz congelada, sol materializado en lingotes. Guardar oro es atesorar vida (sol) y retener el excremento. Las metamorfosis del oro y el excremento constituyen la historia secreta de la sociedad moderna.
Lutero recibe la revelación en la letrina, en el momento en que vacía el estómago. La dualidad sol y excremento se polariza, según Paz, en los dos grandes poetas de la Contrarreforma: Góngora, el poeta solar, y Quevedo, el poeta excremental.
[Viernes, 28 de Noviembre]
