miércoles, 3 de diciembre de 2025

Boti


Boti


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


En el periódico de ayer: “Acuchilla a su mujer en el Día de los Enamorados y se entrega a la Policía.” ¿Alguna explicación? Manzano, cuando era alcalde, dijo que la falta de amor, y le llamaron maricón. ¡Qué bárbaro! Por eso, a lo mejor, Gallardón ha dejado de hablar, que no de trabajar. Ayer firmó un convenio con un colectivo gay, lo cual no quita para una protesta en regla, hoy, de los gays contra el partido de la derecha, pues “el voto a la derecha es un auténtico suicidio”, en palabras de Boti, líder espiritual del movimiento madrileño de los chicos con los chicos y las chicas con las chicas. A uno estas quisicosas le recuerdan aquel cuento que contaba Edgard Neville en la tertulia de Cossío: “¿Vosotros no sabéis de aquel mitin en un pueblo de Badajoz? –decía Neville–. Va Álvaro de Albornoz a dar un mitin a un pueblo de Badajoz. Cuando redondea el primer tópico, una voz, desde lo alto de la entrada general del teatro donde se celebraba el mitin, grita: ‘¿Quieres controversiaaa?’ Albornoz desdeña al interruptor y sigue con su discurso. Al poco, otra vez: ‘¿Quieres controversia?’ Y así diez veces. Termina el discurso y entonces Albornoz, con su mejor ademán, se adelanta, acalla los aplausos y grita: ‘¡Y ahora yo digo a ese ciudadano que me invitaba a la controversia: pues bien, sí; quiero controversia: la espero y la deseo!’ Y se cruza de brazos. En la sala se hace un gran silencio, y el de la controversia chilla: “¡Maaaricón!’.” Si Gallardón corre el peligro de Albornoz, Rajoy... De creer a Boti, que también vota, Rajoy no sería el “mariposón” del que se burlaba Guerra en un valle minero para que el “bobo solemne” se partiera de risa, sino don Daniel, un tío de Ignacio Zuloaga que –la historia la cuenta Cañabate– iba en un tranvía con un teniente de la Guardia Civil. Es julio y estalla una tormenta. Retiembla un trueno y el teniente se persigna. Don Daniel le mira estupefacto, manda a parar el tranvía y se apea rezongando: “¡Qué barbaridad, qué barbaridad, persignarse un teniente de la Guardia Civil y por un simple trueno! Ahora mismo voy a contárselo a don Benito Pérez Galdós.” Con Galdós, precisamente, nos felicitó el año Gallardón.