Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Ha dicho Elon Musk que “sólo hay una manera de hacer ricos a todos”: la IA, su IA, y esto sucederá dentro de diez años, cuando sus robots se hagan cargo del trabajo, esa maldición bíblica. Se lo dijo a los árabes del Foro de Inversión Estados Unidos 2025, a quienes la palabra “trabajo” debe de sonarles como a nosotros la palabra “drógulus”, que no es la clase de cosa que usted pueda ver ni tocar. La IA de Musk nos traerá el ocio, y con el ocio, lo que Robert Nisbet llamó “el sudario del tedio”.
Esta preocupación no es nueva. En su ensayo sobre la caza, Ortega sacó a colación la lamentación, ¡en 1938!, de Jules Romains, “aguerrido escritor del Front Populaire”, porque los obreros empleaban el tiempo libre de la reducción de jornada en la pesca con caña, “faena predilecta del buen burgués francés”.
Más profundo, Nisbet iría luego al grano: no podemos esperar, según él, que haya interés por el progreso de una civilización en la que la mayoría de la población está envuelta “en el sudario del tedio”.
–La gente está aburrida del mundo, del Estado, de la sociedad y de sí misma.
Tampoco el tedio es una afección nueva en la historia: Alejandro sucumbió a él al quedarse sin mundos que conquistar, y Suetonio retrató a emperadores y plutócratas víctimas de la enfermedad, propia, hasta ahora, de minorías, pues las mayorías, forzadas a trabajar en la lucha por la existencia, no tenían tiempo para aburrirse. El siglo XX inauguró lo que Dennis Gabor, inventor de la holografía, en “Inventar el futuro” denominó “la era del ocio”, un jardín en el que la serpiente del aburrimiento te hace ofertas que no puedes rechazar. ¡El aburrimiento como precio a pagar por la democracia igualitaria-humanitaria que anticiparon Tocqueville y Schopenhauer! La sociedad democrática, predijo Tocqueville, que desembocaría en un despotismo que acabaría aniquilando los deseos de vivir y de trabajar (que a eso se parece el futuro anunciado por Elon Musk). La solución al aburrimiento sería el materialismo hedónico para los ricos, y para los pobres, una “espiritualidad fanática”. Nisbet recoge el “trilema” al que según Gabor se enfrenta actualmente la humanidad: la guerra nuclear (promovida por los liberalios para mantener la mamandurria ucraniana), la superpoblación de la tierra (combatida con el aborto industrial) y la aparición definitiva de la “era del ocio” que nos facilita la IA de Elon Musk.
Contra el aburrimiento, fuente, entre otros males, de la violencia sádica (el sadismo que se deriva de lo insoportable que resulta el tedio), Huxley prescribió la soma, una droga para eunucos felices, y Orwell, la ginebra. N. Baker refiere que, en febrero del 40, el Observatorio de la Masa, servicio del gobierno británico encargado de comprobar la moral de la población, concluyó que los ingleses encontraban la guerra demasiado aburrida:
–Está apareciendo un desasosiego insólito, un deseo de que suceda algo, por desagradable que sea.
[Martes, 25 de Noviembre]
