jueves, 20 de noviembre de 2025

Bibliometro


Nadine Gordimer


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Sesenta mil libros para iluminar el “nuevo día” en el Metro de Madrid. Cosas del Ayuntamiento y la Comunidad, de la Comunidad y el Ayuntamiento. Y para demostrar que, con un libro delante, monta tanto Fernando como Isabel, Isabel como Fernando, Aguirre y Gallardón han posado con un libro en las manos. Con un libro de Alberti posó el alcalde, como un Benjamín Prado venido a más. Con un libro de Umbral posó la presidenta, como una Nadiuska venida a menos. Hechas esas salvedades de devoción y de respeto que todas las personas inteligentes y todas las que no lo son formulan siempre que se trata del libro, hay que preguntarse qué le hubiera costado a uno de los dos, a Aguirre o a Gallardón, posar con un libro de Mihura, que es su centenario, y ayudar de esa manera a que los madrileños, cuando oigan ese nombre, dejen de hacer “¡Muuu!” De la “inmensa minoría” intelectual que “cobea” –de Cobo, no de coba– al alcalde no esperamos nada, pero esos tres o cuatro intelectuales que “cobean” –de coba, no de Cobo– a la presidenta, ¿qué? ¡Libros! Cuenta Steiner cómo él, con su proverbial falta de tacto, en una cena en casa de Nadine Gordimer en Ciudad del Cabo con los dirigentes del Congreso Nacional Africano, planteó a aquellos peces gordos la cuestión espinosa: “Ustedes no han tocado a un hombre blanco. Ni a uno solo. En Johannesburgo la proporción es de trece a uno. En la calle, lo único que tienen ustedes que hacer es cerrar los brazos y ahogarán al blanco. Ni siquiera necesitan ustedes armas. ¡Trece a uno! ¿Qué demonios es lo que pasa?” Y uno de los peces gordos dijo: “Yo contesto. Los cristianos tienen los Evangelios; ustedes, los judíos [Steiner, para que no se pierda Simancas, es judío], tienen el Talmud, el Antiguo Testamento, la Mishná; mis camaradas comunistas tienen en su mesa ‘El Capital’. Nosotros, los negros, no tenemos ningún libro.” La respuesta resultó para Steiner apabullantemente triste y convincente: “Nosotros no tenemos ningún libro.” En Madrid, gracias al Bibliometro, que va a repartir mucho Alberti y mucho Umbral, ningún rebelde con camiseta de Guevara –o de Pinochet, cuando salgan a la venta– podrá ya decir eso.