Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Un ingeniero licenciado en Derecho, don Ángel García Beamonte, lector elegante y culto, me ha hecho ver el error que supone culpar de la muerte del hijo de Guzmán el Bueno a los benimerines, ya que el asesinato lo cometió el infante cristiano Don Juan, hijo de Alfonso X el Sabio y nieto de un rey santo: Fernando III. “No me dijeron esto cuando yo estudiaba”, anota, y adjunta hoja fotocopiada del “Compendio de historia de España”, 1890, de Alfonso Moreno Espinosa, donde se relata la famosa atrocidad como sigue: “El rey de los benimerines, deseando recuperarla [la plaza de Tarifa, cuya defensa y gobierno corrían a cargo de D. Alonso Pérez de Guzmán], aceptó el ofrecimiento que de rendirla le hizo el infante D. Juan, quien, haciendo traición a la patria, se había puesto al servicio de los moros para luchar contra D. Sancho. Vino, pues, el rebelde infante con numerosas tropas marroquíes a poner sitio a Tarifa; mas, como ésta se prolongara y no pudiese cumplir la palabra que había dado de tomar la ciudad en un corto plazo, amenazó a su heroico defensor con matar a un hijo de éste que llevaba consigo el desalmado infante, si no le entregaba la plaza. A tal intimación respondió Guzmán arrojando desde la muralla su propio cuchillo y diciendo al cobarde D. Juan: ‘Si en el campo no hay acero, ahí va el mío; que antes os diera cinco hijos, si los tuviera, que una villa que tengo por el rey.’ El infante consumó el crimen que le ha traído la eterna maldición de la Historia; mientras que el defensor de Tarifa recibió por su heroico sacrificio el dictado de Guzmán el Bueno.” Pensando, seguramente, en el buen nombre de los benimerines, la Dirección General de Asuntos Religiosos está acelerando los trámites para que en enero comiencen en Madrid esas clases de islamismo que nos ayuden a entender los artículos de Juan Goytisolo y Gema Martín, la casualidad de que Arafat haya muerto en el día de San Martín o la consideración por la harca de “Hay motivo” de convocar una manifestación de “bardemes” en memoria del cineasta holandés Theo Van Gogh.
