Francisco Javier Gómez Izquierdo
Tiene San Álvaro en Córdoba mucho predicamento, pues no en vano es patrón de las hermandades y cofradías de la ciudad. Dominico zamorano, se asentó en Córdoba y tras un viaje a Tierra Santa trajo como penitencia o disciplina repetir el camino de Jesucristo con la Cruz hasta el Gólgota. Encontró el lugar a propósito en las primeras cuestas de Sierra Morena, a diez kilómetros de Córdoba y allí fundó el Monasterio de Scala Coeli, que se conoce como de San Jerónimo, donde se retiró a orar y hacer penitencia por estaciones en lo que el llamó Vía Crucis. Fue el beato Álvaro confesor de la reina Catalina de Lancaster, madre de Juan II, al que los burgaleses visitamos en el impresionante sepulcro de la Cartuja de Miraflores, financiando el que fue padre de Isabel la Católica el monasterio cordobés.
San Álvaro, que creo es sólo beato, lo recuerda la Iglesia Católica el 19 de febrero, día de su muerte en 1430 por ser el que instituyó el Vía Crucis. De ello se cumple, este veinticinco, seiscientos años. En conmemoración -San Álvaro tiene calle, estatuas y hasta hubo un equipo de fútbol San Álvaro, origen del actual Córdoba CF- de esos 600 años del primer Vía Crucis, mañana sábado 11 de octubre, se va a celebrar uno Magno que veo está transformando la ciudad, emocionada ante un acontecimiento que las hermandades preparan con una pasión y un respeto que a mí me parece sólo Andalucía sabe interpretar. He leído que saldrán treinta y cuatro cofradías. Varias de ellas de pueblos de la provincia que tienen sus imágenes recogidas en varios templos. Me he dado un paseo por San Agustín, San Andrés, San Francisco, San Pedro... y he podido admirar algunas de ellas.
Como quiera que es ocasión única, tengo intención de acudir a los lugares del recorrido que resulten menos agobiantes. Reconozco que hay rincones que pueden angustiar, si no se está acostumbrado,



