Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El progresismo es como la manta con que las viejas cubren al loro al acostarse. Con esa manta liada a la cabeza, la idea del nieto del capitán Lozano era que Kerry ganara en Washington la Casa Blanca y que el hijo de Pepe, el de la tienda, organizara en Madrid el Desfile de la Victoria. Esto puede parecer un tanto críptico, pero así se ven las cosas debajo de una manta.
¡Parecía tan bien planeado! La deuda de Normandía, saldada: si los americanos nos libraron del fascismo quitándonos a Hitler, nosotros libraríamos del fascismo a los americanos quitándoles a Bush. Para celebrarlo, y convocados por el hijo de Pepe, el de la tienda, al paseo de la Castellana, desfilarían todos, bastoneando como las “majorettes” del reportaje de Terry Southern en “Esquire” al ritmo de “Dixie”, “The Stripper” y “Potato Pel”, los tres discos que se empleaban en Ole Miss –el campus del Dixie National Baton Twirling Institute, en las afueras de Oxford, Mississippi, el terruño de las muchachas bonitas– para ensayar el Pavoneo, uno de los movimientos corporales más fantásticos que pueda verse, “con las nalgas para adentro y las tetas para afuera”, según la magnífica precisión de Southern.
Al frente, la tricolor francesa, heroica triunfadora de la aviación de Costa de Marfil. Detrás, los corresponsales de prensa, triunfadores de la imagen de América como suburbio de Bombay. Y, al cabo, los intelectuales triunfantes: de Fuentes a Saramago, pasando por Benedetti, que no pega ojo, el hombre, porque lo preocupa, dice, “la muerte de la humanidad, y con Bush y sus aliados la raza humana lleva camino de extinguirse”.
Fuentes, autor de un librejo de autoayuda, “Contra Bush”, para que Bush “regrese al alcohol”, ve al fascismo instalado en la Casa Blanca con Bush como lo estaba con Reagan. Para Fuentes, Reagan era “tonto y obsesivo”, y Bush, “tonto y perverso”, pero se desconoce la opinión de Bush y de Reagan sobre Fuentes. Más imaginativo, a Saramago, pensando en Bush, le ha salido un retrato perfecto de Lenin: golpista, manipulador y mentiroso compulsivo: la mentira como arma, la mentira como vanguardia de los tanques y de los cañones, la mentira sobre las ruinas... ¿Nadie va a recitar “Las uvas y el viento” del compañero Neftalí Reyes, el loro de la manta?: “Junto a Lenin / Stalin avanza. / Y así, con blusa blanca, / con gorra gris de obrero, / Stalin, / con su paso tranquilo, / entró en la Historia acompañado / de Lenin y el viento...”
Cerrarían el desfile las ministras de cuota ataviadas de bastoneras y cantando, a falta de himno, “Corazón Santo, Tú reinarás”. Y el hijo de Pepe, el de la tienda, haría suyo el brindis de su paisano Cacheta en la corrida benéfica del 98: “Brindo por usía, por el público en general, por el Ejército y la Marina y porque no quede un yanqui en todo el universo.”
Pero perdió Kerry. Ahora, para hablar con Bush, si Irán ha dejado de enriquecer su uranio, España debe dejar de enriquecer su antiamericanismo. Rodríguez, el estadista que se sentó al paso de la bandera americana, es el Sazatornil de “La escopeta nacional” de Berlanga, con Moratinos en el papel de Ciges. También la ministra de Cabra podía hacerle llegar el “Soneto filosofal” de Bergamín –un amigo intelectual de María Zambrano, encarnado en la película de los Bardem por la ministra de Cabra–, que arranca así: “No puedo maldecir lo que no digo / ni bendecir lo que ando maldiciendo, / que con decirlo o no decirlo entiendo / que me desdigo o que me contradigo.”
O, del mismo, más sencilla, esta coplilla: “La tontería / si supiera que es tonta / no lo sería.”
