Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Esperanza Aguirre tiene baraca, mientras que su opositor, el Gómez de Madrid (“yo soy el Gómez de Madrid”), tiene moto. También Solana comenzó su carrera política con una moto: presumía de subir y bajar la Castellana a todo gas y con la bragueta abierta (?), lo cual a lo mejor tuvo que ver luego con el hecho de bombardear Belgrado desde diez mil metros de altura –Clinton, amigo de los pobres, no quería bajas propias– y sin la póliza de la Onu. ¿De qué le sirve al Gómez de Madrid la moto? No lo sabemos. Sabemos, en cambio, para qué le sirve a Aguirre su baraca: para salir ilesa de un helicóptero estrellado en Madrid y de una balacera de la Alianza de Civilizaciones en Bombay. Gallardón tiene coartada: a esa hora estaba cerrando una discoteca en Madrid. Pero los progres, en general, están que echan las muelas. ¿Baraca, Esperanza Aguirre? Sí, señor. Baraca. Los cuarenta mil euracos del premio nacional de las letras a Goytisolo no son baraca, sino sardina. En el mundo de “la Cultura”, si no hay sardina, la foca no trabaja, y Goytisolo se ha dejado los codos firmando manifiestos para Zapatero. Goytisolo vive en el país de la baraca, que es otra cosa. Pero vivir con la baraca no da baraca. También vivió en París con los escritores, y no se puede decir que Goytisolo sea lo que se dice un escritor. La baraca es igual a la gracia: una chispa divina. (Hay que ver, al menos, la gracia con que el gran Ernest Gellner estudió la baraca en el pueblo magrebí de Goytisolo.) ¿Cómo explicarle que la baraca viene de Dios al socialista Marugán, que ha visto al diablo en la santa Maravillas? Por culpa de los franceses, baraca es para nosotros sinónimo de suerte, y la suerte constituye un misterio. En la España de los hermanos Guerra, que han separado ideas y valores, la suerte es un elemento residual en un universo de conocimiento. ¿Qué es lo que, según los Guerra, hace falta para cruzar un semáforo? Exacto: ¡termodinámica! Ésas son las servidumbres del laicismo, porque los Guerra son laicos, como lo prueba el comentario del socialista Marugán, su mandadero político. Mas para escapar de un helicóptero o de una balacera, donde esté la baraca que se quite la termodinámica.
