Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Lo dijo, bien famosamente, el marqués de la Valdavia: “ Madrid, en verano, con dinero y sin familia, Baden Baden... si no fuera por el frío que viene por las noches.” El frío de la crisis y el otro, el que baja de la sierra, a pesar de los estafadores del cambio climático. ¡Qué gran Madrid debió de ser aquél, sin Estafadores del Cambio Climático, sin Universidades de Verano, sin Veranos de la Villa... y con mujeres que, sólo con verlas, quitaban el hipo! Me veo como el buen don Fradique Mendes cuando exclamó en una taberna de la Mouraria, delante de un plato complicado y profundo de bacalao, pimientos y garbanzos: “¡Nada de ideas! ¡Déjenme saborear este bacalao en perfecta inocencia, como en tiempos del señor don Joao V, antes de la democracia y de la crítica!” Para mí, los tiempos del señor don Joao V en Madrid serían los del marqués de la Valdavia en Baden Baden. Mas ¿qué tenemos hoy? Que Ana Frank no paga el alquiler del teatro y nos quedamos sin función. El latazo en el Bernabéu de Bruce Springsteen, que después de una vida entera de gasolinera en gasolinera se ha convertido al progresismo de la tercera edad, que es una cosa que en nuestra sociedad se lleva mucho: el fruto seco trata de recuperar la humedad “torciendo” por Obama y contra Bush, y con eso igual se levantan a una activista de edad terciada. ¡Baden Baden! Baden Baden, o sea, Madrid, además de ser la residencia, por ejemplo, del matrimonio Manuel/Belén, es el pueblo que más cotiza a la cosa nacional, razón por la cual la crisis nos va a doler más, sin otro consuelo, ay, que el de la religión. Madrid paga como nadie, pero los amigos de los linces y los pajaritos cagarruteros impiden que se haga la carretera de los pantanos. El zapaterismo/funebrismo no hace una sola obra pública en Madrid, pero impulsa un diálogo saudí de las religiones que emocionará a Goytisolo, flautín de la Alianza de Civilizaciones. Dice Gómez Dávila que la actividad política deja de tentar al escritor inteligente cuando al fin entiende que no hay texto inteligente que logre tumbar ni a un alcalde de pueblo. Y, sin embargo, qué ladrillazos los de los columnistas a los ladrilleros.
